Salvador Cot (Terrassa, 1965) publica un nuevo libro. En El independentismo en diez victorias que tú hiciste posibles (Bruguera) --con prólogo del director de TV3, Vicent Sanchis--, el editor de El Món repasa los principales acontecimientos del procés con el propósito de insuflar optimismo a un movimiento que no ha conseguido su objetivo: la secesión de Cataluña. Sin embargo, el periodista expone los hechos desde el convencimiento de que los pasos dados acercan irremediablemente hacia el advenimiento de la República catalana. Cot ha conversado con Crónica Global para profundizar en los argumentos que expone en su libro.
--Pregunta: El libro tiene un tono muy entusiasta. Parece que la independencia está a tocar. ¿Cuándo seremos independientes?
--Respuesta: Lo reconozco, es un libro que tiene cierto componente de contrapropaganda. Desde el Estado, desde el unionismo, se dice: la independencia es un objetivo que no es posible, es irrealizable, dejadlo estar, solo traerá consecuencias negativas, traerá decadencia económica, abandonadlo. Esto contrasta con el camino que ha hecho el independentismo desde Arenys de Munt, que yo fijo como punto de partida, hasta ahora, que tiene una mayoría de 74 diputados y una penetración social importantísima.
Salvador Cot opina sobre el independentismo catalán en el plató virtual de 'Crónica Global' / CG
--¿La consulta independentista de Arenys de Munt de 2009?
--En Arenys de Munt, donde se hizo un referéndum desde la base sin que a ningún partido le interesase lo más mínimo, se alinearon todos los elementos de lo que después ha sido el procés: se hizo desde una institución pública (el ayuntamiento), el Estado intervino negando que se pudiera poner la urna allí (y lo hizo Jorge Buxadé, o sea, allí está ya la Abogacía del Estado y el elemento ideológico de Vox), los autocares fachas, la movilización popular, la urna, la conversión de los convergentes en independentistas y la ausencia de los unionistas en aquella urna. Esto predeterminó el recorrido futuro.
--No me ha contestado a la pregunta: ¿Está cerca la independencia de Cataluña?
--Creo que sí, en términos históricos. En esta generación o en la siguiente. Pero no está muy lejos porque creo que no hay una propuesta política del unionismo, ni del unionismo catalán, ni del Estado, o solo proponen la negación de la propuesta independentista.
--¿Ser uno de los estados más descentralizados del mundo no le parece una propuesta potente?
--Eso es un mantra que se repite. Creo que el Estado español aprovecha una cierta inercia global, pero el proyecto serio que tiene el Estado es la ciudad de Madrid. Por eso allí se instalan todos los organismos del Estado, casi todas las empresas del Ibex, en los reservados de los restaurantes de allí se deciden las cosas que afectan al BOE… Incluso hay un cierto nacionalismo madrileño que es de raíz absolutamente egoísta porque no tiene ningún contenido cultural, lingüístico ni social, que incluso ha convertido Madrid en un pequeño Miami de venezolanos… Esto aspira recursos de todas partes, y Castilla se ha vaciado, y Aragón, Extremadura, etc. están en camino.
--Pero sí hay oferta, insisto: la Generalitat controla Educación, Sanidad, miles de Mossos d’Esquadra, innumerables competencias, tiene un presupuesto de más de 30.000 millones de euros...
--Hay descentralización en el gasto finalista pero no en capacidad de inversión. La Generalitat, lo más que hace son rotondas.
--Si esas competencias no le satisfacen, ¿por qué no las devuelve a la Administración General del Estado?
--Las grandes inversiones en infraestructuras, que son las que verdaderamente afectan a la economía, las hace el Estado.
--En la mayoría de las legislaturas de los últimos 30 años, esas inversiones por parte del Gobierno han estado condicionadas por una minoría nacionalista catalana que tenía la llave de la gobernabilidad en el Congreso.
--Sí. Esto es lo que falla…
--¿Por qué no exigió la CiU de la primera legislatura de Aznar avanzar con el corredor ferroviario mediterráneo, si tenía la llave del Gobierno? ¡Y 15 años después se queja de que no se ha hecho!
--El mecanismo del peix al cove siempre era lo mismo: se pactaban unos presupuestos altos pero luego solo ejecutaban un 50% o 60% de eso. Eso ha sido una constante.
--Y no hacían nada por impedirlo. Por tanto, será responsabilidad de CiU y ERC, ¿no?
--Evidentemente que hay una responsabilidad del catalanismo clásico. Si tienes un mecanismo que solo te sirve de propaganda política de cara a tus electores, debes tomar decisiones políticas. No se hizo. Y aún es peor porque muchos políticos se fueron allí a hacer de lobistas. Un mecanismo pervertido y muy bien utilizado por el Estado.
--Asegura que todo comienza en el referéndum de Arenys de Munt. Por tanto, destruye uno de los mitos del nacionalismo catalán contemporáneo que defiende que el procés empezó con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto.
--La sentencia del Estatuto vino a dar dimensión y razón a unos ciudadanos de Arenys que en realidad no tenían dimensión política. La sentencia cerró el otro camino.
--Dice que el independentismo nace de abajo y va hacia arriba pero, según el CEO, en 2009 los partidarios de la independencia eran el 21% y en 2010 llegaron al 25%. No se disparó el independentismo en esa época. Los independentistas se fabricaron después desde el poder.
--Bueno, no había tanta gente que pensara que la independencia era posible. Pero por entonces se publicó una encuesta que decía por primera vez que un referéndum ganaría el sí a la independencia.
--Se llevaba años calentando a la gente. El català emprenyat de Enric Juliana --el principal artefacto de fomento del victimismo en décadas, en el principal periódico catalán-- se lo inventa en 2003, y poco después ya empezaba la monserga del "España nos roba"…
--Sí pero se votó el Estatuto en un referéndum y sufrió un vía crucis: con el cepillo de Alfonso Guerra, etc. Si al final resulta que la voluntad popular expresada en los términos que dijo el Estado no se respeta y hay unos jueces que después se van a una plaza de toros con un puro, que todos los medios pintaban de azul y rojo, y esto está por encima de una negociación política...
--¿Prohibir los toros en Cataluña es una gran victoria independentista?
--Estrictamente es una victoria animalista. Pero sin el impulso de los partidos independentistas esto no habría pasado. De hecho, el Parlament prácticamente se dividió entre independentistas y unionistas.
--Usted lo vende como una victoria del independentismo porque es una posición moderna frente al españolismo rancio. Sin embargo, se prohíben los toros pero se blindan los correbous. ¿No es una contradicción?
--Sí, es una contradicción flagrante.
--Entonces esa victoria del independentismo no es tal, ¿no?
--Los correbous son un subproducto y se acabarán acabando. El TC sentenció contra el Parlament, aunque no hay suficiente base social para que vuelvan los toros. Y el TC se ocupó de esto por una cuestión de nacionalismo.
--Llegamos al 9N, el referéndum de 2014.
--El 9N fue una victoria por la participación. Si no recuerdo mal, Puigdemont, entonces alcalde de Girona, aspiraba a movilizar un millón de personas. Y se le decía que cómo se iba a movilizar a un millón de personas para una cosa que era puramente consultiva…
--Pero si el independentismo decía en esa época que iban dos millones a las manifestaciones independentistas, ¿no?
--Pero el mismo Govern decía que sería difícil movilizar a mucha gente para una cosa que no tendría efecto político…
--Insisto, si ya movían dos millones de personas --según el independentismo--, tampoco parece mucho éxito hacer otra movilización similar a una de esas manifestaciones independentistas. Y todo organizado y apoyado por el Govern, los partidos, los medios, etc.
--Nadie se esperaba esa participación, ni desde el independentismo ni desde el unionismo.
--Ninguna organización neutral certificó la cifra de participación que dieron los organizadores. Se dijo 2,3 millones como se podía haber dicho 1,2 o medio.
--Yo estas cifras me las creo. Las de las manifestaciones se exageran.
--O sea, es un acto de fe.
--Sí. Pero me las creo. Percibí una movilización muy alta.
--Me sorprenden las diferencias de enfoque sobre algunos episodios relatados en el libro. Por ejemplo, es curioso que a los miles que rodearon durante casi un día entero a la comitiva judicial el 20S de 2017 en la Consejería de Economía los trata como “manifestantes”, pero al grupo de antidisturbios de la Policía Nacional que estuvo seis horas junto a la sede de la CUP sin hacer nada y sin bloquear la entrada los acusa de protagonizar un “episodio de acoso contra la CUP” y de “provocación policial”.
--Una cosa son ciudadanos que se manifiestan desarmados, gritando consignas. Y el miedo que pudiera tener aquella señora secretaria judicial o los guardias civiles es un poco personal porque no sabemos qué habría pasado si hubiesen salido. Los Mossos dicen que garantizaban su salida en el primer momento. Y la secretaria judicial, a la que vimos actuar en el juicio en el Tribunal Supremo, tenía un miedo exagerado que seguramente tenía que ver más con sus prejuicios ideológicos que con el nivel de seguridad que ofrecían los Mossos.
--También considera que el 1-O fue “una victoria cívica de dimensiones internacionales”, pero tres años y medio después nadie habla de ella a nivel internacional. El mundo ya no nos mira. ¿No exagera un poco?
--En el mundo hay una lista muy corta de territorios que no se sabe si serán un Estado: Escocia, Euskadi, Quebec… Y Cataluña ha entrado en esta lista. Hay un dosier catalán en el mapa.
--Las elecciones del 21D, ¿otra victoria?
--Fue una victoria contra pronóstico. Cayó el mito de que una gran participación daría la victoria al unionismo. Siempre se había sostenido eso desde Madrid.
--También está el mito de que el independentismo ha crecido, cuando en realidad simplemente ahora todo el nacionalismo es independentista declarado. Pero los bloques (nacionalistas frente a no independentistas) siguen más o menos anclados en dos mitades desde hace 40 años.
--Eso es una parte del fenómeno, pero la otra es que el nivel de movilización, de cultura política y de penetración social es más alto. Y el resultado de un 52% de votos a opciones explícitamente independentistas es mucho. Nunca se había dado. Y el unionismo es el 40-42%, no hay más. En medio están los comuns, que no se sabe en qué lado están...
--Los comuns no se definen como independentistas.
--Ellos no quieren ser contados como unionistas.
--En el libro considera una gran victoria los más de dos millones que dicen que votaron a favor de la independencia el 1-O de 2017. Por esa regla de tres, que este 14F los partidos independentistas no llegasen a 1,5 millones de votos es una derrota.
--Bueno, claro, todo se mira respecto a quién. Es decir, el unionismo sufre una tragedia política que mucha parte de sus votantes simplemente delegan su posición política en la Guardia Civil y en los jueces.
--No está mal apelar a la justicia en una democracia, ¿no?
--Una cosa son sus derechos, pero una posición política, no. El hecho de que no se pueda hacer un referéndum de autodeterminación, o las decisiones del Parlament… Eso es una posición política.
--Dice que el independentismo ha ganado entre las empresas porque ganó las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona. Pero solo participó el 4% (votaron 17.000 de las 423.000 empresas y autónomos con derecho a hacerlo). De ahí a concluir que “el vuelco en las cámaras es un reflejo del desplazamiento hacia el independentismo de la mayor parte del tejido empresarial de base”, ¿no le parece exagerado? ¡Tiene usted un optimismo desbordante!
--No se puede ser independentista sin ser optimista. Es cierto que quiero que el libro también sirva de contrapropaganda. Pero ahora se han generado una serie de empresas de servicios, distribución, etc. que son percibidas como propias por el independentismo. Esto no existía en 2009 y ahora sí.
Salvador Cot responde a las preguntas de 'Crónica Global' en el plató virtual / CG
--Pero ese fenómeno es minúsculo. Usted lo sobredimensiona. Petrolis Independents tiene 12 gasolineras de las casi 2.000 de Cataluña. Bon Preu, la empresa estrella del independentismo, tiene una cuota de mercado del 10%. Parlem también tiene una incidencia mínima. El citado asalto a la Cámara se produjo con solo el 4% de participación…
--Lo que yo destaco es que hay un proceso social muy importante. Fíjese que cuando la ANC lanza la campaña de consumo estratégico, automáticamente es judicializada por Foment.
--Hombre, es una campaña de boicot a las empresas que no se declaren independentistas.
--No es un boicot. El hecho de que digas: consume productos de proximidad, ¿es un boicot a los otros productos? ¿Fomentar los vinos catalanes es un boicot? Cuando Marc Márquez ganó, Repsol le pidió que no saliera al balcón del ayuntamiento de su pueblo, Cervera, porque había pancartas independentistas y a favor de los presos. Eso es una actuación política.
--O sea se pide el boicot contra empresas por su actuación política.
--No es boicot, es una elección.
--En las conclusiones de su libro dice que “el camino” para conseguir la independencia pasa por conseguir la “hegemonía social” y apunta a “colegios profesionales, patronales, sindicatos, entidades, gremios, clubs, empresas”. Esto me recuerda mucho al famoso Programa 2000 de Pujol. Inocular el sentimiento nacionalista en todos los ricones de la sociedad.
--No se puede llegar a un objetivo político ganador sin tener la hegemonía social. De hecho, el régimen español actual durante muchísimos años ha tenido esta hegemonía social en Cataluña. No ha sido discutido. Ha sido visto como un sistema político suficiente, interesante o con el que convivir aceptablemente. Ahora no. Ahora, para una parte muy importante de la sociedad catalana esta hegemonía que tenía el sistema político español, las instituciones españolas, se ha perdido. Y se ha perdido incluso emocional y cívicamente. Se trata de sustituir esta hegemonía social que tiene el sistema político español por otra hegemonía social que tenga una institucionalidad distinta.
Salvador Cot comenta su visión del independentismo para 'Crónica Global' / CG
--Usted anima a la “desobediencia masiva que haga perder el control de la calle al Estado español” y apela a las “manifestaciones de la plaza Urquinaona”.
--Acabará pasando esto.
--Pero usted no lo plantea como una posibilidad sino que insta al independentismo a hacer eso para alcanzar la independencia.
--Es que no veo ninguna alternativa. No veo una vía política. No es lo deseable porque con esto seguramente alguien puede hacerse daño. Nadie quiere que se rompan cosas. Esto o, como mínimo, la amenaza de esto es la única cosa que puede mover al Estado español.
--Entonces, ¿justifica la violencia para conseguir la independencia?
--Nadie en su sano juicio justifica la violencia por motivos políticos. ¿Ocupar el aeropuerto --que se ocupa de una forma violenta, agresiva-- es positivo? No. No es positivo porque no pueden viajar aviones, hay gente que tiene problemas y eso perjudica en general a la sociedad. Ahora bien, esta desobediencia que afecta al funcionamiento correcto de la economía y de la sociedad es un arma de negociación política. Es la única que tenemos, no tenemos ninguna otra desde el independentismo. Y esto no es una cosa catalana, pasa un poco en todo el mundo. Alterar la paz social es una de las formas de lucha política.
Salvador Cot durante la entrevista en las instalaciones de Crónica Global / CG
--Habla de aprovechar el momentum, como decía Torra. ¿Otro día histórico? ¿Cuántos llevamos ya? ¿No se cansan de acumular derrotas históricas?
--Me está diciendo: ¿no es ridículo intentar conseguir la independencia si ya se ve que no se puede? En todo este tiempo el unionismo catalán ha tenido una sola victoria: [la manifestación del] 8 de octubre de 2017...
--Bueno, y la gran victoria final: que no hay independencia.
--Pero eso no lo ha conseguido el unionismo catalán. Lo único que ha conseguido es la manifestación del 8 de octubre. En todo caso, yo echo de menos al unionismo catalán como actor político, porque cuando dice: hablemos aquí, tiene razón; pero cuando no quiere hablar porque tiene a los jueces a la policía, el unionismo catalán deja de existir como actor político.
--Ahí hay una trampa. Porque el final del recorrido de ese planteamiento es que los no independentistas participen en un referéndum independentista en Cataluña para legitimarlo. Y no parece que vayan a cometer ese error.
--Pero eso es delegar en los jueces.
--Y usted, que propone la desobediencia, ¿cuántas veces desobedece la ley para avanzar hacia la independencia?
--El día que sea útil lo haré.
--En su libro señala que cuando detuvieron a Puigdemont en Alemania en 2018 “se desata la euforia en Madrid” y destaca la “furia patriótica” de El País y “el fervor españolista” de El Periódico. Pero yo recuerdo que el 25 de septiembre de 2012, cuando usted era director de Nació Digital, tituló la convocatoria de las elecciones de Artur Mas como: Últimas autonómicas. Llevamos cuatro autonómicas desde entonces. ¿Aquello también fue “euforia” independentista o “furia patriótica”?
--Bueno, los medios están polarizados. Y ya le he dicho que no se puede ser independentista sin ser optimista. Imposible.
--Sí, el libro denota un optimismo desmedido.
--No se puede ser independentista sin ser optimista. El hecho de que el Estado español sea más fuerte que los partidos independentistas, las instituciones, las entidades, no puede llevar a una desmovilización o a abandonar el objetivo. Desde nuestro punto de vista, el hecho de constatar una inferioridad institucional, política, no es suficiente como para abandonarlo. Si no, no se habrían ganado grandes luchas justas. Y para nosotros esta es una causa justa que ha mejorado la humanidad. Es un objetivo difícil, complicado y para mucha gente utópico pero que creo que es posible y que vamos en esa dirección.