Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, afronta una etapa de cambio total en la política española. En la imagen en un acto en Andalucía /EFE

Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, afronta una etapa de cambio total en la política española. En la imagen en un acto en Andalucía /EFE

Política

Ciudadanos y la oportunidad o riesgo de un nuevo 1982

La convulsión política, que afecta con virulencia al PP y puede beneficiar al partido naranja, se asemeja a la que se vivió en la década de 1980 con la victoria del PSOE

27 mayo, 2018 00:00

El PP corre un serio riesgo de implosionar, aunque mantiene esperanzas de que sus estructuras, dañadas, puedan conservar una mínima solidez. Las encuestas muestran un ascenso imparable de Ciudadanos, y, a pesar de todas las salvedades necesarias, el clima político en España se asemeja al que se vivió en un lejano ya 1982, con el derrumbe de la UCD y la llegada al poder, como una apisonadora, de los socialistas de Felipe Gónzalez. Pese a las diferencias –hay más actores, con más equilibrios de poder—, la situación comporta oportunidades, pero también riesgos, para la formación naranja.

Si entonces el sistema político obedecía al diseño constitucional, a la voluntad del constituyente de que pudieran repartirse el poder dos grandes fuerzas políticas –el sistema se definió como de un bipartidismo imperfecto—, ahora, y sin tocar la ley electoral, el mismo sistema ha sido capaz de hacer competir a cuatro fuerzas, que deberán asimilar una nueva cultura política basada en los acuerdos y en la formación de coaliciones de gobierno.

El caso de Álaba

Y eso se explica porque en una horquilla pequeña se colocan hasta cuatro partidos, y los cuatro entran en el reparto de escaños, incluso en las circunscripciones pequeñas. El modelo que ofrecen los expertos es el de Álava: da cuatro diputados, y en las últimas generales de 2016 Podemos, PNV, PP y PSE obtuvieron un escaño cada uno, al quedar situados en un espacio de entre el 30% y el 15%.

Los sondeos muestran al PP, Ciudadanos, PSOE y Podemos en porcentajes parecidos, alrededor del 19%-20%. En el caso de la formación naranja, ese porcentaje asciende al 28%-29%. No sería, por tanto, una victoria como la de los socialistas en 1982, cuando arrasaron al resto y se vieron beneficiados por la autodestrucción de la Unión del Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez.

Caudal de votos

Pero la coincidencia de elecciones, la coyuntura política, con el PP en franca decadencia, acosado por los casos de corrupción y tras una demoledora sentencia del caso Gürtel, puede provocar que Ciudadanos se vea catapultado como partido político a diferentes esferas de poder, con la incógnita de saber si tiene o no cuadros, dirigentes y programas de gobierno para gestionar toda esa confianza de los electores.

La prueba de fuego, a la espera de la moción de censura que ha planteado el socialista Pedro Sánchez a Mariano Rajoy, llegará con las elecciones municipales y autonómicas del próximo año. Ciudadanos, que no gobierna en ninguna ciudad importante, ni en ninguna comunidad autónoma, aunque sí es determinante en autonomías como la andaluza o la madrileña, recibirá un caudal de votos que le llevará, posiblemente, a gobiernos autonómicos y locales.

Andaluzas de 1982

Al margen de cómo pueda gestionar ese poder, lo que cambiará es el mapa político de España, con la obligación para todos de formar coaliciones para poder gobernar.

En 1982, el PSOE tuvo un primer resultado que iba a marcar el resto del país. Fue en mayo, en las elecciones autonómicas en Andalucía, donde obtuvo la mayoría absoluta. Meses después, lograría lo mismo en las generales, en octubre. Precisamente ahora, las elecciones al parlamento andaluz serán la antesala de las autonómicas y locales de junio de 2019. La presidenta andaluza, Susana Díaz, prevé convocar las elecciones para otoño de este año.

Entre AP y la UCD

Lo que los analistas comienzan a vislumbrar es que el PP pueda reconvertirse en la Alianza Popular. Es decir, un partido más pequeño, sociológicamente más cohesionado, mientras que Ciudadanos comenzaría a ser la UCD, un partido que recogió de todos los lados, y logró protagonizar la transición.

Todo eso es lo que está en ebullición, la transformación del centro-derecha. En la izquierda ya ha pasado, con el nacimiento de Podemos, una evolución del PCE, con incorporaciones novedosas de otras sensibilidades sociales. Por todo ello, España vive una situación similar a los meses previos a 1982, donde toda la política cambió, de la noche al día.