No habían pasado ni 24 horas desde el cese de Quim Torra, pero las instituciones catalanas ya daban las primeras muestras de parálisis. Mientras el Govern sigue siendo rehén de los equilibrios entre Junts per Catalunya (JxCat) y ERC --Pere Aragonès y Meritxell Budó se ven condenados a convivir durante cuatro meses--, el Parlament rendía un último homenaje al expresidente orquestado por los partidos independentistas, que plantaron hasta tres comisiones donde se debían discutir cuestiones sociales y económicas de gran calado.

De todo eso se habló ayer en esa sesión monográfica sobre la inhabilitación de Torra, donde la oposición puso al Gobierno en funciones ante el espejo. Y también al presidente del Parlament, Roger Torrent, quien tiene la llave para no prolongar innecesariamente este gobierno interino.

"Debate sobre el estado de la nación (catalana)"

Catalunya en Comú-Podem, Ciudadanos y PP dieron un revolcón al legado del expresidente, aplaudido, eso sí, por los suyos. Los diputados de PSC-Units rechazaron ser cómplices del partidismo separatista y no comparecieron. "No aceptamos la manipulación y la instrumentalización de la institución”, dijo el primer secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta.

El presidente en funciones Pere Aragonès, en su escaño parlamentario / PARLAMENT

Dicho de otra manera, lo que estaba llamado a ser un Pleno a mayor gloria del condenado, se convirtió en una especie de “debate sobre el estado de la nación (catalana)”, donde Torra suspendió tanto en sus proyectos identitarios como en gestión de gobierno. Su negativa a convocar elecciones, advirtieron, prolongan un gobierno fracturado y sin credibilidad para negociar o impulsar proyectos. Lo dijo la líder de los comunes, Jéssica Albiach, muy dura con el victimismo y el discurso bélico que Torra volvió a exhibir en su discurso.

Victimismo

El líder de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, también incidió en el bloqueo institucional, en el retroceso catalán provocado por el procés y, sobre todo, en el empeño de Torra en dividir y fracturar la sociedad catalana. Por su parte, el líder del PPC, Alejandro Fernández, ironizó sobre la “represión” de dirigentes que, como el exmandatario catalán, cobran sueldos o pensiones de cienmileuristas.

Sobre las mentiras que han cuajado en el ideario independentista --la de una España demofóbica supuestamente criticada por estamentos internacionales-- y la inanidad de un proyecto rupturista que ha inmerso a Cataluña en la recesión, versaron las intervenciones de la oposición.

Más confrontación

Por su parte, los partidos independentistas se conjuraban para sacar adelante una propuesta de resolución en la misma línea de confrontación apuntada ya por Torra en una aguerrida intervención, en la que quiso demostrar que el autogobierno catalán es víctima de un nuevo 155. ERC se dio una tregua en su pugna con JxCat y su líder parlamentario, Sergi Sabrià, se limitó a loar la figura del inhabilitado. No hubo referencias, como sí se hizo en el pasado, a la necesidad de celebrar elecciones cuanto antes, pero tampoco hubo por parte de los republicanos una adhesión al plebiscito que pide Torra. Eso sí, los socios de Govern lograron que saliera adelante una propuesta de resolución que declara "ilegítima" la condena del político.

El homenaje a Torra fue, por tanto, la prioridad de JxCat, ERC y CUP, que en paralelo plantaron tres comisiones parlamentarias: las de Asuntos Institucionales, Políticas Digitales, y de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia. El tan temido bloqueo institucional tras la marcha de Torra no había hecho más que comenzar.

El tiempo dirá si Cataluña asistió a los últimos estertores del procesismo. Pero según comenta una diputada de la oposición, “ERC tiene que haber tomado nota. El legado de Torra ha sido nefasto. Aragonès tiene cuatro meses para gestionar una pandemia y demostrar que no solo de secesionismo vive su partido”.