“Con dos patrullas no se evita la entrada de Puigdemont en el Parlament”, aseguran fuentes policiales. Se refieren al revuelo que ha causado la presencia, desde hace unos días, de dos vehículos de la Policía Nacional en el parque de la Ciutadella, donde está emplazado el edificio de la Cámara catalana.
El hipotético regreso del expresidente “exiliado” en Bruselas para asistir a su investidura como presidente catalán ha generado una cierta psicosis. Y si bien es cierto que el Ministerio del Interior ha intensificado el control de las fronteras, es el CNI el que monitoriza los movimientos de Carles Puigdemont y de los cuatro exconsejeros que le acompañan en su estancia en Bélgica.
La inspección de las alcantarillas del citado parque, dicen las citadas fuentes, es “pura liturgia" porque lo que realmente importa es el seguimiento que realizan los servicios de inteligencia.
Un cuerpo no pasa por la alcantarilla
En efecto, agentes del Cuerpo Nacional de Policía han inspeccionado la red de cloacas y alcantarillado existente en el subsuelo de este recinto y de los aledaños del Parlament. Se trata de una red relativamente nueva por la que circulan las aguas fecales y por cuyos conductos difícilmente cabe el cuerpo de una persona adulta.
Más que para detectar la presencia de posibles intrusos, estas inspecciones sirven para la identificación de gases tóxicos, o artefactos explosivos. Así, el peinado de este tramo de alcantarillas difícilmente tiene por objeto la localización de conductos o recovecos que pudieran ser utilizados para el tránsito de personas.
Por otro lado, las patrullas rurales de la Guardia Civil y, desde la activación del artículo 155, también de los Mossos d'Esquadra, participan en un operativo de vigilancia y control de la frontera española con Francia. El despliegue alcanza, incluso, lo que se conoce como “mugas” (o pasos fronterizos clandestinos), en zonas boscosas habitualmente utilizadas por los contrabandistas.
Se guarda especial atención a la zona de la serralada de Albera, cerca de Figueres.