Refugiados procedentes de Ucrania, donde la guerra ha provocado retrocesos en la Agenda 2030 firmada hace siete años / Chaloupka Miroslav - CTK - dpa

Refugiados procedentes de Ucrania, donde la guerra ha provocado retrocesos en la Agenda 2030 firmada hace siete años / Chaloupka Miroslav - CTK - dpa

Política

"Siete años después de la aprobación de la Agenda 2030, el mundo es un lugar peor"

Futuro en Común, confluencia de ONG, movimientos ciudadanos y sindicatos, advierte de los retrocesos sociales debido a la crisis alimentaria, la guerra en Ucrania y la desigualdad creciente

25 septiembre, 2022 10:00

Hoy domingo se cumplen siete años de la firma de la Agenda 2030, el compromiso más ambicioso en la lucha contra la pobreza y el cambio climático. Un total de 133 gobiernos, entre ellos España, se sumaron a esa causa. Pero la crisis alimentaria, la guerra en Ucrania y la desigualdad creciente frenan los avances necesarios.

“¡Hay que hacer más y más rápido!”, advierten desde Futuro en Común, una entidad nacida en 2015 que aglutina a sesenta organizaciones y plataformas de sociedad civil de sectores ecologistas, feministas, sindicales, de acción social, promotoras de la paz y la justicia global, defensoras de los derechos de personas migrantes y la infancia. María González, una de sus coordinadoras, explica en una entrevista con Crónica Global los retrocesos en la lucha contra la desigualdad.

--Pregunta: ¿Cuáles son los grandes incumplimientos de la Agenda 2030?

--Faltan siete años para llegar a la fecha en la que se tienen que haber cumplido los Objetivos de Desarrollo Sostenible y estamos muy lejos de alcanzarlos. Hay áreas clave del desarrollo sostenible en las que no sólo no ha habido progresos, sino que se ha retrocedido. En lo que se refiere al cambio climático, hay serias alertas de que estamos a punto de sobrepasar cinco peligrosos puntos de inflexión cuyas consecuencias ya están aquí. Este verano hemos tomado conciencia de la gravedad que afrontamos con las olas de calor con miles de muertes asociadas, los incendios como no se habían conocido antes y las sequías. Además estamos retrocediendo en cuestiones sociales en las que habíamos conseguido avances históricos en las últimas décadas, poniendo de manifiesto su fragilidad y su escasa consolidación. La desigualdad crece y la consecución de la pandemia y la guerra de Ucrania han activado una cadena de acontecimientos que han desembocado, entre otros, en un aumento del hambre que afecta a millones de personas, especialmente en África. La inflación castiga, como siempre, a las personas en mayor situación de vulnerabilidad, mientras unos pocos se enriquecen con beneficios caídos del cielo. El espacio cívico democrático también se estrecha a nivel global, siete años después de la aprobación de la Agenda 2030 el mundo es un lugar peor para que las personas puedan ejercer sus derechos. Todo esto hace que estemos muy lejos del lugar que nos hemos marcado como objetivo para el año 2030.

María González (i) y Aránzazu Romero (d) coordinadoras de Futuro en Común, contra la desigualdad y el cambio climático / CEDIDA

María González (i) y Aránzazu Romero (d) coordinadoras de Futuro en Común, contra la desigualdad y el cambio climático / CEDIDA

--Pedís más ambición a los gobiernos. Por ejemplo, en tema de descarbonización. Tras la guerra de Ucrania, con la crisis energética ¿se están dando pasos atrás?

--Se están dando pasos, que siendo positivos, son insuficientes. Las políticas contra el derroche energético son necesarias, pero hace años que deberían estar en marcha como parte de una política más amplia y ambiciosa. El control de precios de alimentos básicos es necesario, pero llevamos décadas necesitando una revisión del funcionamiento de la cadena de producción y distribución de alimentos, para hacerlas más sostenibles y reducir su enorme impacto social y ambiental. Avanzar más y más rápido en materia de descarbonización requiere de cambios estructurales a largo plazo no sólo de la matriz energética, sino también de cómo producimos, cómo consumimos o cómo nos movilizamos. Algunas medidas de choque son necesarias, pero más que nunca necesitamos medidas valientes de largo recorrido y coherentes con el modelo de desarrollo que perseguimos. La falta de coherencia entre las políticas para alcanzar un desarrollo sostenible, de la que tanto hablamos en Futuro en Común, nos está llevando a caminos que no van en la buena dirección. Por ejemplo, el descuento de 20 céntimos es el mismo tanto para la persona que utiliza su pequeño utilitario para trabajar como para el que utiliza el coche de alta gama y cilindrada para ir a comprar el pan. Por no hablar de una ayuda que beneficia a un sector que es inequívocamente uno de los grandes responsables del cambio climático.

Protestas callejeras en Estados Unidos, uno de los países con mayor desigualdad social / EP

Protestas callejeras en Estados Unidos, uno de los países con mayor desigualdad social / EP

--¿Quiénes sufrirán esa falta de ambición? ¿Cómo afecta a la desigualdad?

--Ya sabemos que las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad tienen menos resiliencia para afrontar cualquier crisis. La inflación es la misma para todos pero no afecta por igual a las personas con economías precarias que las que tienen ingresos más altos. Hacer frente a la escalada de precios de alimentos es más complicado para una familia que dedica buena parte de sus ingresos a la subsistencia. Y el impacto del cambio climático lo sufren desproporcionadamente las personas y países que menos han contribuido a generarlo, ya que la huella ecológica tiene relación directa con el nivel de renta. También lo vimos con la pandemia, las consecuencias de las medidas excepcionales no fueron las mismas para toda la población. Por ello, las medidas de protección social son muy necesarias, pero hay que promover cambios estructurales que cierren brechas definitivamente y generen condiciones de resiliencia para todas las personas y todos los países. Y aquí la clave vuelve a estar en la coherencia de políticas hacia el desarrollo sostenible. Tenemos claro que hay que transitar hacia un modelo económico ambientalmente sostenible pero que reduzca las desigualdades y no deje a nadie atrás. Y para eso es necesario que las políticas públicas puestas en marcha tengan en cuenta los impactos en las dimensiones social, ambiental y económica; los impactos en el largo plazo y los impactos en otros países. Los Fondos Next Generation podrían ser una oportunidad en este sentido si se invirtieran de manera coherente con el modelo de desarrollo sostenible comprometido internacionalmente con la Agenda 2030.

--Una de vuestras reclamaciones es una reforma fiscal. Ahora hay un debate sobre las diferencias fiscales entre territorios en España. ¿Qué se debería hacer?

--En tiempos de crisis, quien más tiene y quien más contamina, es quien más tiene que aportar para garantizar una sociedad cohesionada y que camine hacia la sostenibilidad. Nuestro sistema impositivo seguirá siendo injusto mientras no gane en progresividad y no evite que los tipos reales para los que más tienen sean irrisorios gracias a la ingeniería fiscal o a la eliminación de impuestos a grandes patrimonios. Necesitamos una reforma fiscal de calado para elevar el nivel de recaudación y situarlo, al menos, en la media europea.