Así tomaron los independentistas el control de los colegios el 1-0
Las familias que abrieron los colegios en la noche anterior al referéndum responden a un perfil soberanista muy concreto que participa en todo tipo de asociaciones
15 abril, 2018 00:00Muchas familias, pero sólo una parte de toda la comunidad educativa. Soberanistas. Y muy activas. Esas familias fueron las que tomaron el control de los colegios el 1-0, en la noche del sábado, previo al referéndum. Unas 600 personas en todos los colegios electorales en Barcelona.
El soberanismo en los últimos años en Cataluña se ha cohesionado alrededor de unas amplias clases medias que tienen una hegemonía en distintos ámbitos de la sociedad catalana. Una de ellas es la comunidad educativa. Por ello, el independentismo ha levantado algunas banderas, y asegura que esa comunidad educativa “defendió” las urnas el 1 de octubre, y que lo logró porque, previamente, había sido capaz de protegerlas organizando en las propias escuelas diferentes actividades, impidiendo que cerraran durante todo el fin de semana. Pero eso no es cierto, no hay una única comunidad educativa, y los estudios que se han realizado muestran que existe una parte muy activa que condiciona al resto.
Comités de defensa del referéndum
Lo muestra Marta Comas, directora del área de innovación, programas y formación del Consorcio de Educación de Barcelona. Su trabajo de campo, en la misma noche del sábado, previo al domingo del referéndum, le lleva a esa conclusión, al comprobar cómo en algunos centros de alta complejidad, con una actividad menos intensa por parte de las asociaciones de padres y madres de alumnos, fueron las familias más activistas las que organizaron actividades y defendieron “las urnas” en lugares que no eran los adscritos territorialmente. Y lideran las actividades los “llamados comités de defensa del referéndum –que luego se transformarán en comités de defensa de la República—que emergen aquella noche como protagonista real de la acción en las escuelas”.
Comas considera que se trata de una “ilusión”, la de que existe una “comunidad educativa” que ha estado al lado del proceso soberanista, o, por lo menos, cohesionada y “empoderada” para la defensa del “bien común”. Y explica su propia experiencia, con sus diferentes trabajos de campo y estudios de investigación: “Constato de nuevo, --digo de nuevo porque de los resultados de la investigación Familias con voz tenemos evidencias en este sentido—que la ilusión de una comunidad educativa empoderada y activa desde la base por la defensa del bien común, es sólo eso, una ilusión. Constato que deberemos ir abandonando el concepto Comunidad en singular e introducir el de las comunidades en plural, porque hay un grupo de familias, que también son padres y madres de la escuela, vecinos y vecinas del barrio, que esta noche –sábado 30 de septiembre—no están, a pesar de que sus casas están a pocos metros de allí. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo”.
¿Y el saco de dormir?
Analiza escuelas en el barrio de Gràcia, de alta complejidad sociocultural, que es como se denomina en el argot de la comunidad escolar a los centros “con poca presencia de familias catalanohablantes de clase media”. También del barrio del Poblenou, centros de “baja complejidad” y con proyectos innovadores. Ve cómo se organizan las actividades, qué hace cada uno, qué debates se establecen.
La idea de que muchas familias han querido defender “la democracia”, no la deja de lado Marta Comas. Al margen de cómo ella pueda recibir esas emociones, muestra que existen claras diferencias, que una parte la logrado aparecer como representante del todo, cuando no lo es. “Acabo la noche con la emoción de una movilización popular por el ejercicio de la democracia, pacífica, cívica, festiva, resonando en mis oídos. Una emoción que se rebaja ante la evidencia que el relato de la Comunidad, una y con mayúsculas, cae, ante la pluralidad de padres y madres de unas criaturas que van a la misma escuela, pero que hoy no han llevado el saco de dormir”.
Jugar en casa
Esa doble realidad es la que no acaba de asumir el independentismo, que entiende que los distintos ámbitos de la sociedad en la que ha actuado debe responder como un solo hombre.
En su narrativa, Comas analiza lo que ocurrió esa noche, y no tiene dudas al relacionar un conjunto de actividades con la defensa de unas determinadas ideas. “Esta noche ha sido ‘una’ comunidad educativa –la que se articula alrededor de la cultura popular, el ocio educativo, el asociacionismo de barrio—la que ha actuado: efectivamente, el rodaje del hacer cosas en común ofrece músculo organizativo y capacidad de, en tres días, presentar una programación sostenida durante un fin de semana para garantizar (contra la ley y la amenaza de las fuerzas del orden) que la escuela se mantenga abierta el domingo. En ciertas escuelas ha sido una comunidad trasplantada, cubriendo una ‘ausencia de la comunidad del lugar’ y en otras una comunidad que ‘jugaba en casa’”.
Autogestión
Y precisa que en algunos casos, la capacidad de autogestión “no ha requerido instrucciones o directrices de fuera” y en otras la sociedad civil catalana, que “en los últimos meses se ha visto vertebrada por la ANC, ha redondeado un encargo que contaba con el apoyo implícito (explícito no, porque era susceptible de tener consecuencias penales) de las instituciones”.
Trabajo de campo, conocimiento del ámbito de estudio, voluntad de entender, sin apriorismos, y criterio propio. Eso ha hecho Marta Comas, en un ámbito que el independentismo cree que es suyo.