Ada Colau se ha quedado sola en su ruptura de relaciones con Israel y su hermanamiento con Tel Aviv. Incluso partidos que se mostraban tibios respecto a este conflicto se desmarcan de una nueva polémica decisión de la alcaldesa de Barcelona, ya en precampaña para las elecciones municipales. Anna Grau (Girona, 1967) nunca ha escondido sus simpatías por la comunidad judía, que en varias ocasiones ha recurrido a ella para pedirle ayuda, tanto para evitar que la independentista Pilar Rahola se erigiera en portavoz de sus intereses, como para neutralizar el antisemitismo de Colau.
“Las comunidades están muy disgustadas. Colau usa Barcelona como laboratorio antisemita. No representa el sentir mayoritario de la ciudad”, asegura a Crónica Global la candidata de Ciudadanos (Cs) a la alcaldía de Barcelona.
La comunidad sefardí le pidió ayuda
Se define como “projudía sin tapujos” lo que, unido a su antinacionalismo, ha provocado que Israel y Cataluña nunca hayan sido temas tabú para ella.
“Sin ser mi prioridad, a lo largo de mi vida he ido estrechado relaciones con la comunidad sefardí. Cuando era presidenta de Sociedad Civil Catalana en Madrid, me pidieron ayuda para evitar que Pilar Rahola acaparara las simpatías proisraelí en exclusiva. Entre otras cosas porque había presionado para que la comunidad sefardí de Girona se escindiera de la española”, explica la dirigente de la formación naranja.
Moción en el Parlament
Ya como diputada en el Parlament, Grau impulsó una moción sobre la judeofobia en la que se advertía de que “el auge del antisemitismo perjudica a las personas de las comunidades judías de nuestro entorno, siendo una amenaza a la convivencia que promueve la discriminación por estigmatización”. Asimismo, se reconocía la ciudad israelí de Tel Aviv como “una de las más tolerantes y abiertas a los derechos LGTBI a nivel mundial”, y se condenaba las actividades del BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) hacia la comunidad judía y de cualquier otro colectivo por motivo de etnia, ideología, cultura, orientación sexual, origen y nacionalidad.
Por ello, la iniciativa de Cs instaba al Govern a “fiscalizar que las entidades que promueven la judeofobia no se financien con dinero público. No ceder espacios o locales públicos a organizaciones judeofóbicas o que promuevan la judeofobia”.
Folletos judeófobos
Asimismo, se exigía a la Generalitat que retirara su apoyo a los folletos judeófobos que instaban al Ayuntamiento de Barcelona a adoptar los trámites pertinentes para suspender las relaciones institucionales con el Estado de Israel, incluido el acuerdo de amistad y cooperación Barcelona- Gaza-Tel Aviv.
La moción fue rechazada con los votos en contra de PSC, ERC, CUP y En Comú Podem. PP votó a favor de todos los puntos. Algunos fueron negociados con Junts per Catalunya, que votó a favor de unos y se abstuvo en otros, al igual que Vox.
Activismo estridente
La suspensión de relaciones de Colau con Israel preconizada en esa iniciativa se ha producido finalmente, algo que Grau asegura que se pudo haber evitado a nivel municipal. Desvela que estaba previsto que esa ruptura se produjera el 27 de enero, pero “Colau no se atrevió porque ese día se celebra el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz. Ciudadanos, a nivel municipal, presentó otra moción contraria, pero PSC se abstuvo. Ahora dice que quiere revertir la situación en el próximo pleno. Pero en el Parlament y en el ayuntamiento se posicionó con ERC y comunes”, denuncia Anna Grau.
A su juicio “Colau hace un activismo estridente desde las instituciones, igual que los independentistas, que abren embajadas. Los antisistemas, okupas y bolivarianos, por supuesto, están encantados”. Advierte de que “la líder de Barcelona en Comú, si tiene que hundir Barcelona para volver a ser alcaldesa, lo hará. La potencia cultural, económica y social que era Barcelona tras los Juegos olímpicos no tiene nada que ver con lo que es ahora”.