Sin ánimo de juzgar, y mucho menos condenar a los protagonistas de su libro, Miquel Macià y Pep Martí analizan en Els que manen (Saldonar) la influencia económica y política de las 50 familias que mueven los hilos en Cataluña. “No seres de luz, pero tampoco gánsteres”, aseguran los dos periodistas. Que en Cataluña hay menos poder económico que hace 20 o 25 años es, en su opinión, una evidencia.
--Pregunta: ¿Por qué este repaso a la burguesía catalana?
--Respuesta: Pep Martí (P. M.) Partimos de la pregunta sobre qué fue de aquella burguesía mítica y emblemática. En Nació Digital siempre nos ha interesado hacer un seguimiento del poder, más allá de la actualidad inmediata. ¿Existe aquella burguesía de la Mancomunidad que contribuyó a construir un país? Decidimos responder a esa pregunta a través de la evolución de las principales sagas y su posicionamiento político. Llegamos a la conclusión de que hay una burguesía, pero que ya no es aquella.
--Miquel Macià (M. M.): No es una burguesía monolítica, hay diferentes burguesías con diferentes conductas ante los acontecimientos políticos y económicos que van sucediendo en el país. La forma de presentarlo que nos pareció más transparente e interesante era en 50 historias.
--¿Para un empresario qué pesa más, el país o el dinero?
--M. M.: La preferencia de todo empresario es hacer negocios. Las sensibilidades sociales y políticas son diferentes, los hay que participan en actos benéficos. Pero quienes aparecen en este libro no se distinguen por su magnanimidad excesiva.
--P. M.: Prioriza el negocio. Hay casos de mecenazgo, de filantropía. Minorías creativas en el patriciado. Quizá en el pasado se había mitificado mucho que había una burguesía con un proyecto de país. Cuando hablamos de la Mancomunidad, ese tótem que era Prat de la Riba supo seducir o, digamos, enredó a un sector amplio de la alta burguesía que no era catalanista y se hizo de la Lliga. En cambio, yo creo que los sectores más catalanistas de la burguesía no son tanto el sector de la alta finanza ni de alta empresa, que la hay, sino que estaríamos hablando de una burguesía más mediana y pequeña.
--M. M.: Sobre todo de fuera de Barcelona.
--¿Siguen siendo los mismos? ¿Aquellos apellidos del Consell de Cent de Barcelona?
--M. M.: Hay unos nombres muy nuevos. En el libro salen Manuel Lao, Jaume Roures, Tatxo Benet. Hay una fortuna nueva del siglo XXI, pero la mayoría viene de lejos.
--P. M.: Arrancamos con Cambó, que fue un gran dirigente de la burguesía catalana. Ha dejado descendencia, pero el compromiso con la cultura y el país ahora ya no es lo mismo. Hemos abordado apellidos como los Güell, que en su caso representan un cierto desarraigo y que habían simbolizado la élite económica y cultural de una época. Ahora mira hacia Madrid.
--M. M.: Hemos incluido algunos nombres con mucha veteranía porque uno de los elementos que tiene este libro es reseguir la historia de Cataluña a través de estos 50 retratos. Se tenían que recuperar algunos nombres históricos, aunque ahora no tengan un poder muy intenso. Explicar la familia Godo es explicar la representación parlamentaria incipiente que tuvo el catalanismo. No digamos la forma en que se forjan algunas fortunas en la dictadura de Primo de Rivera, cómo superan los años de la República, la actitud que tienen ante el golpe militar de 1936 y en la posguerra. Es un relato de historia general.
--Asegurn que no quieren hacer un juicio de esas familias. Pero mucha gente piensa que, si ganaron tanto dinero, es que algo malo hicieron.
--M. M.: A ver, seres de luz no son, porque cuando conviene toman decisiones duras, pero tampoco son gánsteres. Es evidente que esas decisiones a menudo atropellan a trabajadores, lesionan a personas. Marx ya explicó cómo era el capitalismo. El pez grande se come al pequeño. Pero no hemos querido hacer una historia de buenos y malos. Hubiera sido muy fácil. Hemos querido hacer una explicación sistematizada y enciclopédica de cómo nacen estas fortunas.
--P. M.: Hemos querido evitar polarizaciones. No es una hagiografía, no es un libro de elogios, ni para hacer relaciones pública o hacer amigos. El lector tampoco encontrará una condena. Por ejemplo, la figura de Samaranch es emblemática, pero creo que explicando sus vicisitudes, damos un retrato del personaje. No hacemos el discurso fácil anti-Samaranch, su figura es compleja y también tiene elementos defendibles. Nos ha gustado mucho el matiz. Por ejemplo, Valls Taberner. El abuelo venía del catalanismo, de los intelectuales de la Lliga, radical en este sentido. Cuando viene la guerra, se asusta y escribe aquel artículo titulado La falsa ruta, en el que asegura que el catalanismo ha sido una falsa ruta y se adhiere completamente al régimen franquista. Pero también explicamos que cuando comenzó la represión y los consejos de guerra en Barcelona, fue uno de los pocos miembros de la élite que declararon en defensa de gente procesada por estar en el bando republicano, lo que contribuyó a salvarles la vida. Los hijos, ya al frente del Banco Popular, dentro de la alta burguesía española y catalana, estuvieron al lado de la restauración monárquica y digamos, de oposición. Hemos intentado matizar y no sacar conclusiones con etiquetas.
--Hablan de las vinculaciones de algunas familias con la Iglesia, la monarquía, el Opus. ¿Alguna queja?
--M. M.: Las quejas fueron previas.
--P. M.: Sí, pocos no querían salir, muchos no querían hablar, otros lo hicieron por persona interpuesta o por sus servicios de prensa. Pero, sobre todo, una actitud de distancia, pesar y silencio. Y hemos tenido alguna queja sorprendente de alguien quien, explicamos, tuvo una postura contraria u hostil al procés. Y a algunos no les gusta que se les recuerde. Es verdad que en el libro explicamos cómo se posicionaron las familias ante el procés. Pero creo que la mayoría no quiere ni que se hable.
--M. M.: Es evidente, porque no ganan nada.
--¿Es cierto que, a diferencia de la burguesía vasca o madrileña, la catalana es más discreta, no hace tanta ostentación?
--M. M.: Eso es totalmente cierto. Podríamos hacer la prueba. En tu diario podrías publicar fotos de todos estos empresarios y hacer un concurso de quiénes los reconocen. Más de la mitad son irreconocibles.
--P. M.: Es difícil encontrar fotos de Vall Companys. Hay algún caso que sí quiere mostrarse…
--M. M.: Está el caso de Tita Cervera o Jaume Roures, Tatxo Benet
--P. M.: Hay algunos que tienen repercusión mediática como Sánchez-Llibre, de Foment…
--M. M.: Joan Font, de Bon Preu… Pero, por ejemplo, Isak Andic, de Mango, seguramente no sabes quién es. Los Gallardo, el señor Serra i Farré, de Catalana Occidente, o Sol Daurella, de la que solo hay una foto de una boda en Zaragoza. Y una oficial para explicar los beneficios de la compañía. La mayoría no dan entrevistas, no salen en las revistas del corazón.
--Salen pocas mujeres en el libro. ¿Alguna conclusión?
-- P. M.: Responde a la realidad, a la fotografía del poder. La presencia de la mujer en los consejos de administración todavía es una batalla. Caixabank destacaba hace unos días la relevante presencia, y es cierto, de mujeres en sus órganos de dirección. Pero no es un caso muy representativo.
--M. M.: Y las que salen en el libro han ido a menos. Maria Reig está retirada. Mar Raventós de Codorniú fue la última capitana, porque ha perdido el control de la empresa.
--¿Hay arribistas? ¿A Tita Cervera se le puede atribuir ese adjetivo? Algo feo, lo admito.
--M. M.: Tita Cervera consiguió el verano pasado que el ministro de Cultura firmara el contrato de alquiler por 100 millones de euros de su colección. Esto no lo consigue todo el mundo. Le podemos llamar arribista y lo que quieras, pero nos debemos quitar el sombrero. Operan según los consejos que reciben, según su criterio más o menos acertado.
--P. M.: Hay que reconocer que una persona que no pertenece a las élites --su padre tenía un negocio de mecánico, que aprovechó que viajaba en un avión donde conoció a uno de sus maridos, al que se presentó con su madre--, tiene un componente de admiración personal. Por su arrojo.
--M. M.: Yo creo que la biografía de Cervera es la más entrañable de las 50 del libro. Y al final decimos que tiene unos toques de fantasía.
--¿En Cataluña hay 'self made man'? Tenemos la referencia del gallego Amancio Ortega.
--P. M.: Manel Lao sí que es un hombre hecho a sí mismo.
--M. M.: Y también Isak Andic, porque comenzó vendiendo camisetas en la calle.
--P. M.: Predomina mucho el linaje, el hijo y el nieto de aquello que decía Millet, “nos conocemos todos”. En la sociedad catalana es lo que pesa más.
--M. M.: De primera generación hay muy pocas fortunas. Roures sería un ejemplo, aunque al ritmo que se va reduciendo su participación, quizá ya no se le pueda llamar fortuna.
--¿Qué piensan de la huida de empresas por el 'procés'? ¿Supuso un antes y un después? ¿Es la demostración de que, a la hora de la verdad, manda el dinero?
--P. M.: Habría que ver hasta qué punto todas estas huidas, que se producen evidentemente en un momento determinado, comenzaron un poco antes en un momento en que se produce una recentralización del poder en el Estado español, en la segunda legislatura de Aznar. Aquel artículo de Pasqual Maragall que siempre citamos Madrid se va.
--M. M.: El pacto no escrito en la transición según el cual a Barcelona se le daba una cierta cocapitalidad política acaba con el gran Madrid de Aznar. Hay empresas que ya comenzaron a marchar en 2014 y 2015. En el caso de Caixabank y Banc Sabadell es complejo. Ellos tienen un argumentario muy sólido, según el cual, si los dos grandes bancos se quedaban fuera de la protección del Banco Central Europeo, sería una debacle para los impositores. Si realmente lo hicieron por eso, y no por las llamadas y las presiones que hubo de Madrid, es que creían que realmente Cataluña podía ser independiente en cuestión de semanas. Fue una huida inspirada políticamente. Pero que en Cataluña hay menos poder económico que hace 20 o 25 años, es una evidencia.
--Comentaban que los políticos mandan en los empresarios, pero ¿al revés, los empresarios mandan en los políticos?
--P. M.: La burguesía catalana manda poco en Cataluña y menos en el Estado. Eso ha quedado claro en las impotencias de la tercera vía. Quizá el sector más dinámico de este patriciado que describimos, cuando vieron que la situación iba hacia un callejón sin salida, intentaron presionar al poder de Madrid para ver si había una respuesta más dialéctica. Y no lo lograron, aunque había personalidades de peso. El Círculo de Economía, Coello, Cuatrecasas… Esta derrota es un espejo ante las incapacidades de este sector.
--M. M.: Esta derrota se hizo evidente en 2017 y en años posteriores; ya venía de tiempo atrás. Esta burguesía y sus sectores más dinámicos fueron incapaces de presentar una alternativa política democrática que fuera ganadora en las urnas ya desde 2010. No compitieron. Desde la disolución de CDC, perdieron uno de sus envites políticos y con el descenso del PP en Cataluña, perdieron otro. Creo que era Sánchez Llibre quien se quejaba de que cuando llamaban a Pujol respondía y Puigdemont ya ni se pone al teléfono. El poder se traslada a un burguesía pequeña, a unas clases medias muy reflejadas en el mundo comarcal, en ayuntamientos controlados por formaciones independentistas, en trabajadores de la sanidad y la educación. La hegemonía política se traslada aquí, son los que lideran el proceso independentista frente al absentismo de la alta burguesía, que no crean un instrumento político.
--P. M.: Yo diría que ahora un amplio sector de la burguesía, al que ve más parecido a su referente político es el PSC. Se ha dejado convertir en el partido del statu quo, en el partido conservador catalán, en el buen sentido del término. Cuando Jaume Collboni va al Círculo de Economía, le aplauden con bastante entusiasmo. Ven que el PP ha quedado atrincherado en una posición más reaccionaria y el pujolismo está desintegrado. Ven al PSC como un partido capaz de preservar el estatus, salvar el modelo autonómico, apoya proyectos económicos como la ampliación del aeropuerto… Si el PP evoluciona con el liderazgo de Feijóo eso puede cambiar. Ellos no confiaban en Casado, ahora seguro que habrá algunas sinergias con Feijóo.
--Hace dos días era Ciudadanos quien aglutinaba esos apoyos, en el libro también hablan de ello.
--P. M.: Ha habido un gran desconcierto en este sector en sus apuestas políticas. Ha habido un cierto provincianismo. Oliu dice que “necesitamos un gobierno de derechos”, y se deslumbran con Albert Rivera, que ha demostrado carencias de primer orden. Después un sector se aferró a Manuel Valls en una de las operaciones provincianas más grandes del país. Ya venía profundamente erosionado de Francia. Y creo que ha acabado muy mal. Las apuestas que han hecho las élites han sido un auténtico desastre. Confiaron mucho en Artur Mas, que supo galvanizar estos sectores, pero cuando decidió, por cálculo político o convencimiento, la inflexión soberanista, muchos de ellos quedaron sin suelo político.
--Hay quien opina que, en democracia, la única gran empresa creada en Cataluña ha sido Grífols. Después vino el fracaso de Spanair.
--M. M.: Grífols tiene la gran masa de su activo en el extranjero. Posiblemente sea una de las empresas más interesantes y fascinantes que salen en este libro. Cuando ves los contactos y la influencia que tiene en Estados Unidos, cómo se le abren las puertas de Egipto y Arabia Saudí…
--P. M.: La sensación de que falta un gran proyecto es muy clara. Más allá de reclamar algunos proyectos, aquí hay un vacío de liderazgo muy claro, a pesar de la participación del Círculo de Economía o Foment del Treball en laboratorios de ideas. Echo de menos esta ambición, este empuje.
--¿Qué opinan del pulso entre Rosa Canadell y Jaume Guardiola para presidir el Círculo de Economía?
--P. M.: Va a ser una de las trifulcas de la upper Diagonal de las que harán historia. Es normal que haya dos candidaturas, pero se ha roto una manera de hacer, no digo que sea peor o mejor. El Círculo era capaz de afrontar su renovación mediante procesos de consenso interno que eran muy complejos. Era capaz de regenerarse buscando pluralidad en las juntas, era un poco jesuítico. Por lo que sea, eso se ha roto. No es anecdótico, indica algunas cosas.