La salida de la crisis catalana, en manos del bisoño Torrent
El PDeCAT y ERC quieren iniciar una nueva etapa sin violar la ley, pero la presión de Puigdemont es enorme y deja en manos del presidente del Parlament toda la política catalana
30 enero, 2018 00:00La estrategia de los últimos años, las directrices y las reflexiones de la dirección de Esquerra Republicana, la voluntad de buscar la centralidad política y gobernar para dejar atrás las formas y el ideario de CiU… y con ello toda la crisis catalana. Todo eso está en manos de Roger Torrent, un bisoño presidente del Parlament que debe decidir este martes si respeta los dictámenes del Tribunal Constitucional y descarta la presidencia, aunque fuera simbólica, de Carles Puigdemont.
Está en juego su propia situación personal. La Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) está muy atenta a la posible vulneración de esas órdenes y dictámenes para cursar una denuncia o querella, de la misma forma que ocurrió con la predecesora de Torrent, Carme Forcadell. Pero de la decisión de Torrent depende que pueda o no vislumbrarse una salida a la crisis política más importante en Cataluña y en España desde la transición.
La presión de Carles Puigdemont es total. Y eso ha generado un auténtico temor en las direcciones de Esquerra y del PDeCAT. ¿Quién se ha podido atrever en las últimas semanas a parar todos sus movimientos? El núcleo duro que ha rodeado a Puigdemont, con Jordi Turull, Eduard Pujol y Elsa Artadi, ha tomado el mando por completo. Y este martes llega la hora de la verdad: o Torrent aplaza el pleno, para darse diez días más con el objeto de presentar otro candidato, como reclama una parte sustancial del PDeCAT, o aprieta el acelerador para elegir a Puigdemont “pase lo que pase”.
Las acusaciones de alta traición
Torrent, que había dado claras muestras de que no desea repetir los errores de Forcadell, y de que es necesario recuperar el Govern para que decaiga la aplicación del 155 de la Constitución, ha incidido en las últimas horas, según las fuentes consultadas, que se debe ir hasta el final en el pulso contra el Estado.
El caso es que Esquerra está atrapada, querría, pero no sabe cómo. Sobre el PDeCAT y los republicanos pesa la acusación de alta traición. El análisis del independentismo consecuente, que ha abrazado en los dos últimos años los argumentos de la CUP –la fuerza política que ha marcado la política catalana ante la desesperación del núcleo exconvergente del PDeCAT-- considera a Puigdemont como el único elemento de oposición y de ruptura frente al Gobierno del PP. Y eso tiene muchos adeptos en Cataluña, más allá de la corriente soberanista. Ese es su secreto, que Puigdemont ha sabido explotar al máximo.
El frente judicial, como gran obstáculo
Fuentes de los dos partidos aseguran que las dos fuerzas políticas viven pendientes del último gesto de Puigdemont. “Está concentrado con él mismo, la decisión que haya tomado no se conoce”, señalan. Y eso pasa por dejar en el aire su regreso a Barcelona, algo que, de hecho, tiene muy pocas posibilidades de producirse. Puigdemont ha acabado de inyectar presión a Torrent, al pedir amparo para que proteja sus prerrogativas como candidato y diputado.
La disyuntiva de Puigdemont es de todo o nada. O su propia elección, al entender que es la “respuesta adecuada al 155”, o una nueva convocatoria electoral, en la que sus máximos defensores pronostican que todo el soberanismo se unificará bajo unas mismas siglas, engullendo por completo a Esquerra Republicana.
Si eso es así, ¿a qué espera Torrent? La decisión de suspender el pleno dejaría a Puigdemont en la estacada, y daría un respiro a los dos partidos, con una posible salida para la crisis catalana y española. Pero aparece un problema que ya nadie puede controlar: el judicial.
Torrent, como dirigente de futuro de ERC
Las fuentes consultadas señalan: “¿Qué pasa con un gobierno sin causas judiciales, que intente gobernar y buscar acuerdos, si a los pocos meses entran en prisión los dirigentes independentistas con causas abiertas?”. Es decir, el soberanismo se pregunta si vale la pena o no realizar una pausa, si en breve debe asumir los castigos de prisión que el Tribunal Supremo dictamine por los hechos de septiembre y octubre, tras la declaración de la república catalana en el Parlament.
Eso es lo que encalla la situación, a juicio de los independentistas, y lo que envalentona a Puigdemont, que quiere jugar hasta el final con el Estado, sin que los dirigentes del PDeCAT y de ERC puedan oponerse.
Pero existe otro elemento más. Roger Torrent, hasta ayer alcalde de Sarrià de Ter, portavoz adjunto del grupo parlamentario de Junts pel Sí en el Parlament, ha sido una promesa hecha realidad. Un dirigente con proyección en Esquerra, al margen de Marta Rovira, secretaria general del partido, que ha puesto orden interno, pero que no ha podido ser la voz que sustituyera a Oriol Junqueras. Torrent está llamado --o lo estaba— a ser uno de los principales dirigentes de los republicanos. ¿Decidirá inmolarse este martes? ¿En beneficio de qué, exactamente?