Pere Aragonès junto a Puigdemont, con el Kremlin de fondo / MONTAJE CG

Pere Aragonès junto a Puigdemont, con el Kremlin de fondo / MONTAJE CG

Política

De los líos de Puigdemont a la defensa de la unidad de Ucrania del independentismo

La reacción del gobierno de Aragonès a la guerra iniciada por Rusia supone el carpetazo definitivo a la eurofobia del fugado y a las complicidades de su núcleo duro con Putin

25 febrero, 2022 00:00

Otoño de 2017. Un enviado de Carles Puigdemont se reúne con un diputado ruso para pedir el apoyo de su país a la independencia de Cataluña a cambio de que la futura república catalana reconociera a Crimea como parte de Rusia.

Invierno de 2022. Pere Aragonès califica la invasión rusa de Ucrania como una "violación del derecho internacional", mientras que la consejera de Acción Exterior, Victòria Alsina, afirma que “Ucrania es un país soberano que tiene derecho a decidir su futuro y alianzas estratégicas sin injerencias extranjeras". "La perversión del principio de autodeterminación que hace Putin por encubrir una agresión imperialista no es aceptable. Nunca la fuerza por encima de la democracia”, añade.

Cambio de actitud

¿Qué ha pasado en esos cinco años para que el independentismo haya cambiado de actitud? Principalmente, los intentos frustrados del fugado Puigdemont de granjearse la amistad de Rusia para desestabilizar a una UE contraria a la secesión catalana, un cambio de gobierno en la Generalitat y la importancia de la unidad europea para afrontar crisis como la pandemia del Covid, con los fondos Next Generation como máximo exponente.

Dicho de otra manera, el Ejecutivo de Aragonès ha dado carpetazo definitivo a los juegos geoestratégicos del entorno de Puigdemont, plasmados en el sumario del caso Voloh, que lejos de suponer un avance en el camino hacia la independencia catalana solo aportaron desprestigio ante una Comunidad Europea, hoy unida ante el ataque ruso a Ucrania.

La consellera de Acción Exterior y Gobierno Abierto en la Generalitat Victòria Alsina durante la reunión con el cónsul general de Ucrania en Barcelona, Vorobyov Artem / EUROPA PRESS

La consellera de Acción Exterior y Gobierno Abierto en la Generalitat Victòria Alsina durante la reunión con el cónsul general de Ucrania en Barcelona, Vorobyov Artem / EUROPA PRESS

Los coqueteos de Puigdemont se prolongaron más allá de los días convulsos de 2017 --referéndum y declaración unilateral de independencia--, pues dos años después, el entonces presidente Quim Torra bendijo la idea de una mediación rusa para resolver las diferencias entre la Generalitat y el Gobierno español. El dirigente independentista se hizo eco de un artículo de opinión publicado en el diario Komsomolskaya Pravda, cuyo director adjunto planteaba a la UE que el Ejecutivo liderado por Vladimir Putin ejerza como mediador entre los intereses de los dirigentes del procés y el resto de España.

"La destrucción de la autoridad moral de la UE"

El polémico texto fue difundido a los cuatro vientos por Josep Lluís Alay, responsable de la oficina de Carles Puigdemont. Junto a Víctor Terradellas, Alay aparece en las grabaciones del caso Voloh entre los principales instigadores de esas alianzas rusas, de las cuales el expresidente tomó distancia, aunque queda constancia en sus escritos de su eurofobia. Puigdemont, que todavía es eurodiputado, denunció “la completa destrucción de la autoridad moral de la UE” en un diario ruso, y en Twitter advirtió de que “no nos olvidaremos de su silencio y su cobardía. Ni de sus mentiras para favorecer la represión del Estado”.

Tal como publicó Crónica Global, los mensajes interceptados por la Guardia Civil a los miembros del núcleo duro de Carles Puigdemont desvelan hasta qué punto estaban convencidos de que Rusia apoyaría la independencia de Cataluña. “Si apostamos en público por el Kremlin, hagámoslo de verdad”, escribe Josep Lluís Alay el 23 de agosto de 2020. Su interlocutor, el abogado Gonzalo Boye, se mostraba entusiasmado con la idea. Pero también temeroso de que el entorno del fugado “moleste” a Putin con referencias al caso Navalny o a Bielorrusia.

Meses después llegarían las elecciones autonómicas del 14 de febrero y, con ellas, un cambio de gobierno en la Generalitat. Tras un tortuoso proceso de negociación, Aragonès lograba imponer su estrategia de diálogo con el Gobierno a sus socios de Junts, lo que de facto suponía relegar a Puigdemont a un segundo plano.

Josep Lluís Alay, hombre de confianza de Puigdemont

Josep Lluís Alay, hombre de confianza de Puigdemont

Fondos europeos

La pandemia y el ataque de Rusia contra Ucrania han dado un baño de realidad a Govern, consciente de que situarse como outsider en las crisis internacionales no sirve de nada. Lejos de ser una anécdota, que los Presupuestos de la Generalitat de 2022 se nutran principalmente de los fondos europeos Next Generation demuestran que la Generalitat, en pleno proceso de reconstrucción posCovid, no puede permitirse el lujo del ostracismo.

De ahí que Aragonès demostrara ayer un importante sentido institucional al contactar con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para ofrecerle colaboración para acoger a refugiados de Ucrania en Cataluña y para tratar de minimizar los efectos negativos que puede tener el conflicto.

Por su parte, la consejera de Acción Exterior ha condenado “de forma rotunda el ataque, la agresión y la amenaza de Rusia sobre Ucrania” y ha asegurado que "creemos que es muy importante una respuesta unitaria de la UE".