'Lo que me gusta de Jordi Ballart', por Andrea Rodés
Me gusta que Jordi Ballart, además de licenciarse en Ciencias Políticas por la UAB, estudiara música y violín en el Conservatorio Municipal de Música de Terrassa y formase parte del Coro y la Orquestra. Me gustan las personas que desarrollan su sensiblidad a través de alguna afición cultural, sea la lectura, el arte, la música, la escritura... Suelen ser humanos más interesantes y con mayor empatía. De vez en cuando sigue tocando el violín.
Me gusta que sea aficionado a viajar y haya tenido interés por conocer mundo más allá de su Terrassa natal. Dice tener un recuerdo muy especial de un viaje por Irlanda en mochila --intuyo que huye de los destinos turísticos o de moda, como ahora Islandia-- y que India y Senegal le causaron una profunda impresión. A mí me ocurrió lo mismo.
Me gusta que haya dicho que su partido, Tot per Terrassa, es una formación que “no entiende de etiquetas” y es 100% municipalista. “No somos ni independentistas ni unionistas, somos egarentistas”, remarcó Ballart en una entrevista con El Periódico en diciembre de 2018.
'Lo que no me gusta de Jordi Ballart', por Joaquín Romero
Lo que menos me gusta de Jordi Ballart, alcalde Terrassa desde 2012 y candidato de Tot per Terrassa, es que se deja influir mucho por los demás. Desde mi punto de vista, para ser un profesional de la política, es demasiado sensible al qué dirán y al qué le dicen.
Sucedió cuando los hiperventilados le pusieron a caer de un burro en Facebook por no haber colaborado activamente en el montaje del 1-O, nada menos que a él, tan comprensivo con quienes acudieron a votar. Un mes después se manifestó en público contra el apoyo del PSC a la aplicación del artículo 155 y luego dejó el partido, pero no la alcaldía.
Más recientemente, y tras dar a conocer la enfermedad de uno de sus hijos, las redes –Twitter en este caso-- vomitaron auténticas animaladas contra Ballart, que volvió a sentirse ofendido. Y cuando alguien le aconseja que trate de tener menos protagonismo personal también le sienta mal.