El Ayuntamiento de Barcelona y el Gobierno apuestan por la 'diplomacia económica'
La ministra Nadia Calviño defiende la Tech Spirit Barcelona para que la capital catalana mantenga su ascendencia en el mundo digital
25 febrero, 2020 00:00Cuando la instancia política impone su ley, hace pura economía. En medio del clima de acuerdos Cataluña-España, --aunque sin ser tangibles todavía-- la presencia este lunes de la ministra de Economía, Nadia Calviño, apuntala la promesa del presidente Pedro Sánchez de devolver el liderazgo cultural a la capital catalana y apoyar desde el Ejecutivo la inercia de la ciudad brillante de los Juegos del 92.
Barcelona dejó de ser la Rosa de Fuego, que quisieron reproducir brevemente los CDR, para ser el Fénix que sobrevuela la tensión identitaria. En sus élites ha calado el mensaje de la llamada diplomacia económica, un damero institucional integrado por analistas, académicos, emprendedores, centros de excelencia, investigadores, humanistas, representantes sociales y administraciones. En la composición de su entramado civil, Barcelona ha encontrado siempre su mejor remedio. La ciudad renueva cada cierto tiempo su peculiar Diplomacia sin Estado, en cuyo latido existe la convicción ignaciana de “dejar que los otros se salgan con la nuestra”.
Calviño y el primer teniente de alcalde socialista, Jaume Collboni, le pusieron letra a la partitura que viene sonando hace días. En vísperas de la primera sesión de la mesa entre Govern y Gobierno, ambos escenificaron el apoyo del Gobierno al Tech Spirit Barcelona, el primer paso de una alternativa tras la cancelación del Mobile World Congress. El Tech Spirit es la primera respuesta conjunta impulsada por el sector y el ayuntamiento, y con el apoyo de la Generalitat y el Gobierno, y espera congregar a 5.000 asistentes hasta el jueves para crear sinergias y atraer inversiones.
Agenda digital española
Pero la mano del Gobierno no se detiene aquí. El Ejecutivo quiere convertir el Tech Spirit en el primer paso de la agenda digital española del futuro, que será especialmente intensa entre 2020 y 2021. Calviño y Collboni se repartieron los papeles: la ministra apostó por un desarrollo “digital pegado al ciudadano” y el teniente de alcalde quiere robustecer el humanismo tecnológico para que “nadie quede atrás”.
La complejidad del momento presenta además un doble telón de fondo internacional: el optimismo del G-20 respecto al crecimiento económico 2020-2021 y el impacto negativo del coronavirus, que provocó ayer el hundimiento de las principales bolsas (el Ibex 35 dejó al cierre una caída del 4%).
Calviño solo le puso un pero al pesimismo: el alarmismo. “Nuestro papel consiste en ver la duración de la pandemia y hacer lo que proyecten el FMI y la ONU”. Para ambos, Calviño y Collboni, la apuesta por Barcelona va unida a un modelo de sociedad parecido al que propone el Nobel, Paul Krugman partidario de la Banca Postal Japonesa (propiedad del Estado) y de la sanidad pública: "La realidad es que cuando Gobierno se encarga de la atención sanitaria es más barato y tan bueno como la atención médica privada. Por otro lado, las pensiones del Gobierno son más estables y tienen menores costos de operación que las pensiones privadas".
Iniciativas sin dogmas
El profesor de Princeton y articulista de The New York Times, se encuentra en España presentando su libro Contra los zombis. Economía, política y lucha por un futuro mejor (Editorial Crítica). Una década después de la crisis del euro, Krugman admite que subestimó "el compromiso político de las élites europeas con el euro, pero destaca que no esperaba que permitieran que los países sufrieran el dolor y el sacrificio que tuvieron Grecia o España". La ciencia económica revisita el pasado; lástima que solo lo haga ex post.
En los foros de opinión y en medios académicos vinculados a partidos políticos del ámbito constitucional, la elocuencia se está deslizando en acción. Nadie se olvida además de que ERC, fuerza hegemónica del independentismo por su rigor dialéctico, ha iniciado una senda que no condiciona su estrategia, pero que aporta un mayor equilibrio. Vistas las cosas así, la praxis evanescente de Quim Torra --hoy impone la presencia en la mesa de dirigentes en prisión y mañana Dios dirá-- será barrida por la instancia de la real política. Con el tiempo, el arte del relato batirá al refugio fácil del dogma.
Barcelona mestiza
En Cataluña, la movilización civil discreta es un hecho. Así se ha visto en la gran patronal, Foment del Treball –presidida por Sánchez Llibre, junto a su hombre fuerte, Jordi Casas--; en el Círculo de Economía, de Javier Faus; en los mismos debates del Ateneu de Barcelona, una entidad dotada de excesos historiográficos y marcada por la contumaz privacidad de sus peñas; y también en instituciones menos beligerantes, como el mismo Círculo del Liceu o el Ecuestre, un universo muy particular al que se vinculan altos ejecutivos de multinacionales, representantes de cámaras de comercio internacionales y hasta organismos bilaterales, como la influyente Cámara de Comercio Hispano-Norteamericana, presidida por el abogado Jaime Malet. La Barcelona mestiza habla de nuevo con voz propia, sin restricciones de pertenencia ni de nacion.
La apuesta por Barcelona bulle y apunta directamente al ayuntamiento, donde las vacilaciones y la ambigüedad de Ada Colau parecen estar quedando atrás. La diplomacia económica exige un esfuerzo de las instituciones dispuestas a representar al país en el contexto de globalización y crisis. De ellas dependen, en gran parte, el modelo social de bienestar y el pacto de convivencia democrática, que se dan por descontados en las citas electorales.
Una herida que dura diez años
En esta línea de sociedad cohesionada, otro Nobel como Joseph Stiglitz abunda a su colega al preguntarse si las opciones públicas son más eficientes hoy que las privadas, como recoge este catedrático de la Universidad de Columbia, en su último libro, Capitalismo progresista. La respuesta a la era del malestar (editorial Taurus).
”¿Por qué teme el sector privado que el Gobierno ofrezca hipotecas? Si el sector privado es más eficiente como aseguran los bancos, ¿cuál es el problema? ¿No será que los gobiernos pueden ser más ás eficientes?", se cuestiona Stiglitz. Habitual en los círculos profesorales de la Pompeu Fabra y de los institutos académicos de profesores como Jordi Galí o del emérito y exconseller Andreu Mas-Colell, Stiglitz conoce Barcelona como la palma de la mano y cruza a menudo el fondo norte de Cataluña en dirección a Cadaqués, donde ha sido veraneante habitual.
Las dos Cataluñas enfrentadas pueden encontrar un punto medio con la ayuda de la esa llamada diplomacia económica --un concepto que hizo célebre el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius-- al calor del clima de pactos iniciado entre ERC y el Gobierno. Suturar una herida que dura diez años es responsabilidad de todos; de momento, sociedad, ayuntamiento y Gobierno de España se dan la mano. La vía del acuerdo público-privado no puede quedarse en designio.