Ya es oficial. La CUP quiere la presidencia del Parlament. Un cargo al que también aspira Junts per Catalunya (JxCat). La pugna está asegurada. ¿Era la situación prevista o, mejor dicho, deseada por ERC? La próxima semana será decisiva, pues ayer comenzó oficialmente la cuenta atrás para la constitución del nuevo Parlament.
Pere Aragonès, presidente en funciones, firmó ayer el decreto, según el cual, la sesión se celebrará el viernes 12 de marzo, la fecha límite establecida tras las elecciones del 14 de febrero. La decisión del republicano de apurar los tiempos demuestran que las negociaciones para formar gobierno siguen encalladas. Y precisamente es la presidencia de la Mesa de la Cámara catalana el principal escollo. Se trata de un puesto clave, que da visibilidad y que permite decidir qué iniciativas parlamentarias se tramitan.
Una parte importante del desafío independentista tuvo como escenario ese órgano, que ahora preside ERC, pues así se pactó con JxCat, que ha presidido la Generalitat en este último mandato. Por ello, dado el intercambio de roles, los neconvergentes exigen ese cargo para reeditar una coalición con los republicanos y apoyar la investidura de Aragonès.
La CUP propone a Sabater
Sin embargo, los antisistema piden paso. Tras una serie de debates con la militancia, han trasladado a ERC y JxCat que están dispuestos a asumir la presidencia de la Mesa en la nueva legislatura. Algo que condicionan a garantizar la soberanía del Parlament. La persona propuesta sería Dolors Sabater, exalcaldesa de Badalona (Barcelona), a quien su propio partido escondió en los debates.
La decisión no está tomada, pues Esquerra mantiene una estrategia, algo peligrosa, consistente en dejar que JxCat y CUP visualicen sus diferencias, ideológicamente irreconciliables. “Si los neoconvergentes rompen la baraja, ¿se quedarán solos ERC y comunes?”, se preguntan fuentes conocedoras de las negociaciones.
Estrategia peligrosa
Estrategia peligrosa porque los republicanos pueden quedar atrapados por una formación antisistema con la que, según ha admitido el partido de Oriol Junqueras, es más fácil negociar. ERC necesita visualizar su talante progresista e integrador invitando a la CUP y a En Comú Podem a formar parte de ese gobierno amplio. Pero los comunes no quieren saber nada de cogobernar con JxCat.
De hecho, los últimos gestos de Esquerra --plante a Seat y al rey, reafirmación de un referéndum de autodeterminación, rechazo a las reclamaciones de estabilidad de los empresarios-- han estado muy dirigidos a los cupaires. Algo que escuece a JxCat, con quienes han acordado activar los grupos conjuntos de trabajo sectorial. Un encuentro del que ERC valora la “confianza mutua” establecida, y que contrasta con las tormentosas relaciones mantenidas por los republicanos con JxCat en el anterior mandato.
¿Reventar las negociaciones?
De hecho, el núcleo duro de Carles Puigdemont amaga con reventar las negociaciones --jaleados por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), exigen poner fecha al referéndum y marcar la estrategia de ERC en Madrid-- y pasar a la oposición. Pero se hace difícil pensar en una renuncia de los neconvergentes a las decenas de cargos que ahora tienen en la Generalitat.
Mientras ERC espera a que la pugna entre JxCat y CUP le haga el trabajo sucio, crecen las oportunidades para que la socialista Eva Granados se convierta en presidenta del Parlament. Cargo al que también aspira Joan Carles Gallego, número dos de la lista de los comunes, que también exploran complicidades de carácter social, ecológico y fiscal con la CUP. Ayer se reunieron representantes de ambos equipos. Pero la aritmética parlamentaria complica que ambas formaciones de izquierdas puedan formar parte al mismo tiempo de la Mesa del Parlament.