El juez Jesús Villegas, autor de 'El poder amordazado', sobre la situación de la administración de Justicia en España /CG

El juez Jesús Villegas, autor de 'El poder amordazado', sobre la situación de la administración de Justicia en España /CG

Política

El juez Jesús Villegas denuncia a los magistrados que se prestan a ser decorativos

El autor de 'El poder amordazado' critica a los partidos y a los propios jueces que ponen “sellos de goma”, por el reparto en el seno del CGPJ

14 noviembre, 2018 00:00

Jueces que ejercen el día a día, con la ilusión de su trabajo. Que acumulan años de sinsabores, pero también muestran su satisfacción por cumplir con su cometido. Son ellos los que cree representar Jesús Villegas, magistrado-juez de instrucción número 3 y juez decano de Guadalajara, que se muestra muy crítico con la decisión del PSOE y del PP de nombrar, desde arriba, al nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial, Manuel Marchena, y el reparto de los vocales del organismo. Su idea, en conversación con Crónica Global, es que los partidos “se equivocan con esa decisión, pero hay muchos jueces que se prestan a poner sellos de goma”.

¿Qué quiere decir con ello? Villegas entiende que los jueces se sienten tentados y que se ponen a “disposición” de los políticos, para que puedan elegir. El CGPJ es el gobierno de todos los jueces y ejerce un gran poder. “En sus manos están los ascensos y las penalizaciones, y las designaciones de los presidentes de las Audiencias Provinciales y de los Tribunales Superiores de Justicia de cada autonomía, es un poder enorme, y para muchos jueces es una gran tentación”, señala Villegas, que expone su ejemplo sobre los “sellos de goma”.

Como las Cortes franquistas

Asegura que en el mundo anglosajón existen una expresión que define bien la situación del poder judicial en estos momentos. “Se llama rubber stamp, es decir, el sello de goma, que se aplica con objetivos decorativos a las resoluciones que toma el poder de verdad”. Y cita Villegas dos circunstancias históricas, a pesar de que puedan resultar hirientes: “El Soviet Supremo estampaba lo que ya habían acordado entre pasillos los prebostes del partido comunista”, y otra más cercana para España, que alude al régimen franquista, sobre el “pseudoparlamento” de las Cortes franquistas: “Las Cortes son el órgano superior de participación del pueblo español en las tareas del Estado. Es misión principal de las Cortes la elaboración y aprobación de las Leyes, sin perjuicio de la sanción que corresponde al Jefe del Estado”.

Es decir, Villegas considera que si las cúpulas de los partidos acuerdan el nombramiento del presidente del CGPJ, como ha sido el caso, con el nombre de Manuel Marchena, ¿qué papel les corresponde a los vocales del consejo, que deben, precisamente, pactar el nombre de ese presidente?

El magistrado Manuel Marchena en una imagen de archivo / EFE

El magistrado Manuel Marchena en una imagen de archivo / EFE

El juez Manuel Marchena, que presidirá el CGPJ

Anuncio impúdico

“Algunos jueces somos repetitivos, pero es que no se puede mantener ese modelo, ni se ha respetado las formas, con un anuncio impúdico, ni el fondo. Los jueces que acaban nombrados de ese modo, deben sus cargos a esos partidos, y eso ocurre también porque están a disposición, porque sin ellos, no habría a quién elegir”, sostiene Villegas.

La propuesta de ese juez la expuso, tras detallar la situación de la administración de Justicia en el libro El poder amordazado (Península), pasa por recuperar el espíritu de la Constitución, y de la primera ley orgánica de la Justicia, de 1980, que se modificó en 1985, por el PSOE, porque se consideraba que el mundo judicial era de “derechas”, y que la representatividad de los jueces se alcanzaba mejor si eran los diputados los que los proponían. Villegas recuerda que los partidos han buscado la reforma del sistema, la han introducido en sus programas electorales, pero se olvidaron al llegar al poder. Es el caso del PP, que lo llevó en el programa electoral en 2011, unas elecciones que ganó por mayoría absoluta. El PP llevó esa reforma en su programa, con la idea de recuperan lo que se había dibujado en la Constitución para que doce de los veinte magistrados del CGPJ fueran elegidos “de entre y por jueces”, y magistrados de todas las categorías. Pero no movió un dedo para llevarlo a la práctica.

Superar los años ochenta

Una solución, para respetar esa idea original, que se quebró con la reforma de la ley orgánica en 1985, es que los juristas de reconocido prestigio puedan ser elegidos por los propios jueces, con una característica: “un juez, un voto”, según Villegas, que recuerda que el temor por el sesgo ideológico en los años ochenta no se puede mantener ahora. “¿Qué edad tendrán esos jueces? ¿No se da cuenta la clase política de que han pasado cuarenta años, que han accedido nuevas generaciones a la administración de Justicia?”, remacha este magistrado.

Lo que impera es que el Congreso elegirá seis jueces o magistrados y cuatro juristas de reconocido prestigio, y el Senado, otros seis jueces o magistrados y otros cuatro juristas de reconocido prestigio. Es decir, las cúpulas de los partidos, que indican a sus diputados a quién deben votar.

Dignidad

Es lo que a Villegas le lleva a protestar con energía. Tanto es así que ha escrito una carta a los “futuros vocales del CGPJ”, en la que les pide que se nieguen a secundar ese nombramiento por arriba.

“Compañeros, ¿aguantaréis que os ninguneen con tanto descaro? Confío en que no. Quiero creer que no. Lo deseo desesperadamente, porque vuestra dignidad también es la mía. Si vosotros os plegáis, el pueblo español creerá que somos todos y cada uno de los jueces los que nos hemos humillado ante el poder. Demostrad, por favor, que sois algo más que políticos-togados, que sabéis hacer algo más que poner un sello”.