Lucas Ferro (Barcelona, 1990) critica la "inactividad" y el "bloqueo" del Govern y aunque asegura que su grupo no se arrepiente de haber apoyado los presupuestos de 2022, se desmarca de los "vaivenes" del presidente, Pere Aragonès. En una entrevista con Crónica Global, el portavoz adjunto de En Comú Podem en el Parlament asegura que su formación no es la del "‘no’ a todo, pero proyectos como BCN World o los Juegos tienen difícil justificación".
--Pregunta: ¿Contundente con el rechazo a dialogar el calendario escolar?
--Respuesta: Lo primero que pedimos a la consejería es que no actúe con una política de hechos consumados. Impulsar cambios exige espacios de concertación y de diálogo, pero lo que no puede ser es que la comunidad educativa se entere por la televisión de cosas tan importantes como los cambios en el calendario. Estar siempre tirando por la tangente y evitando el diálogo con los actores sociales es una mala decisión. Nuestro malestar se refiere más a las formas que a la medida en sí, que entendemos discutible, introduce elementos positivos para la conciliación, pero no se puede actuar con una política de hechos consumados.
--Hace poco se ha cumplido un año de las elecciones del 14F, ¿qué balance hacen?
--Decíamos siempre que el Gobierno de Quim Torra era una prórroga, un intertiempo entre un ciclo político que se ha acabado y la incapacidad de generar nuevos horizontes. Creo que este es el segundo tiempo de esta prórroga. El Govern solo ha aprobado una ley en su primer año, que es la ley de presupuestos. Y ha sido después de un proceso tortuoso en el que nos hemos tenido que implicar para hacer avanzar la situación. Pero, legislativamente, el Govern sigue anclado en la inactividad, en el bloqueo dentro y fuera. Y sigue siendo un Gobierno de prórroga y de intertiempo.
--En Comú Podem apoyó los presupuestos de 2022, pero, desde entonces, parece que hay desconexión con ERC en muchos temas, como decía, en educación, los Juegos Olímpicos de Invierno, la reforma laboral. ¿Se arrepienten de haber dado apoyo a las cuentas?
--No nos arrepentimos. Nosotros estamos dispuestos a llegar a acuerdos si es para desbloquear la situación y avanzar en derechos. Tenemos que hacer una valoración positiva de nuestra implicación. Y también por el hecho de tener presupuestos en un año tan crucial para la recuperación como este. Pero ERC está en un vaivén político, siempre mirando de reojo a Junts per Catalunya, no tiene horizonte político y eso hace que a veces nos encontremos en unos objetivos y en otros, no. Le pedimos al Govern firmeza, valentía, seriedad, tener objetivos claros para desbloquear el país. Y ahí nos encontrarán.
--Hay quien les ha echado en cara el apoyo a los presupuestos de la Generalitat a cambio de garantizar los del Ayuntamiento de Barcelona. Y que eso no servirá de mucho de cara a las elecciones municipales.
--El actor que dice que no quiere un cambio de cromos entre el Parlament y el ayuntamiento somos nosotros. Entendíamos que en los presupuestos de la Generalitat había cosas que, sí o sí, debían ser negociadas. Necesitábamos espacios en ambos casos para negociar. Pero si íbamos a un intercambio de cromos, primero que desprestigiábamos la política catalana y luego no íbamos a ser capaces de ofrecer soluciones en elementos fundamentales, como la sanidad pública, un psicólogo público, el transporte público, la transición energética… Creo que hicimos bien. La oferta de que el PSC se abstuviese a última hora era muy golosa, pero ERC y nosotros debemos estar satisfechos. Fue difícil y a contratiempo, pero mejoramos sustancialmente el presupuesto.
--En el anterior mandato, Jéssica Albiach definió el acuerdo presupuestario con Aragonès como la primera piedra de un tripartito entre PSC, comunes y ERC. ¿Cómo ve ahora esa posibilidad?
--Se juntan dos cuestiones. En la teatralización de las malas relaciones entre ERC y PSC, siempre gana Junts per Catalunya. Haya el resultado que haya, siempre va a formar parte del Gobierno de Cataluña. Y llevamos así 10 años. Hay una parte de esa gesticulación y vetos cruzados que se deben levantar para construir una alternativa política en Cataluña. También es evidente que el PSC está haciendo un viraje en términos económicos. Es capaz de pactar bajo la mesa con Junts temas como el aeropuerto, los Juegos Olímpicos de Invierno o construir Las Vegas en el Camp de Tarragona. Construyendo pelotazos urbanísticos en toda el área metropolitana de Barcelona, desde Gavà hasta L’Hospitalet. Está volviendo a una lógica muy noventera del ladrillazo y las grandes obras públicas para espectáculos y eventos turísticos. Hace falta una reflexión más profunda sobre la necesidad de un Gobierno progresista en Cataluña: ¿para qué?, ¿para dar respuesta a qué retos?, ¿para defender a qué sectores sociales? Y esa respuesta, quien está en mejor posición para liderarla es En Comú Podem, que es capaz de formar un Gobierno donde las clases populares se sientan representadas.
--Su ‘no’ a los Juegos Olímpicos, BCN World, aeropuerto… ¿Es condicionado? ¿Hay alternativa? El territorio puede pensar que son proyectos necesarios…
--El problema no es cuál es la alternativa. La pregunta es qué proyecto es ese. Qué proyecto de país representa apostar por el macroturismo cuando estamos viviendo una crisis del modelo turístico que exige políticas públicas, de transformación, de diversificar la economía. Nos preguntan por qué estamos en contra de los Juegos. Es que no va a haber nieve; los informes climáticos son claros y rotundos. Todas las infraestructuras vinculadas a los Juegos, en 2032 ¿de qué sirven?, ¿de qué sirve dedicar capital a proyectos que no tienen futuro? Construyes una pista en el aeropuerto en una zona donde sabes que en unos años subirá el nivel del mar y seguramente será inutilizable. Eso no representa más alternativa que aquellos que consideran que los fondos europeos están para gastar en obras públicas y en reconstruir alianzas político-empresariales en Cataluña. Y en esa disputa están metidos a fondo el PSC y Junts. Nosotros no somos del ‘no’ a todo. Pero proyectos como BCN World o los Juegos tienen difícil justificación. Por ahí no podemos pasar. Vienen fondos europeos, pero decidir en qué invertir determina los próximos 20 o 30 años. Y la propuesta es convertir Cataluña en Disneyland París a base de proyectos urbanísticos y obras públicas que no tienen ningún horizonte de futuro. Eso es quemar dinero porque te quema en el bolsillo. Pensemos en la industria relacionada con la transición ecológica, la digitalización de la economía, hablemos con el sector turístico y el sector primario para ver cómo tratar su reconversión.
--El Govern ha presentado a En Comú Podem, ya que son ‘socios’ presupuestarios, algún proyecto concreto sobre los Juegos de Invierno.
--La propuesta que se incluía en los presupuestos es que en Cataluña se diera un espacio que se ha dado en muchas ciudades y países que han querido ser sede o subsede de los Juegos, que al menos hubiera una consulta para que el territorio pueda decidir. Para ello, el Govern debería hacer pública su propuesta y hacer públicos los estudios de impacto social, económico y ambiental que se han hecho. Eso se debe publicar antes de la consulta. Y a partir de ahí será posible que todos los ciudadanos se posicionen, con todas las cartas sobre la mesa. Lo que estamos viviendo con los Juegos y el aeropuerto son power points con cinco diapositivas de un proyecto que no está diseñado, pensado o presupuestado. Y del que no se conocen sus consecuencias. Vamos a exigir máxima transparencia.
--¿Qué alternativas propone En Comú Podem para revitalizar esa Cataluña vacía?
--Lo primero que hay que hacer es dejar de situarla en un chantaje urbanita basado en “o aceptáis los Juegos o no habrá infraestructuras en la Cataluña vaciada” o pirenaica. Eso supone supeditar sus intereses a los tuyos. Hay otros proyectos que están encima de la mesa, como la Agenda Rural, donde los territorios asumen el protagonismo a la hora de exigirle al Govern qué infraestructuras necesitan, qué inversiones y qué proyectos son estratégicos para ellos. Hay algunos proyectos que van a abrir ese debate, en materia de renovables, por ejemplo, pues veremos aflorar parques de energía eólica en Cataluña. No puede ser que esos territorios queden supeditados a ser suelo barato para las renovables. En las transformaciones que necesita la agricultura, cómo se diseña el transporte público no solo en el área metropolitana. El desarrollo de la fibra óptica. Y cómo generar oportunidades en el territorio, vinculadas al sector primario, pero también al turismo rural. Es sobre estos proyectos sostenibles, con futuro a 20 o 30 años, en los que hay que basar la Agenda Rural, y no sobre un chantaje sobre macroeventos que durarán dos semanas y quedarán muertos de por vida.
--Han presentado en el último pleno una interpelación sobre financiación justa. ¿Está relacionada con la nueva financiación autonómica, en la que el Govern parece no estar interesado?
--Hemos propuesto algunos elementos clave. No puede ser que cada vez que en España se habla de financiación autonómica, el Govern no vaya a las reuniones y la silla de Cataluña esté vacía. Y luego vengan al Parlament y lloren por la financiación semanas, semanas y semanas. Las sillas están para ocuparlas en temas tan centrales. Es indispensable que Cataluña tenga voz propia en ese debate. Nosotros proponemos una comisión de estudio en el Parlament sobre la financiación que nos permita un amplio consenso. Todos los actores políticos no vamos a estar de acuerdo, pero debemos tener la capacidad de generar una financiación justa. Nosotros situamos algunos elementos de debate. Se debe acabar con la deslealtad fiscal entre comunidades. No puede ser que Madrid se constituya en un paraíso fiscal encubierto porque eso nos resta capacidad a todas, a Cataluña, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Valencia… Todas están pendientes de la fuga de capital y de empresas porque hay una comunidad que precisamente porque es capital política y financiera, puede hacer competencia desleal. Luego el principio de ordinalidad: las comunidades deben tener ingresos en función de la población que tienen, es decir, sobre las necesidades que tienen sus ciudadanos. El Parlament puede encontrar propuestas para que el Govern se siente en la silla y diga que esto no es una propuesta de la Cataluña del 52%, sino de tres cuartas partes del Parlament, de una mayoría de Cataluña para abordar una crisis estructural que tiene España desde 2008 y la que supuso las políticas de austeridad para todas las comunidades autónomas.
--Puede que ahí se visualicen las diferencias entre Junts y ERC…
--¡Pero eso está bien! Y es lícito. Y también que el Parlament lo aborde y la ciudadanía sepa la propuesta de financiación de Junts, ERC, los comunes, PSC, la CUP y el resto de formaciones sobre cuáles son las urgencias que creen que hay hoy, más allá del debate sobre la independencia. Si sabemos hacer un debate enriquecedor para la ciudadanía, ganamos en ser capaces de abordar un debate central para Cataluña.
--Esa política de silla vacía de ERC en esos foros sobre financiación contrasta con su gran defensa de la mesa de diálogo. ¿Cómo ve esa negociación?
--Hemos vivido un tiempo en el que el mero hecho de sentarse y desenquistar una situación en la que se negaba la mayor, la posibilidad de un diálogo institucional, ya ha sido positivo. Pero no es suficiente. Y creo que 2022 debe ser el año en el que el gesto de dialogar dé frutos. De esa mesa deben salir acuerdos para desbloquear la situación. Debemos pasar de la foto del diálogo a al diálogo, que Cataluña avance tras 10 años de bloqueo. Será bueno también para España.
--¿Qué tipo de acuerdos, cuál sería el punto de encuentro entre ERC y Junts, y un Gobierno que rechaza la amnistía y la autodeterminación?
--Ambas partes deberíamos asumir, con la responsabilidad que eso conlleva, que no se puede romper la mesa de diálogo. Que no hay nada más. Romper el diálogo institucional es una barbaridad. Debemos protegerlo de las estridencias del día a día, pero se deben construir compromisos valientes. En la medida que dé sus frutos, creo que se producirá una inercia de confianza que permita abordar discusiones políticas, competenciales y financieras. Lo fundamental es que, en lo táctico, a lo mejor es muy goloso levantarse de una mesa a seis meses de unas elecciones, pero es un error estratégico. Este país no se puede permitir que no funcione esa mesa de diálogo, porque de ella dependen las aspiraciones de cambio, no solo en Cataluña, sino del conjunto de España.
--¿Pero en qué contenidos se puede avanzar?
--La mesa debe ser un avance de descentralización y de la soberanía de las instituciones catalanas. De federalización de las relaciones. Que Cataluña salga fortalecida en términos democráticos, competenciales y financieros. De capacidad de administrar las crisis que vive Cataluña. Los avances se irán produciendo. Creo que pronto habrá acuerdo sobre la gestión de Cercanías. Nosotros estamos apretando para que el Govern acuda a defender un acuerdo fiscal en los espacios que corresponde. Habrá un acuerdo sobre la transferencia de becas, una reclamación histórica de Cataluña. No solo porque el encaje autonómico ha tenido siempre sus límites, sino porque desde 2008 se han perdido espacios de decisión en las comunidades. Recuperarlos será bueno para Cataluña.
--Hablando de estridencias, ¿cómo has visto la crisis del PP?
--Creo que todos lo estamos siguiendo como una teleserie. Ves Vota Juan y luego miras las noticias y ves que, aunque lo intenten, no llegan al nivel de la política española. Creo que estamos viviendo lo peor de la política, de la disputa del poder por el poder. Creo que a Pablo Casado, la regeneración le importa muy poco. Casado ha sido el portavoz de la corrupción en el PP durante toda su carrera política. Lo de los contratos le da igual. No te encuentras por casualidad a tu hermano (se refiere a Ayuso) en 18 contratos públicos en medio de una emergencia sanitaria. La ciudadanía debe tener respuestas. Esconder la cabeza bajo las crisis internas del PP no resuelve lo que es una situación irregular o, como mínimo, profundamente inmoral. La ciudadanía debe ver algo más que la resolución de una disputa entre Ayuso y Casado, debe tener explicaciones que vayan al fondo de la cuestión.
--Se acercan las elecciones municipales. ¿Se equilibrarán la presencia de Podemos y los comunes, como han reclamado en varias ocasiones?
--Tenemos la oportunidad de construir esos espacios conjuntos de coprotagonismos entre ambas fuerzas desde las elecciones municipales y, por tanto, desde la base de los partidos, desde sus militancias locales. En breve podremos cerrar acuerdos municipales y anunciar que nos vamos a presentar conjuntamente. Estamos trabajando en ellos, las relaciones son buenas. Estamos en muy buen momento. Las elecciones de 2023 deben ser un punto de inflexión en este espacio político que Cataluña necesita.
--El auge de la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz ¿puede influir en la correlación de fuerzas?
--Todos somos conscientes de que nuestro espacio político vive un momento de cambio que no puede ser solo un relevo de liderazgos, sino que debe ir acompañado de reflexiones más amplias, de cómo abordar los futuros retos. Lo que pasa en política estatal tiene resonancia. Pero nosotros tenemos la responsabilidad de construir un sujeto político propio en Cataluña, capaz de dar respuestas, desde nuestra tradición catalanista y federal, a la crisis que vive el país. Ese es un reto central para el espacio y ese reto no te lo van a construir desde fuera. Tienes que ser tu el protagonista del cambio en el conjunto de España. Como militantes, todos tenemos espacios de reflexión y decisión, pero sin desatender nuestra responsabilidad de construir un espacio fuerte en Cataluña, capaz de contribuir a un cambio en España.
--Sobre la imputación de Ada Colau por una serie de subvenciones ¿cree que tuvo que dimitir, como parece indicar su código ético?
--No, la verdad es que no. Nosotros vivimos esto con cierto hastío, de estar en el día de la marmota. Creo que ningún ciudadano de Barcelona, los que votan a Ada y los que tienen profundas discrepancias, cree que haya robado ni se haya lucrado en el Ayuntamiento de Barcelona. Esta causa ha sido archivada con anterioridad, pero además no tiene que ver con la voluntad de lucro de la presencia del hermano de Ada Colau en 18 contratos. Tiene que ver con la defensa de espacios sociales que hacen una ingente labor en la ciudad, han ayudado a parar desahucios, a pelear por espacios públicos. Los contratos con ellos ya existían en la época del alcalde [Xavier] Trias. Como partido, tenemos una preocupación nula por ese procedimiento judicial, no solo en términos jurídicos, sino también políticos. Forma parte de una estrategia de desgaste.