“La pandemia ha demostrado que no hay islas de protección contra la desigualdad”
Futuro en Común, confluencia de ONG, movimientos ciudadanos y sindicatos, avisa de que no se puede tirar la toalla en la lucha contra la pobreza y el cambio climático: "Avanzamos hacia un abismo"
5 diciembre, 2021 00:00Futuro en Común nació en 2015 como espacio de encuentro entre entidades de sectores muy diversos: ONG, movimientos ciudadanos, plataformas y redes, sindicatos, universidades… Su objetivo es sumar fuerzas para hacer propuestas que contribuyan a acabar con las causas globales y locales de la pobreza y las desigualdades, y en favor del cuidado del planeta.
“Hay una narrativa, un discurso de la comunidad internacional que sitúa la evolución del mundo en un contexto de emergencia, pero los compromisos que se adoptan no son suficientes”, denuncian las coordinadoras de esta confluencia, Aránzazu Romero y María González, en una entrevista con Crónica Global.
--Pregunta ¿Qué es Futuro en Común?
--María González: Es una plataforma de organizaciones de la sociedad civil, de sectores unidos por un cambio de modelo de desarrollo más justo y sostenible, que busca la preservación del planeta. Futuro en Común representa a ocho sectores y engloba a 60 entidades implicadas en fomentar políticas de Justicia global, acción social, feminismo, infancia, medio ambiente, paz y población migrante.
--Tras pandemia ¿la sociedad se ha vuelto más egoísta o más solidaria?
--Aránzazu Romero: Hay grandes consensos sociales a favor de la lucha contra el cambio climático y contra la pobreza. Un total de 133 gobiernos, entre ellos el de España, firmaron en 2015 la Agenda 2030, que contiene 17 objetivos de desarrollo sostenible. Sí está asumido, pero no se encuentra el mecanismo para actuar con suficiente rapidez. En un mundo globalizado, es necesario acabar con la pobreza aquí en otros lugares del mundo, porque todo está interrelacionado. Y acabar con el cambio climático. El discurso de Futuro en Común es que el cambio climático es provocado por los países más desarrollados, pero lo sufren las personas más vulnerables en otros puntos del planeta. Sí están asumidos esos retos, y ahí surge Futuro en Común, para empujar y lograr que se haga realidad y llegar a 2030 con esos objetivos de desarrollo sostenible cumplidos.
--Habéis sido muy críticas con los resultados de la cumbre del clima de Glasgow.
--M. G.: De cara a la cumbre de Glasgow, pedíamos mayor ambición en los objetivos de descarbonización a nuestro gobierno y a la comunidad internacional. Hay evidencia científica sobrada que nos está diciendo que si no se toman medidas más ambiciosas no vamos a cumplir con los objetivos marcados internacionalmente. Ponemos el acento en qué implicará no elevar la ambición y no tomar las medidas necesarias, y qué supondrá para los territorios más vulnerables del planeta. Intentamos visibilizar que el cambio climático tiene un impacto diferenciado, es mayor en personas y territorios más vulnerables cuando no son ellos los responsables de la crisis climática. Eso es lo que queremos posicionar mediáticamente. En las cumbres globales a las que asistimos, no solo a la de Glasgow, sino también en las sectoriales, vemos que hay una narrativa, un discurso de la comunidad internacional que sitúa la evolución del mundo en un contexto de emergencia, pero los compromisos que se adoptan no son suficientes. No están alineados. Hay emergencia climática y social, un incremento de las desigualdades de género y sociales, una reducción del espacio cívico democrático y un aumento del hambre. Emergencias que la pandemia no ha hecho más que profundizar. Pedimos mayor ambición a los gobiernos nacionales, también movilizar compromisos de la comunidad internacionales. Vemos que es muy difícil que la voluntad política se eleve a la altura que queremos conseguir para lograr una mayor conciencia. Las preocupaciones, la soluciones que consensuamos entre todas las plataformas que componen Futuro en Común, son compartidas por toda la ciudadanía. Hemos visto grandes movilizaciones, una gran contestación en España y en muchos lugares, por esa desigualdad y la crisis climática. Hay una preocupación social suficiente para que haya más presión a nuestros gobiernos.
--Los gobiernos pueden ser sensibles, pero hay gente que piensa que no pueden luchar contra empresas y multinacionales. ¿Qué mensaje enviáis a esos pesimistas?
--A. R.: Les decimos que estamos peleando por nuestro futuro y el futuro de la humanidad y el planeta. No es una toalla que se pueda tirar. Es verdad que hay corporaciones, empresas con mucho poder y capacidad de mover nuestra economía. Pero la ciudadanía y los poderes públicos tienen una responsabilidad para que sean una realidad esos objetivos. Seguramente muchas empresas ya se están moviendo y debemos procurar que los costes-beneficios que calculan se muevan a favor, no solo de la empresa, sino a favor de toda la comunidad, especialmente para la población más vulnerable. Desde Futuro en Común trabajamos con los poderes públicos para que pongan en marcha políticas proclives a ese cambio que necesitamos. Nos jugamos el futuro del planeta. Movilicemos a la ciudadanía, empujemos al poder empresarial. Tenemos que mover el modelo social y económico en el que estamos porque tenemos un diagnóstico, según el cual, avanzamos hacia un abismo de desigualdad y problemas ambientales.
--¿Qué lecciones podemos sacar de la pandemia en cuestión de liderazgos?
--M. G.: Cuando la pandemia irrumpe en nuestro país y en el mundo, nuestra principal preocupación era que desencadenara una crisis, no solo sanitaria, sino social y económica. Nuestra preocupación era que la respuesta del Gobierno español y de la comunidad internacional fuera sustancialmente diferente a la de anterior crisis. Sabíamos que esta pandemia pasaría como un rodillo sobre la población y los territorios más vulnerables. Por desgracia, así ha sido. En España y a nivel internacional, la respuesta ha sido diferente. Ha puesto en evidencia la interconexión entre territorios, lo que sucede en una parte del mundo afecta al resto. No hay espacio seguro, o todo el planeta alcanza un nivel de bienestar o nadie lo va alcanzar. La crisis ha servido para poner eso en evidencia más que nunca. Los grandes desafíos son interplanetarios. Hay que dar respuestas más articuladas globalmente, basadas en la cooperación internacional. En muchos países, donde no hay buenas herramientas de diagnóstico y detección, el porcentaje de vacunación ha sido ínfimo.
--A. R.: La desigualdad está clara. El porcentaje de personas que van a acceder a una tercera vacuna en los países occidentales ya está superando el porcentaje de vacunados en otros países del sur. Se sabe que no hay islas de protección, debemos seguir avanzando en la lucha contra las desigualdades.
--¿Qué acciones realizáis actualmente?
-A. G.: Nuestro trabajo siempre tiene muchos ejes para ver cómo se cruzan y se interrelacionan diversos ámbitos: el social, el medioambiental, el económico. Nuestro trabajo en Futuro en Común es avanzar hacia ese cambio de modelo, que ya se ha diagnosticado porque, si no, vamos en mala dirección. La tarea es muy ardua. La Agenda 2030 es de consenso para avanzar y vamos tocando los diferentes aspectos: Calidad democrática, trabajo decente… Cómo mover nuestro mundo hacia esos objetivos. En el horizonte tenemos la reforma fiscal. Las políticas fiscales son determinantes a la hora de acabar con la desigualdad y la pobreza. En función del tipo de impuesto, qué se grava, qué se bonifica, también marcas una orientación económica. Mover hacia una transición verde implica impuestos y beneficios fiscales. Acabar con la pobreza y tener unos servicios públicos que garanticen una calidad de vida digna. Estamos decidiendo por donde vamos.
--M. G.: Pretendemos que haya un Plan Nacional que establezca un proyecto de país común. De consenso. Qué establezca cómo quiere ser España y sus distintos territorios en 2030. Cuál es el horizonte de transformación esperado. La Agenda 2030 combina todos los ejes de desarrollo. Una estrategia para identificar las medidas que debe implementar el Estado y los territorios. Hemos trabajado intensamente este último año en esa estrategia de desarrollo sostenible y ahora tenemos el gran desafío de su implementación. Coincidimos en el diagnóstico de los grandes desafíos y estamos identificando cuáles son las grandes políticas capaces de arrastrar una movilización y una acción en ese horizonte de cambio. Y una de ellas es la que señalaba Aránzazu. Una reforma fiscal de verdad redistributiva y progresiva, va a ser uno de nuestros ítems de trabajo. Estamos en ese punto de priorización y planificación en 2022, pero siempre en el marco del desarrollo sostenible.
--Acabamos de celebrar el 25N. ¿Qué se puede hacer para erradicar la violencia de género?
--M. G.: Es un problema estructural que tenemos en todo el mundo. Y requiere de abordajes estructurales. El sustrato de legitimidad social de la violencia sobre la mujer, en la que incluye mucho la educación, la Justicia y los medios de comunicación, no cambia generación tras generación. Por eso hay que incidir en la educación en igualdad de los más jóvenes. Hay que acabar con las pautas culturales contra las mujeres y las niñas. Y debe haber mecanismos eficaces de protección. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género es un instrumento muy valioso, fue un hito. Y ahora se debe ejecutar con todo el presupuesto del que está dotado, que fue una reivindicación de los movimientos feministas. Pedimos que ese Pacto esté blindado legalmente.