El torpedo de Junts per Catalunya (JxCat) iba dirigido a la línea de flotación de ERC y su apuesta por el diálogo con el Gobierno español, que, por el contrario, no solo sale indemne, sino que observa desde la barrera cómo la grieta independentista aumenta. Sin embargo, el plante de los neoconvergentes a la mesa de diálogo que se celebra hoy en el Palau de la Generalitat no ha activado el gabinete de crisis que los socios prevén en su acuerdo de gobierno. Y ambas partes aseguran que el cisma vivido ayer no es suficiente para romper la coalición. “Lo de JxCat es postureo, aguantarán en el Govern”, aseguran desde Esquerra. “No hay crisis profunda”, afirman desde Junts.
Condenados a entenderse por la escasa diferencia de votos en las elecciones catalanas del 14F, ERC y Junts han puesto altavoz a sus diferencias con llamamientos a la lealtad por parte de Pere Aragonès y de denuncias de veto por parte de Jordi Sànchez, quien ayer mantuvo largas conversaciones con el presidente. El secretario general de JxCat, que fue el principal responsable de cerrar el pacto de gobierno con Esquerra, criticado por los duros de la formación neoconvergente --Elsa Artadi, Laura Borràs y Quim Torra rechazaron los detalles de un acuerdo a su juicio poco ambicioso y que descarta la vía unilateral--, sostiene que nunca hubo compromiso verbal sobre una delegación catalana integrada solo por consejeros de la Generalitat. Lo contrario de lo asegurado por Aragonès.
Acuerdo ambiguo
Aquel acuerdo de legislatura es ambiguo al respecto. “La delegación catalana en el Proceso de Negociación será elegida por consenso y nombrada por el Govern, con la voluntad de que represente la pluralidad del proyecto independentista y tiene la voluntad de representar y defender los grandes consensos a favor de la autodeterminación y la amnistía de la mayoría del 80% de la ciudadanía”, indica el texto.
La presencia de Pedro Sánchez en la reunión ha descolocado a Junts, que sin una propuesta alternativa para salir del conflicto, había exigido a Aragonès que no acudiera a esa cumbre si el presidente español se ausentaba. Una vez confirmada la asistencia de mandatario socialista, los neoconvegentes recurrieron a una última argucia para poner a ERC contra las cuerdas: proponer que dos indultados --el propio Jordi Sànchez y Jordi Turull-- se sentaran frente al jefe del Ejecutivo español. PP, Ciudadanos y Vox, que hablan de "mesa de chantaje", ya se frotaban las manos. Pero Aragonès lo ha impedido. El origen de ese órdago, como informó este medio, reside en un intento de Sànchez por satisfacer las ambiciones de Turull, lo que abrió el debate sobre una posible salida del Govern para forzar elecciones, finalmente descartado.
Reunión previa Sánchez-Aragonès
A estas trabas formales, se añaden las grandes divergencias que genera esta cumbre entre gobiernos que, si no hay sorpresas, comenzará por la tarde, previa reunión entre Aragonès y Sánchez. Posteriormente, los negociadores se reunirán, ya sin el presidente español y sin que haya trascendido el orden del día. Nadie espera grandes avances en esta primera reunión, pero tampoco en las venideras.
Para el PSOE, la amnistía y la autodeterminación son líneas rojas, mientras que el president catalán se ha comprometido a abordarlas y evitar que la mesa se convierta, como dice JxCat, en una “comisión mixta de traspasos en una versión 2.0”. Tanto los socialistas como Unidas Podemos coinciden en proponer un mejora de las competencias catalanas, así como su blindaje; una reforma de la financiación y una votación que refrende los acuerdos alcanzados. Nada de un referéndum binario, es decir, de ruptura. En eso, los socios del Gobierno están de acuerdo, aunque impriman distintas velocidades y matices en materia de desjudicialización --reforma de la sedición y ley mordaza--. Y es que, a diferencia de JxCat y ERC, los socios de la coalición española exhiben unidad. Otra cosa es la ampliación del aeropuerto de El Prat.