A la Consejería de Educación de la Generalitat de Cataluña se le abre un nuevo frente. Esta vez son los padres del instituto escuela Greda de Olot (Girona) los que se les han echado encima porque el centro está al borde del colapso, según su relato.
Explican que la Generalitat lleva dando largas desde hace años a la ampliación del edificio, que ya no da más de sí: cuenta con 423 estudiantes, pero la situación será todavía peor a partir de septiembre, cuando la cifra ascenderá a 485. Lo más preocupante es que todos ellos son niños procedentes de familias vulnerables o con necesidades especiales que requieren una atención personalizada y que debido a la masificación del centro no pueden recibirla.
El panorama es desolador: las obras de ampliación están muy lejos de producirse, como mínimo hasta 2025. Por ahora, la única solución que ofrece el departamento que dirige Anna Simó es la instalación de barracones. Las familias están de acuerdo, pero tampoco es una solución inmediata. Llegarán, por lo pronto, en 2024. Lo que significa que los alumnos no arrancarán las clases en septiembre en buenas condiciones.
Ni edificio ni barracones
El periplo comenzó en septiembre de 2020. Ese año la escuela Llars de Olot -que acogía infantil y primaria- pasó a llamarse Greda y a incorporar dos líneas iniciales de primero de ESO. Las necesidades de población de la zona propiciaron que se incrementaran los cursos año tras año hasta completar primaria y secundaria obligatoria en el curso que acaba de terminar.
Con la intención de poder atender a este gran número de estudiantes, la Consejería de Educación prometió la mejora y la extensión del centro. Pero las obras ni están ni se las espera.
En cuanto a los módulos prefabricados, las familias han conocido con el fin de curso que no estarán listos hasta enero de 2024, por lo pronto. La vuelta al cole será el próximo 6 de enero, pero "sin un espacio adecuado para garantizar la calidad educativa", denuncia el presidente de la Asociación de Familias de Alumnos (AFA), Gonzalo Gamboa.
Sin laboratorio ni aula de tecnología
Los afectados critican que, por un lado, la consejería se “llene la boca” hablando de inclusión y, por otro, deje tirados a estos alumnos que vienen de familias vulnerables. Detallan que no se trata sólo de una escuela de alta complejidad -por los perfiles y necesidades del alumnado-, además cuenta con un número destacado de menores con necesidades especiales que reclaman una atención individualizada y unos espacios adaptados. Las necesidades de exprimir el edificio para albergar a todas las clases han llevado a que ni siquiera se pueda garantizar la movilidad a los alumnos que van en silla de ruedas.
Las instalaciones actuales dejan mucho que desear. La falta de espacio ha obligado a la dirección del colegio a habilitar la biblioteca como aula ordinaria, así como un rincón del comedor. El próximo curso será peor. El laboratorio, la sala de tecnología y el despacho de administración pasarán a funcionar como aulas, “con las consecuencias y el impacto que conllevará al proyecto educativo del centro”.
Alumnos con necesidades especiales
Este panorama lleva de cabeza a todas las familias, pero en especial a la de un menor con Trastorno del Espectro Autista (TEA), para quien ir al colegio se ha convertido en un suplicio. “Para él, dar clase en el comedor es horrible, porque es una caja de resonancia y lo pasa muy mal”, expresa Gamboa.
Asimismo, esta situación es contraria al objetivo del proyecto educativo que contempla el desdoblamiento de clases para reforzar y atender a los chicos con más dificultades, que son los que "lo pasan peor". Por eso, lamentan sentirse "discriminados" al ser un centro con familias procedentes de barrios marginales.
"Siempre nos hemos sentido arrinconados porque estamos en medio de un polígono industrial y nadie nos tiene en cuenta", expresan los padres. Cargan también contra el Ayuntamiento de Olot por rechazar todas sus peticiones sobre la pacificación del entorno, la llegada del carril bici y la ampliación de los horarios de autobús público.
Una queja al Síndic de Greuges
Las familias exigen a la Generalitat que se ponga las pilas con las obras de ampliación y, mientras tanto, exigen que los módulos prefabricados estén listos en septiembre para que los niños lleguen de las vacaciones de verano en buenas condiciones. Aunque eso suponga retrasar el inicio de las clases unos días.
Al mismo tiempo, han presentado una queja ante el Síndic de Greuges y aseguran que aumentarán la presión con movilizaciones contra la Consejería de Educación. Señalan que estar en un barrio humilde de fuera de Barcelona no es motivo para la situación de abandono por parte de la Administración que consideran que viven.
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