Carles Puigdemont, acompañado de Pilar Rahola, Jordi Puigneró, Jami Matamala, Jaume Alonso-Cuevillas y Lluís Puig, entre otros, en su quedada veraniega en Waterloo / INSTAGRAM

Carles Puigdemont, acompañado de Pilar Rahola, Jordi Puigneró, Jami Matamala, Jaume Alonso-Cuevillas y Lluís Puig, entre otros, en su quedada veraniega en Waterloo / INSTAGRAM

Política

Puigdemont es la 'sociedad civil': el autor del "tsunami democrático"

El 'expresident' propicia una nueva campaña, cuando se conozca la sentencia, inspirada en el movimiento ciudadano de Hong Kong

5 septiembre, 2019 00:00

Un movimiento social, que parte de la base y que reclama la unión del independentismo y plantar cara al Estado. Esa ha sido la tesis desde el inicio del proceso soberanista de la cúpula de los partidos independentistas. Y vuelve a ser la de Carles Puigdemont, que señala que la campaña del “tsunami democrático” pertenece a la “sociedad civil”. Pero fuentes independentistas señalan que el autor e inspirador es el mismo Puigdemont, que se ha acogido, ahora, al movimiento ciudadano en Hong Kong, y que reclama la máxima “movilización” cuando se conozca la sentencia del Tribunal Supremo sobre los dirigentes independentistas, que podría llegar en la segunda semana de octubre.

La retórica es la de Puigdemont, “enamorado ahora de los chinos de Hong Kong”, señala un dirigente de Junts per Catalunya. El propio expresidente felicitó a esos ciudadanos que han logrado forzar la retirada del proyecto de extradición a China formulado por la jefa del gobierno Carrie Lam. La maniobra de Puigdemont ha sido la de lanzar una campaña de forma rápida involucrando a los principales dirigentes independentistas y al propio Gobierno de la Generalitat.

"Lucha democrática"

Con una cuenta de Twitter, un canal de Telegram y una web, los promotores --Puigdemont-- señalan que se trata de una respuesta de los ciudadanos a la sentencia del Supremo que llegará en octubre. Con muchas dudas en el seno del independentismo, con Junts per Catalunya en pleno proceso interno de definición, y con Esquerra Republicana consagrada en su estrategia de ensanchar la base independentista, ha sido Puigdemont quien ha dado el paso al frente para no perder ni protagonismo ni poder para seguir liderando el movimiento.

Carles Puigdemont, por videoconferencia con los presos Joaquim Forn, Josep Rull y Jordi Turull el acto de campaña para las municipales y europeas en Sant Cugat / TWITTER

Carles Puigdemont, por videoconferencia con los presos Joaquim Forn, Josep Rull y Jordi Turull el acto de campaña para las municipales y europeas en Sant Cugat / TWITTER

La constante apelación a la “lucha democrática”, “sin violencia, pero con toda firmeza” es propia de Puigdemont, que este miércoles reunió a la plana mayor de Junts per Catalunya para cerrar el camino a la posibilidad de convocar elecciones, que es lo que quiere, precisamente, Esquerra Republicana. Flanqueado por el presidente Quim Torra y por Albert Batet, a quien ha designado como presidente del grupo parlamentario de JuntsxCat, Puigdemont pidió un combate “democrático” con el Estado para que el independentismo recobre “la iniciativa” justo cuando llegue la sentencia del Supremo.

¿Sociedad civil?

La campaña la difundió el mismo Puigdemont, y durante los minutos siguientes y a lo largo de las últimas horas, fueron apoyando el movimiento distintas figuras, todas ellas desde la cúpula de los partidos o del Govern, sin rastro de la “sociedad civil”. Desde Quim Torra, a Oriol Junqueras, Marta Rovira, Ester Capella, Josep Costa, Mireia Boya, David Fernàndez, Elisenda Paluzie o Jordi Cuixart.

Puigdemont ha logrado, eso sí, el apoyo de esas figuras de Esquerra, como Junqueras, Rovira o Pere Aragonès. Pero es el precio que pagan los republicanos para salir del paso. No pueden desmarcarse, pero mantienen su hoja de ruta, a la espera de que se aceleren los acontecimientos.

La sociedad civil destaca por su ausencia. Es el Govern de la Generalitat, controlado ahora por Junts per Catalunya, y Carles Puigdemont, los que definen los nuevos pasos del independentismo. Hasta la sentencia del Supremo. Luego, ya se verá.