El independentismo catalán ha demostrado una extraña fascinación por Nicolás Maduro. Y parece que el sentimiento es mutuo. La antisistema Anna Gabriel se ha convertido en una entusiasta admiradora del presidente venezolano, quien hace unos meses se reveló como el único apoyo internacional de Carles Puigdemont. Curiosamente, el de Girona guarda en la recámara de su investidura una Asamblea de Cargos Electos --una especie de club de fans de diputados y ediles secesionistas-- llamados a designarle presidente, que recuerda mucho a la Asamblea Constituyente creada por Maduro para neutralizar a la oposición.

En las últimas horas se ha especulado mucho sobre el paradero de Gabriel, que debe declarar en calidad de inculpada en el Tribunal Supremo el próximo 21 de febrero. Algunos la situaban en Venezuela. Bulo o no, lo cierto es que la exdiputada de la CUP voló a Caracas en 2014 invitada por Maduro. Lo hizo en un avión presidencial y en el marco de la apuesta del partido por "determinadas relaciones internacionales y su mirada al sur, a los países bolivarianos y con tradición revolucionaria y de izquierdas”, según explicó ella misma.

Desobediencia

El partido de Puigdemont, Convergència, nunca había tenido nada de “bolivariano”. Hasta que su catarsis independentista dio lugar a nuevas siglas y nuevas formas de hacer política. El culto al líder, las depuraciones de disidentes, el incumplimiento de la ley y la desobediencia de la Constitución forman parte del menú político de Junts per Catalunya. También del régimen de Maduro.

Puigdemont se reveló como el alumno aventajado del presidente venezolano al impulsar la llamada Asamblea de Cargos Electos, creada en octubre de 2016 y formada por unos 3.000 alcaldes, concejales y diputados dispuestos a formar un gobierno paralelo en el supuesto de que las instituciones de Estado inhabilitara al expresidente.

Tras la fallida investidura, los independentistas han echado mano de esta asamblea para sortear los impedimentos que tiene Puigdemont para convertirse en presidente de la Generalitat. Una fórmula que recuerda mucho la Asamblea Constituyente que Maduro tuteló con la finalidad de desactivar la Asamblea Nacional cuando la oposición ganó las elecciones.

Parecidos razonables

De esos parecidos razonables escribió en El Español la eurodiputada del grupo ALDE y vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Beatriz Becerra, muy crítica con el régimen venezolano. “La Asamblea paralela al Parlament es justo lo que hizo Maduro para desactivar a la Asamblea Nacional. La idea es la misma: saltarse la ley que les impide hacer su voluntad”, escribía. Por cierto que, el pasado mes de julio, dirigentes de IU, PCE y de ERC enviaron mensajes de apoyo a la Asamblea Constituyente convocada por el presidente venezolano.

El culto al líder que promueve Maduro también ha arraigado en el independentismo de Puigdemont, quien empeñado en ser presidente, se resiste a dar un paso al lado. Jaleado por sus fieles escuderos –Elsa Artadi, Eduard Pujol, Jaume Clotet, Joan Maria Piqué, Jordi Cuminal--, el cabeza de lista de JxCat cuenta con un potente altavoz mediático que da cuenta puntualmente de sus movimientos en Bruselas. Se trata de TV3 y Catalunya Ràdio, férreamente controladas por Puigdemont, al más puro estilo Maduro. Ambos políticos comparten, asimismo, su afición a desobedecer la Constitución y deshacerse de compañeros disidentes, aunque en el caso de Puigdemont de una forma mucho menos cruenta: depurando a los consejeros que no son fieles al procés --Neus Munté, Meritxell Ruiz, Jordi Baiget, Jordi Jané...--. El repudio a cualquier gesto de disidencia es otro de los denominadores comunes de ambos políticos.