Cristian Segura (Barcelona, 1978) conoce el paño. Es periodista y miembro de una familia que ha formado parte durante décadas de una elite empresarial y económica en Barcelona que siempre tuvo como hoja de ruta la voluntad de refugiarse en el ámbito privado, de no implicarse en la bronca política y buscar caminos que llevaran a acuerdos. Una forma de ser y de actuar de la burguesía catalana, que se rompió por completo con el proceso independentista.
Esa es su tesis, expuesta en el libro Gent d’ordre, a desfeta d’una elit (Galaxia Gutenberg), que deja en evidencia enormes incongruencias por parte de esa elite, una “enorme desorientación”, y una impotencia a la hora de enderezar lo que se torció por el camino. “Xavier Trias es el icono de la desorientación y la frivolidad del mundo del orden”, asegura, en conversación con Crónica Global, en alusión al que había sido un prohombre de ese mundo del orden, con todos los cargos posibles en CiU, y que fue alcalde de Barcelona. Trias defendió sin ambages el proceso independentista, a pesar de que esa apuesta negaba todo lo que había hecho previamente en su carrera política y lo que defendía su familia y su familia política: los Arraut.
Segura se autoanaliza. Describe las características de un sector social, al que pertenece, que ha estudiado en buenos colegios, que ha ido de “colonias” a Canadá, y que ha podido relacionarse con una élite internacional en China. Se desnuda en un libro, que, sin embargo, tiene el propósito de dejar en evidencia cómo esas clases adineradas “actuaron con total frivolidad”. Los datos son claros: el independentismo se califica de “transversal”, y lo es, pero siempre que se abarque el conjunto de Cataluña. En determinados barrios, los que tienen más renta, de Barcelona, en Sant Cugat, o en Matadepera, --los municipios más ricos de Cataluña y de los más ricos de toda España—se vota a opciones independentistas.
¿Movimiento transversal?
En las últimas elecciones autonómicas, Junts per Catalunya, “el partido del nacionalismo cabra de Carles Puigdemont y Laura Borràs”, fue la fuerza más votada en Pedralbes, Sarrià, Sant Gervasi, Vallvidrera y Tibidabo. Segura señala que el PSC quedó en segunda posición y quedó en primer lugar, por poco, en Tres Torres. Es decir, esos votantes, algunos, los que han despertado del “resacón del procés, como si surgieran de la película Resacón en Las Vegas, han comenzado a ver como una posibilidad de orden a los socialistas. Esa evidencia electoral muestra, indica Segura, que el economista Thomas Piketty acierta cuando defiende que el movimiento independentista es, fundamentalmente, un movimiento de “clases sociales altas, con rentas altas”.
El autor de Gent d’ordre, periodista en el diario El País, sin embargo, insiste en que es verdad que es “transversal”, como defienden las entidades independentistas, cuando se sale de Barcelona y de esas ciudades de renta alta. “Lo he visto en Girona, en Solsona y en otras muchas partes, donde el independentismo lo apoyan gente con recursos medios, con recursos altos y bajos”.
Pero la transformación ha sido fenomenal respecto a esas elites económicas: “Son muchos votantes de CiU, que consideraron que la opción conveniente era el independentismo, de forma frívola, porque no querían quedar atrás, porque vieron que se iba legitimando ese proyecto, a través de sus medios de siempre, como La Vanguardia o Rac1, o los informativos de TV3 que veían por la noche, y porque aquellos dirigentes de CiU, como Artur Mas, o Trias, apostaban por eso”, asegura Cristian Segura.
Roures y Ramoneda, 'pijoprogres' con la CUP
En su libro aparecen todos los nombres, los que Segura denomina como “pijoprogres” y los “pijolocos”, o los “pal de paller”. Y señala a los que han jugado con total descaro a favor de opciones como la CUP, algo complicado de entender, a su juicio. Dos de ellos son Jaume Roures y Josep Ramoneda. El primero es el fundador de Mediapro, que se declara troskista y que defiende el régimen de Cuba o no se atreve a condenarlo, como se escribe en el libro a partir de una entrevista en Catalunya Ràdio.
El segundo es un “pijoprogre” de manual, que dirigió durante años un icono cultural de la ciudad, el CCCB, que había sido miembro destacado de la Junta Directiva del Círculo de Economía y es fundador de la Escuela Europea de Humanidades, un proyecto cultural de la Fundación La Caixa y que declaró que había votado a la CUP, a pesar de su programa político anticapitalista, partidario de nacionalizar empresas y de su declaración de principios, “contrarios a formar parte de la Unión Europea, del euro de la OTAN y del Euroejército”.
Segura encuentra una respuesta, que es también válida para los que ejercieron en algún momento de “pal de paller”, --tipo Trias-- y para algunos “pijolocos” que hacen “lo que quieren porque tienen mucho dinero y pocas ataduras”. ¿Qué explicación? “Mi tesis es que la frivolidad es un rasgo fácilmente identificable en la sociedad catalana contemporánea, y entre las clases dirigentes de Barcelona, y con todas las necesidades solucionadas, todavía es más manifiesto”.
Contra un muro, a sabiendas
La responsabilidad de esos “prohombres” es enorme, para Cristian Segura, que también nombra a “Mas-Colell”. En el caso de Trias, “desconecta de la realidad por pragmatismo, por pensar que el movimiento se podrá controlar”. También es responsable Mas-Colell, “que ahora lamenta que el Tribunal de Cuentas le investigue, pero que, siendo consejero de Economía, se financiaron cosas que él sabía que no se podían financiar”.
Lo que pasó es que “son gente que se suben a un carro, a pesar de que desde el minuto uno se les dice desde Madrid que hay un muro. Rompen con la realidad y todo el vagón va hacia ese muro, sin que ellos digan nada. Se autoconvencen de que, al final, Madrid despejará ese muro, algo que no pasa. Son dirigentes que rompen con ese principio de la realidad, y que tienen 14 pisos y están en consejos de administración. Y es cierto que, después, sí, hay héroes, como yo digo, en el caso del propio Mas-Colell, que se baja del tren, o de Antoni Bayona, que había sido letrado mayor del Parlament”.
Pero si se puede nombrar un representante de todo eso, por la relación con el poder político y por el origen social, es Xavier Trias, de quien Segura señala que pertenece a una familia, pese a todo, “muy catalanista”. Sin embargo, “Xavier Trias es el icono de la desorientación y la frivolidad del mundo del orden”.
Pérdida de influencia
La unidad de todos ellos, de ese ‘Upper Diagonal’, como lo ha bautizado Cristian Segura, se rompe a lo largo del proceso. Esas clases dirigentes se fragmentan. “El proceso independentista es rupturista, los divide”, señala, y se producen movimientos impensados, que el autor de Gent d’ordre identifica con Ferran Rodés, uno de los fundadores del diario Ara, que se enfrenta a Javier Godó, “el último mohicano del mundo del orden”, propietario de La Vanguardia. Rodés “también desafía a La Caixa con el mayor proceso de privatización en Cataluña, Aigües Ter Llobregat, (ATLL) y representa el icono de cómo han cambiado los tiempos”. A juicio de Segura, la nueva elite está en consejo de administración del diario Ara, una elite que “se sube al carro de la insurrección con la idea de controlar lo que saliera del caos”.
El cambio profundo, sin embargo, respecto a la época dorada de aquellas familias, como la propia de Segura, propietarios de Perfumes Segura, es que se ha construido una administración “muy potente”. Y con ella una elite política que domina muchos resortes. Para muchos empresarios “el vínculo con esa administración es muy beneficioso”, para familias como los Sumarroca o los Sorigué, que tienen relaciones con todas las administraciones”. En el libro hay un jugoso ejemplo de la potencia de esos cuadros de la administración, capaces de encontrar soluciones que el lector descubrirá de la mano de Segura en una experiencia en Berlín.
Ahora, y desde octubre de 2019, cuando muchos de esos próceres no pueden entender que se dé rienda suelta a la violencia, que se corten autovías, que se ocupen aeropuertos o vías del AVE, se descubre que ha pasado el tiempo, que el mundo del orden ya no es el que era, y el mundo económico “descubre que ya no manda como antes”. Ejemplos de ello son las advertencias de Foment del Treball respecto a la ampliación del aeropuerto de El Prat. La influencia “se ha perdido y tal vez se lo han ganado a pulso”, concluye Segura.