Imagen de la Diada independentista del 2019 / EP

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Política

El ‘procés’, una vacuna para evitar otra vía unilateral

El apoyo a la independencia se desploma desde la Diada de 2012 y los expertos señalan que el fracaso del proceso separatista es decisivo para no repetir proyectos similares

28 septiembre, 2020 00:00

El relato, el cómo explica el independentismo lo que ha pasado en los últimos ocho años, será decisivo. Pero también serán determinantes las explicaciones del bloque constitucionalista para reflejar qué consecuencias ha tenido el procés en Cataluña, y también en el conjunto de España, con reacciones como el auge de Vox, que, entre otros factores, se alimentó del “lío catalán”, como ha señalado el filósofo Javier Gomá. Y una de las conclusiones en las que ambas partes pueden coincidir es que el llamado procés "es una vacuna para no repetir una vía unilateral que ha sido muy negativa". Lo sostiene el investigador del Real Instituto Elcano Ignacio Molina a Crónica Global, con la convicción de que el periplo separatista ha resultado "un verdadero fracaso". 

 

 

Diada de Cataluña 2020 / EP

Lo ha sido para los propios independentistas. El vicepresidente de la Generalitat y candidato de ERC, Pere Aragonès, lo ha explicado en su libro L'independentisme pragmàtic (Pòrtic), cuando señala que solo con un "70% u 80% a favor" se podría pedir un referéndum de autodeterminación. La vía unilateral se descarta, aunque esa posición no sea unánime en el movimiento independentista y no la descarte ni Junts per Catalunya ni la ANC de la irreductible Elisenda Paluzie. Esquerra sí lo ha hecho, y el giro es manifiesto desde un primer artículo de Oriol Junqueras tras el referéndum de 2017 en el diario Ara. Los republicanos están convencidos de que sin más apoyos, todo el proyecto queda cojo y que las consecuencias de lo realizado, aunque el propio Junqueras tiene una gran responsabilidad en lo sucedido, han resultado un desastre. 

El dirigente de ERC y vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, ante una simulación de la Diada marcada por el coronavirus / CG

El dirigente de ERC y vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, ante una simulación de la Diada marcada por el coronavirus / CG

Un descenso de 15 puntos

La "vacuna" de la que habla Molina, y que otros politólogos consultados ven con claridad, además de señalar que el independentismo está perdiendo apoyos "entre los más jóvenes y en las clases urbanas", se presenta como una evidencia cuando se observan los datos de los diferentes sondeos del CEO en los últimos ocho años. El dato es contundente: los partidarios de un sí en un hipotético referéndum de independencia ascendían al 57% tras la Diada de 2012

Pero, ocho años después, el último barómetro del CEO, en 2020, indica que esos mismos partidarios --aunque la pregunta ya no es sobre un referéndum, sino sobre qué situación se desea para Cataluña-- descienden al 42%. Es decir, la caída es de 15 puntos, un auténtico desplome. 

 

2012 referendum  Captura de pantalla 2020 09 27 a las 11.21.03

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Enorme cansancio

Esos partidarios tienen delante a un porcentaje mayor de ciudadanos que no quieren saber nada de aventuras independentistas. Si en 2012, los partidarios del no suponían el 20,5%, ahora, en 2020, ascienden al 50,5%. 

Esos últimos porcentajes se han mantenido en los últimos años. Los que defienden la independencia y los que la rechazan han ido variando, pero muy poco. En 2017, antes del referéndum ilegal, los que abrazaban la independencia sumaban el 41,1%, y los contrarios el 49,4%, en una tendencia, eso sí, que marca que los que rechazan la independencia se han ido imponiendo. 

"Lo que ocurre es que el cansancio es ya enorme y no se han visto avances sustanciales respecto al autogobierno, no ya en cuanto a la independencia, y ahora ha llegado una pandemia que exige prioridades muy distintas", indica una fuente del Govern, que asume que las cosas han ido cambiando. 

INDY 2017  Captura de pantalla 2020 09 27 a las 11.43.12

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Ahora 'no toca'

Molina ve una posibilidad, tras comprobar los diferentes datos: "No es tanto que haya un cambio estructural de tendencia que lleve a un descenso rápido ni mucho mayor del independentismo del ya registrado, porque es evidente que no ha sido suflé, pero sí que hay evidencia de que muy difícilmente crecerá --se estanca o más bien retrocede-- y eso puede ayudar a alimentar la idea de ciertas élites (ERC y PDECat) de que ahora no toca y, a la vez, retroalimentar como ha ocurrido en el País Vasco un descenso estructural a más medio-largo plazo". 

Los dirigentes independentistas se encuentran en pleno debate sobre qué hacer. Esquerra lo tiene claro, aunque las dificultades para lograr una victoria contundente frente a Carles Puigdemont aconsejan prudencia y mantener un discurso que no se aparta del todo de los excesos verbales del núcleo de JxCat. Pero el propósito es firme, porque desde 2012 no se ha logrado “ningún avance”, y, en cambio, hay políticos en prisión y una parte de la sociedad catalana ha reaccionado y sigue en guardia, como se comprobó con la victoria de Ciudadanos, con 36 escaños, en las elecciones de 2017.

La importancia estriba en quién y cómo comunica lo que ha pasado. “No se puede jugar en el terreno de juego de los independentistas, por eso hay que insistir en situar el debate en la gestión, en los déficits sociales de Cataluña, y reiterar que el actual Govern es un desastre”, indica una fuente de la oposición parlamentaria.

INDY 2020  Captura de pantalla 2020 09 27 a las 11.28.12

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La clave, en el PSC y comuns

Eso coincide con las apreciaciones de expertos como Ignacio Molina, que ha analizado el procés en el Real Instituto Elcano. “Si se consolida un recuerdo malo del procés, que ha resultado negativo para todos, en la parte de la sociedad catalana que no es nacionalista, en el campo del PSC y de los comuns, y si queda establecido, como parece, que el procés ha resultado un relativo fracaso en la parte nacionalista, todo lo que ha ocurrido servirá como vacuna”.

Todo eso se añade a la interiorización del movimiento independentista entre los más jóvenes. Las encuestas del CEO constatan que existe un alejamiento entre la población más joven y de zonas urbanas, algo muy similar a lo vivido en Quebec, cuando las generaciones más jóvenes, tras los dos referéndums celebrados, identificaron el “lío político” con sus padres y abuelos y apostaron por el futuro y las relaciones con el resto de provincias canadienses, que les ofrecen un futuro económico mejor y conectado a Estados Unidos y a la cultura anglosajona.