El independentismo se ha abierto en canal, con estrategias claramente diferenciadas. Los matices se han abandonado. Y quien ha provocado ya una ruptura total es el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, un independentista que obedece a Carles Puigdemont y que ha tenido un cometido a lo largo de toda esta legislatura, hacer la vida imposible al presidente del Parlament, Roger Torrent. Pero ahora las cosas se han afeado mucho más: su decisión de reunirse con partidos de la ultraderecha, dentro del independentismo, con irredentos como Santiago Espot, ha levantado un muro con Esquerra, que ha tomado acciones drásticas, como la ruptura con Democràtes, el partido que lidera Toni Castellà, con dos diputados en el grupo de ERC en el Parlament.

Costa, que señaló que no sabía con quién se iba a encontrar en esa reunión, una posición que ha negado Espot, al indicar que se encontró “cómodo” en todo momento, no ha hecho otra cosa que trabajar en la línea que le indica Puigdemont: agrupar todo el independentismo “consecuente” para diferenciarse del pragmatismo de Esquerra. La posición de Costa coincide a la perfección con la de Puigdemont, que, en un artículo en La vanguardia, destroza a los republicanos por pretender un “pacto mágico” con el Gobierno español.

[poll:132]

Un choque sin manías

Lo que está en juego es un cambio de rasante. O un gobierno catalán que busque acuerdos con el Ejecutivo central, sin renunciar al proyecto independentista, que es la posición de Esquerra, y de su candidato a la Generalitat, Pere Aragonès, o una vía de choque que demuestre que el problema es de fondo y no de avances más o menos importantes en el autogobierno o en la financiación de la Generalitat. Esa es la retórica, aunque, de fondo, se trate de alcanzar el poder y mantenerlo al frente de la Generalitat.

Josep Costa, vicepresidente del Parlamento catalán y diputado del partido de Carles Puigdemont, Junts per Catalunya / EFE

Las gestiones de Costa para buscar la máxima complicidad de los grupos, movimientos y personajes del independentismo, a la derecha de JxCat, no son a título individual, como apuntan diversas fuentes consultadas, a pesar de las reacciones airadas de Elsa Artadi o de Laura Borràs, desmarcándose de la iniciativa, sino que responden a esa idea de aglutinar todo lo que pueda ir en contra de Esquerra.

Ruptura con los exUnió

Para Esquerra supone un problema de primera magnitud. Por lo pronto, la dirección de los republicanos ya ha pedido a los dos diputados de Demòcrates que dejen sus actas de diputados. Ese acuerdo se rompe y supone que no se repetirá de cara a las elecciones del 14 de febrero. Demòcrates es un partido que surge tras la ruptura de CiU, y, posteriormente, de Unió. Sus dirigentes, como Toni Castellà, habían formado parte de la dirección de Unió Democràtica. Mientras que el ala más moderada derivó en lo que es hoy Units per Avançar, con Ramón Espadaler, que mantiene el pacto con el PSC para ir juntos en las listas electorales, el sector netamente independentista formó Democràtes. Esquerra, en su idea de crecer por la izquierda y por la derecha, se interesó por Castellà, pero la experiencia ha resultado un fracaso. No suma. Al revés, puede restar, porque la estrategia de los republicanos es muy distinta a la de Castellà, que repite una y otra vez que la vía unilateral es la que debe imperar para alcanzar la independencia.

Castellà estuvo en esa reunión con partidos de ultraderecha, junto a Costa, claramente alienado ya con la estrategia de Puigdemont. También la ANC juega a favor de esa línea. Se trata de conformar un bloque de ruptura frente a los republicanos. Si Junts per Catalunya no gana las elecciones, que, por lo menos, Esquerra las gane con la menor distancia posible respecto al partido del expresidente de la Generalitat. Ese es el objetivo.

ERC negocia con "el conde-duque de Olivares"

Puigdemont lo tiene claro. Sigue siendo el referente de todo ese bloque, capaz de señalar que Esquerra peca de ingenuidad y que, cuando negocie con el Gobierno español lo hará también con “el conde Duque de Olivares, con Felipe V, Primo de Rivera y Franco”, porque negociará con “el Estado” y todos sus funcionarios a lo largo de la historia que han defendido una idea determinada de España. Por ello, tacha de “pactismo mágico” al deseo de los republicanos de llegar a acuerdos con el Gobierno de Pedro Sánchez, como réplica a las acusaciones de Esquerra sobre el “independentismo mágico” al que jugaría Junts per Catalunya.

Con todo el independentismo internamente roto, con reproches duros y personales entre sus principales dirigentes, las dos fuerzas políticas se presentarán a las elecciones. Se trata de una batalla campal que ha acabado de agitar Josep Costa, al que no le importan los partidos y sólo persigue “la independencia de Cataluña”.