Los movimientos proliferan, al margen de la dinámica propia de la campaña electoral a las generales. El catalanismo está inquieto y quiere resurgir de las cenizas, pero todo se confunde con la propia necesidad de supervivencia de espacios como el del PDeCAT. La batalla interna del catalanismo para recuperar el llamado peix al cove es intensa, y se hace necesaria una guía para diferenciar cada uno de los proyectos. El denominador común, sin embargo, es rehacer los espacios políticos para que se recuperen las diferencias ideológicas y se pueda establecer una nueva cultura de la negociación y el pacto.
El primer paso lo ha dado Marta Pascal, la excoordinadora general del PDeCAT, que ha reivindicado que el mundo independentista exconvergente rompa con Carles Puigdemont y con la idea de que se puede hacer política desde Waterloo. El PDeCAT, presidido por David Bonvehí, se ha entregado a Puigdemont, y deberá asumir los resultados que obtenga, integrado en Junts per Catalunya, en las elecciones generales, municipales y europeas en los dos próximos meses.
El caso de Pascal y el PDeCAT
Pascal presentó esta semana el libro de Carles Campuzano, Reimaginem la independència. Campuzano, diputado en el Congreso, pero que no repite en las listas de Junts per Catalunya para el 28 de abril, no renuncia a la independencia, aunque ya en otros términos, pero reclama desterrar las vías unilaterales y hacer política. Defiende que no se puede poner en riesgo “la cohesión social en Cataluña”, y que el peligro es que se creen “dos comunidades” que vivan completamente de espaldas.
Marta Pascal defiende esa línea política de Campuzano. Pero ha recibido importantes advertencias de exdirigentes del partido, y de referentes que siguen ahí, como Artur Mas. El expresidente sostiene que ese paso de Pascal llega antes de hora, y que la excoordinadora general recibirá severas críticas si los resultados de Junts per Catalunya son malos. Pero Mas es consciente de que el PDeCAT no da más de sí, a no ser que asuma una especie de refundación con la incorporación de gente nueva y con nuevos liderazgos.
Marta Pascal, con Esperança Esteve, Carles Campuzano y Lluís Recoder
Teixidó y Lliures
Otro de los movimientos que ya es un partido político es Lliures, dirigido por el exdirigente de Convergència Antoni Fernández Teixidó. Lliures participa en la candidatura de Manuel Valls a la alcaldía de Barcelona. El objetivo es que no gobiernen ni Ada Colau, la actual alcaldesa, ni los candidatos independentistas: Ernest Maragall, por ERC, y Joaquim Forn y Elsa Artadi por Junts per Catalunya. Lo que defiende Lliures, sin embargo, no es lo mismo que lo defendido por Pascal.
Fernández Teixidó
El argumento que se expone es que se ha acabado la “ambigüedad”, y que el nuevo catalanismo, --liberal— en el caso del partido de Teixidó, deberá dejar claro que no tiene entre sus objetivos finales la independencia, ni tampoco un referéndum de autodeterminación. Pero sí una negociación seria para aumentar y consolidar un autogobierno con plena capacidad de transformación social.
Gordó y Convergents
Un nuevo partido, surgido de CiU, es Convergents, impulsado por el exconsejero de la Generalitat Germà Gordó, uno de los estrechos colaboradores, durante años, de Artur Mas. Convergents se presenta en las generales con la abogada Sílvia Requena como candidata, exmiembro de la ejecutiva de Convergència y que compitió en las primarias contra Francesc Homs para ser candidata al Congreso en 2016. Convergents, como Lliures, renuncia a la vía unilateral a la independencia, y apuesta por un nuevo Estatut, con carácter de Constitución catalana, en la línea del proyecto que defiende el Círculo de Economía.
El dirigente de Convergents, Germà Gordó
Lo que defiende el partido de Gordó es que el catalanismo/nacionalismo catalán que proyectó la Convergència de Jordi Pujol debe recuperarse, con el acento en las cuestiones socioeconómicas, de centroderecha, y sin acercarse ni a tomar un café con la CUP, el gran error que se achaca a Artur Mas. La idea de Convergents es que no se puede renunciar al “soberanismo”, y que el futuro de los catalanes lo deben decidir ellos mismos, pero nunca con aventuras unilaterales.
Espadaler y Units per Avançar
De las cenizas de Unió Democràtica surgió Units per Avançar, que dirige Ramon Espadaler. Aquí los matices son mayores. Aunque se defiende el máximo autogobierno posible, el partido de Espadaler se coaligó con el PSC en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre. Esa relación se mantiene, pero se desea ir por libre, con candidaturas propias en las elecciones municipales y con ensayos ya con otras fuerzas políticas, como ha ocurrido en Sant Cugat, con una lista junto a Lliures y Convergents. Lo que se desea es potenciar el alma democristiana, que no casa con algunas políticas del socialismo, aunque puedan caminar un trecho juntos.
Todos esos movimientos tienen un objetivo común, y es el de morder en el espacio que ha logrado Carles Puigdemont con Junts per Catalunya. Ese bloque se ha mostrado, hasta ahora, muy homogéneo, con un independentismo diáfano, con la voluntad de mantener el pulso al Estado. Logró imponerse a Esquerra Republicana, el 21D, por unos escasos 10.000 votos, y la prueba de fuego se dará en las elecciones generales y, principalmente, en las municipales y europeas, en las que Puigdemont es candidato. Una de las incógnitas que pueden esclarecer el mapa de todo ese mundo se despejará en las europeas. ¿Qué pasará si Puigdemont no logra ser elegido eurodiputado, pero sí Oriol Junqueras, como candidato de ERC al Parlamento europeo?
Ramon Espadaler
Portes Obertes al Catalanisme
Una opción diferente es la que representa Portes Obertes al Catalanisme. El objetivo es doble: potenciar un catalanismo integrador, y empujar al independentismo, para que una parte notable del movimiento se baje del autobús. Se trata de un espacio de debate y de reflexión, con integrantes procedentes de la antigua Unió Democràtica, del PSC, y del PP catalán. Lo lidera el notario Mario Romeo. Lo que se pide, como se manifiesta en una carta que se ha enviado a todos los candidatos, es que se explique “de forma clara y transparente qué medidas se proponen para iniciar un camino de diálogo que neutralice el bloqueo que debilita nuestras instituciones de autogobierno”.
El propósito de Portes Obertes no es el de transformarse en una opción política, para competir en las elecciones, pero sí ayudar a que distintas fuerzas colaboren para que el independentismo “pierda la mayoría absoluta”, y se pueda iniciar un nuevo tiempo político en el Parlament.
Mario Romeo, de Portes Obertes al Catalanisme
Bosch y el catalanismo conservador
Con todas esas opciones, todavía hay más movimientos. Es el que promueven el presidente de Societat Civil Catalana, Josep Ramon Bosch, y Eva Parera. Bosch proviene del PP catalán, mientras que Parera, ahora en la candidatura de Manuel Valls, procede de Units per Avançar. Se trata de un movimiento que aspira a representar un catalanismo fiel a España que ponga el acento en el autogobierno de Cataluña, y de orientación conservadora-liberal. Es un proyecto que Bosch quiso impulsar desde dentro del PP catalán, pero fue invitado a salir, de la mano de Alicia Sánchez-Camacho. Bosch contó en aquel momento con la complicidad de Montserrat Nebrera, la candidata a la presidencia del partido, que ahora figura en el consejo asesor de Lliures.
Todo eso, ¿puede fructificar? Por ahora no lo parece. Cada fuerza política y movimiento promueve “sus cosas”, como señala un dirigente catalanista.
Josep Ramon Bosch, presidente de Societat Civil Catalana
Artur Mas, disponible
Pero el paso de Pascal puede precipitar las cosas. Un protagonista de las muchas conversaciones en todos esos ámbitos señala que existe un dilema: o el espacio se crea desde el PDeCAT, aprovechando sus estructuras y su implantación territorial, o se constituye algo totalmente nuevo, que vaya integrando, después, todas esas plataformas y partidos.
Y en la recámara, de nuevo, aparece Artur Mas, que recuerda a sus interlocutores que estará disponible a partir de febrero de 2020.
Artur Mas, el regreso del gallo independentista / FARRUQO