Tsunami Democràtic o la rebelión de los obedientes
El independentismo más radical carga contra la iniciativa anónima por mantener bajo su control el movimiento y desconvocar las protestas en el aeropuerto de El Prat
16 octubre, 2019 00:00Los autodenominados Comités en Defensa de la República (CDR) eclosionaron por todo el territorio como una suerte de archipiélagos de personas y objetivos, sin apenas relación entre sí. Fue un movimiento que puso en alarma a los partidos independentistas tradicionales, PDeCAT y ERC, que veían como la protesta se escapaba de su control. La degradación de parte de estos colectivos, no obstante, con los siete detenidos investigados por terrorismo y el anuncio de la sentencia ha hecho que la iniciativa de Tsunami Democràtic ocupe la hegemonía nacionalista, y de nuevo se trata de una operación fraguada desde arriba y con el apoyo del star system mediático.
Esta dicotomía ha generado tensiones, y ahora, una parte del colectivo de los CDR, así como del indepedentismo más radical, denuncia que los propios promotores del Tsunami --anónimos e investigados por el Ministerio del Interior tras las protestas en El Prat-- desconvocaron la ocupación en el aeródromo en lo que sería otro “happening” del independentismo. Es decir, movilizaciones masivas que no pasan de la mera escenificación y sin llegar a las últimas consecuencias. Y que, como publicó Crónica Global, recibe órdenes desde Waterloo y por las entidades independentistas.
Sabrià: “Ahora en el aeropuerto y después en las plazas”
El presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià, difundía las consignas de Tsunami Democràtic para colapsar el Aeropuerto de El Prat-Josep Tarradellas pero, a continuación, pedía estar en “las plazas” una vez cayera la noche.
És a dir: Camineu quilòmetres per arribar a l'aeroport i quan hi arribeu, gireu cua per anar a les places. Quins degenerats. https://t.co/ZgVSwAWDgW
— Àstrid Bierge (@astridbierge) October 14, 2019
Esta desconvocatoria en el momento más crítico de la jornada ha generado un gran malestar en todos aquellos sectores, desde la CUP a los afines a Jordi Graupera, que siguen apostando por la vía unilateral y reprochan a ERC y PDeCAT no haber mantenido el “espíritu del 1-O”, en referencia al referéndum ilegal de octubre de 2017.
Evitar el 155
Este martes, El Confidencial avanzaba cómo el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y su vicepresidente, Pere Aragonès, pactaron la semana pasada que la respuesta institucional a la sentencia del Tribunal Supremo quedaría acotada al marco estrictamente legal.
El Govern quiere evitar la intervención de la autonomía, y por ello limita su radicalidad al campo de la retórica, anima a las movilizaciones sin participar en ellas y mantiene una reacción institucional ceñida a la legalidad.
Las cargas de los Mossos
Esta contradicción entre instituciones y calles se ha visto con la intervención de los Mossos d’Esquadra contra los manifestantes irredentos de la causa nacionalista que se desmarcaron de las consignas de Tsunami Democràtic y optaron por quedarse en el aeropuerto barcelonés.
La portavoz del Govern, Meritxell Budó, ha justificado las cargas con un tono paternalista, asegurando que respondieron a la necesidad de evitar por parte del Ejecutivo que los manifestantes puedan ser acusados de un delito de sedición.
Els pego pel seu bé, els pego per protegir-los, els pego perquè són meus. La moral de la colònia. https://t.co/9ujDbne0mK
— Jordi Graupera (@JordiGraupera) October 15, 2019
Una ‘app’ que te controla
Tsunami Democràtic ha lanzado una app para coordinar las próximas acciones y, para acceder a ella, se debe ser invitado por una persona de confianza. Una vez se logra acceder, desde la app se da un código QR. El sistema de códigos permite controlar sus usuarios, tanto en número como en actividad, y ha sido ideado por los mismos que se encargaron de la infraestructura digital y el censo universal de la votación del 1-O.
Mientras los CDR tienen una forma de actuar en red, el Tsunami responde a la línea más oficial de los líderes independentistas. Quizás por ello, el escritor Daniel Gascón, en su libro El golpe posmoderno, definió el procés como “la rebelión de los obedientes”.