¿Y ahora qué Cataluña?
Los independentistas deben elegir nuevo candidato para evitar elecciones, pero también se perfila una alternativa de izquierdas que obligaría a ERC a romper definitivamente con los neoconvergentes
25 marzo, 2018 00:00Nuevo candidato independentista o elecciones. Este es el escenario que se abre a partir de ahora en la bloqueada política catalana. La votación fallida de Jordi Turull ha puesto el reloj en marcha, de ahí que el tiempo corra en contra de los secesionistas, que hasta ahora habían demostrado no tener prisa por formar gobierno, muy posiblemente a la espera de momentos propicios para Carles Puigdemont.
Sin embargo, los encarcelamientos ordenados por magistrado Pablo Llarena, así como las euroórdenes de detención, abocan al expresidente a la renuncia de su acta si quiere garantizar las mayorías parlamentarias. Y también a buscar nuevo candidato, algo que no va a resultar fácil, pues al bloqueo de la CUP se añade la pugna entre Junts per Catalunya y PDeCAT, así como el abismo cada vez mayor entre neoconvergentes y ERC. Los secesionistas tienen hasta el 22 de mayo para evitar nuevas elecciones, que previsiblemente serían el 15 de julio. Suenan ahora los nombres de Elsa Artadi y Quim Torra.
La primera no agrada a la CUP, dado su perfil liberal –su padrino político es el exconsejero de Economía, Andreu Mas-Colell, responsables de los recortes del Gobierno de Artur Mas--, mientras que el segundo sí despierta simpatías entre los antisistema, dado el talante rupturista que ha demostrado durante las negociaciones para la investidura y la formación de gobierno.
Un tercer escenario
Sin embargo, se abre paso, aunque con mucha timidez, un tercer escenario. Algo se mueve también en la izquierda catalana. Los guiños entre ERC, los comunes y el PSC durante el fallido pleno de investidura de Jordi Turull suenan ahora como una inversión de futuro, dadas las dificultades que van a tener estas tres formaciones para preparar un relato que no espante a sus bases –en el caso republicano—o a sus referentes nacionales –Podemos y PSOE--. “Renuncias”, “diálogo”, “amplios consensos” son los lugares comunes de ese virtual tripartito –al que se han referido tanto Oriol Junqueras como Joan Tardà--, que estaría encabezada por una ERC hasta ahora incapaz de romper definitivamente con Junts per Catalunya. Los republicanos han amagado en varias ocasiones con presentar candidato alternativo mientras afloraban sus eternas diferencias con los neoconvergentes.
El malestar de PDeCAT
De PDeCAT también se espera un gesto de fuerza desde hace meses. En la anterior legislartura, el descontento de varios diputados animó a la candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, a intentar presentar una moción de censura contra Puigdemont previa al abismo de la declaración unilateral de independencia (DUI). No logró el apoyo de PSC y PP y la iniciativa quedó frustrada. Tras ganar las elecciones del 21D, el PP insta a Arrimadas a presentar candidatura, pero es una petición envenenada, pues ni hay mayoría ni ánimo, por parte de los diputados de PDeCAT, de apoyar a Arrimadas.
PDeCAT coincide con ERC en la necesidad de abandonar la épica y formar un gobierno estable desde el primer momento. Su coordinadora, Marta Pascal, también comparte con los republicanos el miedo a pasar por traidores si se mueven un ápice de la hoja de ruta independentista. Pero más allá de los rumores de cisma en el grupo parlamentario de JxCAT si se vuelven a votar iniciativas ilegales, de momento no han logrado imponer candidatos –Marc Solsona suena con fuerza-- o estrategias.
Turull, candidato de PDeCAT
Turull, procesado y encarcelado desde el viernes por orden de Llarena era de los suyos, decían en PDeCAT, pero ahora toca buscar un nuevo candidato que, previsiblemente, volverá a ser rechazado por la CUP --ya lo hizo con Jordi Sànchez--, posiblemente la única formación a la que interesa que haya un adelanto electoral, pues podrá presentarse a esos nuevos comicios como los guardianes de las esencias secesionistas y anticapitalistas.
Difícilmente los antisistema podrán entregar sus votos a un candidato neoconvergente, excepto si es Carles Puigdemont, a quien consideran el presidente legítimo. Pero fueron ellos mismos los que cercenaron las expectativas del expresidente catalán al votar en contra de Turull y propiciar que el reloj de la investidura comience a correr. La resistencia del exalcalde de Girona a ceder su escaño daba fe de su pretensión de esperar tiempos más propicios para volver a ser candidato.
El cerco judicial y los plazos para evitar nuevas elecciones van en contra de ese plan. Puigdemont y Toni Comín, que siguen fugados, pero ahora con euroorden de detención reactivada, están abocados de renunciar al escaño si quieren romper el bloqueo impuesto por los antisistema.