Tensión, cruce de reflexiones, sin cortapisas y con pasión. Pero con un llamamiento claro al entendimiento. Un alegato periodístico, con todas las letras, para el “desarme” del proceso independentista, para acercar posiciones entre Madrid y Barcelona, y buscar soluciones factibles. Todo eso pidieron este lunes un puñado de periodistas, sin eludir responsabilidades, de ellos mismos y de las empresas periodísticas, de los grupos privados de comunicación y de las corporaciones públicas de medios. Todo con el broche del último mohicano de la política, ya retirado hace años: Miquel Roca, con una frase lapidaria: “Lo tenéis difícil, muy difícil –los periodistas—porque vivimos en un momento donde prima la banalización de la mentira”, emulando la idea de la banalización del mal, de Hannah Arendt.
Lluís Bassets, Mònica Terribas y Antonio Franco, conducidos por Pedro Vega, dieron rienda suelta a sus interpretaciones sobre la profesión y sobre el proceso independentista, en el contexto de un cambio profundo en la profesión, con las nuevas tecnologías y el triunfo de las noticias de impacto, y de las noticias falsas.
El "elefante" del procés
Fue en el Palau Macaya, en un debate surgido a partir del libro Los periodistas estábamos allí para contarlo, que ha reunido a más de 150 profesionales que vivieron y explicaron la transición política. El debate, organizado por el Club de Roma en Barcelona, con la intervención de su presidente, Jaume Lanaspa, quería relacionar dos conceptos que no deben ir nunca separados: periodismo y calidad democrática.
El debate circuló por los cauces ‘democráticos’, con exposiciones razonadas y sin aspavientos. Pero, ¿qué ocurrió? Que apareció el “elefante” del procés. De hecho, era latente. Se respiraba. Los periodistas allí reunidos querían y necesitaban hablar de ello, con un foro repleto de otros periodistas de Madrid, en ese intento de crear un foro estable entre los profesionales de las dos ciudades para acercar posiciones.
Bassets, Terribas, Franco y Vega, en el Palau Macaya /CG
Y surgieron todos los debates posibles. Mientras Terribas, que conduce El Matí de Catalunya Ràdio, aseguraba que todos los medios, públicos y privados, se habían enfrentado a los mismos problemas, Antonio Franco le replicaba que “sin los medios públicos y algunos ‘concertados’ el procés no habría evolucionado como lo ha hecho”.
La tesis de Franco fue que el poder político había “privatizado” los medios públicos, es decir que había conseguido que hablaran y defendieran --también en el presente-- la cuestión en nombre de una parte, pero no de todos, como debería ser su misión. De los privados se le supone, aunque se debería primar el bien general, pero de los públicos se le exige esa pluralidad que, a juicio de Franco, no se ha reflejado.
Sin un lenguaje bélico
Bassets fue en la misma línea, insistiendo en que determinados medios “han contribuido para llevar las cosas a uno y a otro lado, no han sido la causa del procés, pero si el efecto”. Por ello, Bassets reclamó que los profesionales ahora deben ser responsables y contribuir al “desarme” del problema, “con un lenguaje que no sea bélico”, y con la idea de contribuir a acercar posiciones.
Terribas, sin embargo, consiguió los aplausos de los asistentes en varias ocasiones. Su visión muestra la idea que tiene el independentismo de todo el proceso, desde su arranque poco después de la sentencia del Estatut, en 2010. Incluso antes, con la elaboración del Estatut, entre 2004 y 2006. “Lo que de verdad se debería poner sobre la mesa es por qué los medios en Madrid, que lo centralizan todo y que no ofrecen la visión general de una España plurinacional, no atendieron el problema desde el inicio, y sólo se interesaron cuando comenzó a afectar de verdad a los políticos españoles, a partir de 2014, con el 9N”. Los aplausos afloraron en ese instante.
Más reconocimiento a Catalunya
Esas interpretaciones, esas visiones de lo que ha ocurrido en Cataluña son totalmente opuestas, y ello impide un lenguaje común. Terribas habló del “reconocimiento” y de una España que “quiera” a Cataluña. Mientras que Bassets trató de hacer ver a la periodista de Catalunya Ràdio que ese reconocimiento ya existe.
El negocio también apareció, como un efecto distorsionador de la información. Es decir, ¿se consume más la información si está polarizada? Efectivamente. Nadie discutió esa premisa, por lo que el procés se ha convertido en un “fabricador de audiencias”, en expresión de Terribas, con públicos opuestos en función de los medios afines.
¿Polarizar? Más audiencia
Eso dificulta la labor que pidió Bassets. “Dedicar una hora a una entrevista, con matices, con preguntas, con análisis, no da audiencia”, señaló Terribas, “o da menos audiencia que una tertulia con posiciones encontradas y con una alta discusión”. Por tanto, para encontrar una solución “también deben contribuir las empresas periodísticas”.
Cerró Miquel Roca. Con verbo preciso. Sin retórica. “Si se banaliza la mentira y no pasa nada, y no tiene consecuencias, entonces, realmente, todo es mucho más difícil”.