Sánchez recibe a Quim Torra, presidente sin derecho a decidir
Puigdemont y la ANC marcan el paso al dirigente catalán, quien se ha quedado fuera de juego en la pugna entre PDeCAT y ERC por el mérito del 1-O
3 julio, 2018 00:00Una reunión para reconstruir los puentes institucionales. Y poco más. “Si de ese encuentro sale una nueva cita, ya será un éxito”, explican fuentes socialistas. Se refieren a la cumbre que el próximo lunes mantendrá el presidente español, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. Una reflexión que comparten PDeCAT y ERC, que apuestan por el diálogo y por la salida del enrocamiento independentista, pero se muestran escépticos ante esa entrevista. Junts per Catalunya, por su parte, se resiste a enderezar el rumbo de colisión y exige a Sánchez cumplir con los resultados del referéndum del 1-O. Esta es la consigna que Carles Puigdemont ha dado a los suyos desde Berlín, es decir, a Torra. Un presidente sin derecho a decidir, pues cualquier avance, por pequeño que sea, que salga de esa reunión en Moncloa deberá ser consultado con el expresidente fugado en Berlín.
Así están las cosas a pocos días de ese esperado encuentro, que obviamente no soluciona el conflicto catalán, pero que debería permitir restablecer la normalidad en las relaciones entre Gobierno y Generalitat como paso previo a la activación de la comisión bilateral, que no se reúne desde 2011. El debate sobre la autodeterminación, dijo ayer la consejera de Presidencia, Elsa Artadi, está sobre la mesa y el Gobierno español no lo ha vetado. Artadi es la encargada, junto a la ministra de Política Territorial, de preparar esa reunión del próximo lunes, sin que Torra haya tenido, que se sepa, un papel activo, más allá de volver a amenazar con un nuevo referéndum.
Comienza el deshielo con el acercamiento de los presos
El Ejecutivo socialista ha favorecido el deshielo activando el acercamiento inminente de los políticos presos, concretamente del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras; el exconseller Raül Romeva; el expresidente de la ANC Jordi Sànchez; Jordi Cuixart de Òmnium Cultural; la exconsellera Dolors Bassa y la expresidenta del Parlament Carme Forcadell. Quedan pendientes los exconsellers Joaquim Forn, Jordi Turrull y Josep Rull. “Una concesión graciosa” a los independentistas, decía ayer la exvicepresidenta española y candidata a liderar el PP, Soraya Sáenz de Santamaría. Si algunos barones socialistas piensan lo mismo, lo dicen pero con la boca pequeña, no con el tono guerrero de otras épocas.
El entorno de Puigdemont ya ha dejado claro que ese acercamiento es un derecho, no una concesión, y exige su liberación. “Esperamos más presión, más gesticulación a lo largo de esta semana. Sánchez, como no puede ser de otra manera, se entrevistará con Torra, pero vamos a ver qué pasa estos días”, indican fuentes socialistas. Que al presidente catalán le marcan el paso dan fe sus viajes a Berlín, donde cíclicamente es llamado a capítulo por Puigdemont, así como la presión de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y de la CUP, alineadas con JxCAT en esa estrategia de desobediencia y jaque al Estado. De la debilidad de Torra también da cuenta su papel de convidado de piedra en la pelea que el pasado fin de semana han protagonizado PDeCAT y ERC en relación al referéndum del 1-O.
El rencor de ERC
Abrió fuego Junqueras, quien en una carta enviada a su partido, atribuyó a los republicanos “todo el trabajo” del 1-O. No hace falta leer demasiado entre líneas para entender que, mientras el líder del ERC permanece en la cárcel, Puigdemont huyó. Y por mucho que los ideólogos de JxCAT se empeñen en comparar cárcel y “exilio”, como hizo ayer Agustí Colomines, lo cierto es que la formación de Junqueras no le perdona a ese núcleo duro de neoconvergentes su estrategia escapista.
ERC, a través del vicepresidente económico Pere Aragonés, defendió ayer una “vía pacífica y negociada” para resolver el conflicto catalán. Se resiste a hablar de unilateralidad, una expresión que las nuevas tendencias secesionistas consideran que es un invento de los “unionistas”. Los republicanos, así lo vienen diciendo desde hace semanas, abogan por un independentismo integrador que permita ampliar la base social. ERC quiere agotar la legislatura, es decir, centrarse en un gobierno cuyo presidente por accidente, Quim Torra, utiliza para mantener la gesticulación –amago de plante en los Juegos del Mediterráneo, espantada en un acto con el embajador español en Washington— a la espera de unas elecciones municipales que podrían coincidir con los juicios de los independentistas.
PDeCAT marca perfil
PDeCAT, por su parte, han vuelto a marcar perfil. Lo hicieron con su sí en la moción de censura a Mariano Rajoy, en contra de los designios de Puigdemont, a quien han propuesto presidir el partido en un intento de mantener la transversalidad sin sucumbir a las maniobras del núcleo duro del expresidente.
Al igual que los socialistas, PDeCAT cree que la reunión de Torra con Sánchez es necesaria porque, sin diálogo, “siempre hay problemas, como se demostró en septiembre y octubre del año pasado”. Se refieren a los fatídicos 6 y 7 de septiembre, cuando se aprobaron las leyes del referéndum y de transitoriedad, el 1-O, la declaración unilateral de independencia (DUI) impuesta por Puigdemont y la aplicación del 155.