El estudio que desmonta la “solución final” del grupo Koiné sobre Cataluña
Un tesis de la Universidad Complutense demuestra que Madrid recibió tanta migración, o incluso más, que Barcelona, donde se incorporó a la lucha obrera contra la dictadura
12 abril, 2021 00:00Es un argumento que el independentismo más recalcitrante utiliza cíclicamente y que el grupo Koiné ha vuelto a recordar, en este caso con expresiones extremas. El franquismo, aseguran, utilizó la migración interior para erradicar la cultura y la lengua catalana.
Sin embargo, un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) desmonta esa teoría que los miembros de Koiné califican de “solución final” en un artículo publicado la semana pasada con motivo del quinto aniversario de su manifiesto, firmado por la actual presidenta del Parlament, Laura Borràs (Junts per Catalunya). El estudio de la UCM demuestra que Madrid recibió tanta migración interior, o incluso más, que Barcelona, donde tuvo un papel clave en la lucha obrera contra el régimen de Franco.
"Nos parece innegable que la dictadura franquista aspiraba a una solución final basada en la residualización demográfica de los catalanes", defiende este grupo de filólogos, partidarios del monolingüismo, y que tiene entre sus principales seguidores a la candidata a sustituir al cesado Jaume Alonso Cuevillas en la secretaria segunda del Parlament, Aurora Madaula. La diputada confiesa que no soporta que se utilice en castellano en la Cámara catalana.
Sobre esa migración interior que, según ese secesionismo duro “colonizó” Cataluña, versa el estudio Las migraciones internas durante el franquismo y sus efectos sociales: el caso de Barcelona, elaborado por Francisco Andrés Burbano y dirigido por el profesor del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la UCM, Rubén Pallol [Puede leerse en este enlace]. El trabajo, que ocupa 159 folios, fue elaborado en 2013 y es un referente para quienes estudian ese período histórico.
La primera gran ola migratoria a Cataluña, según el autor, se desarrolló durante el periodo de 1914 a 1936, antes de la sublevación del general Franco. “Durante estos años, de 2,2 millones de habitantes que poseía Cataluña en 1910, para 1936 la cifra se incrementó a casi 3 millones”. Entre 1951 y 1960, casi un millón de españoles cambió de residencia, incluida la emigración a Francia, Suiza y Alemania.
En cuanto a la emigración interior, los principales puntos de acogida a finales de los años 50 fueron las zonas de mayor renta y nivel industrial: en primer lugar Cataluña (470.000 personas), seguida por Madrid (412.000) y el País Vasco (152.000). La diferencia entre Madrid y Barcelona, por tanto, no es tan acusada.
Insertos en la sociedad barcelonesa
A esos principales punto de recepción se sumaron Valencia y Alicante. “De todas formas Madrid, Barcelona y País Vasco recogieron por sí solas el 57% de todos los inmigrantes españoles. Los emigrantes supusieron una aporte demográfico altísimo para estas ciudades, de tal forma que en ciudades como Madrid o Barcelona casi llegó a representar la mitad de la población en 1975 (47 y 46%, respectivamente), acentuándose la concentración de población (Cataluña, Madrid, País Vasco y Valencia llegaron al 40,9% de la población total de España), así como la despoblación de las principales zonas de partida de los emigrantes” .
“La situación de Barcelona como tradicional destino de la emigración, hizo que la población inmigrante fuera una parte consustancial de su historia durante el siglo XX. Una población inmigrante, que aunque se encontraba en los márgenes de la ciudad, nunca estuvo fuera de ella. Aun cuando vivían en barracas, estaban totalmente insertos dentro de la economía y la sociedad barcelonesa”, concluye Burbano.
Y ya desde la primera mitad de la década de 1960 y hasta finales del franquismo “será un parte activa la movilización social. ¿Cuál fue el papel de los inmigrantes en la movilización social? Esta es una pregunta difícil de responder con datos concretos. Sin duda, como parte porcentualmente muy importante de la clase obrera, tuvieron que tomar parte fundamental del movimiento obrero y por tanto de la lucha antifranquista”.
Los perdedores
Explica el autor que “hubo una primera emigración en los años 50 que respondió sobre todo a motivaciones políticas. Estaría protagonizada por los perdedores de la guerra, que ante el asfixiante ambiente de sus pueblos de origen deciden tomar el camino de la emigración. ¿Acaso fueron estos emigrantes políticos la primera pieza de la cadena migratoria que se produjo una década después? Aunque algunos estudios confirman esta hipótesis para casos concretos, aún esto es algo que no podemos generalizar para el conjunto del Estado a la luz de los datos disponibles”.
En Barcelona, el cambio de tendencia en los flujos migratorios se reflejó “en que el primer puesto dentro de la población inmigrante pasó a ocuparlo la población de origen andaluz. Frente a una emigración predominantemente de Aragón o Valencia del primer tercio de siglo, el cambio de dinámica no se puede explicar por factores internos de la provincia, sino por el cambio en la dinámica migratoria a nivel estatal”.
“Llegados a la segunda mitad del siglo XX, los inmigrantes participaron en la lucha por las reivindicaciones nacionales catalanas. Y lo hicieron a través de sus organizaciones, CCOO y el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya). Y no sólo eso, sino que el peso de la movilización de masas por las reivindicaciones nacionales de Cataluña fue afrontada precisamente por la clase obrera”, añade el autor.
En este sentido, cita otros estudios que subrayan el “destacado papel del PSUC entre sus militantes en la explicación y educación política del hecho diferencial del movimiento obrero catalán. Con ello contribuyó en gran manera, entre los inmigrantes, al esfuerzo integrador y a evitar cualquier posible brote de división del movimiento obrero por razones de procedencia o lingüísticas, lo que sólo hubiera favorecido a la alta burguesía catalana”.