El Govern carece de un plan de contingencia ante un corralito
Altos cargos de la Generalitat admiten que no hay una propuesta para mantener la liquidez del sistema económico, más allá de fondos cataríes e israelíes
6 octubre, 2017 00:00La decisión de una entidad tan catalana como Banco Sabadell de cambiar de sede y la reunión que hoy mantendrá Caixabank para seguir sus pasos han disparado todas las alarmas. También dentro del Gobierno catalán, donde altos cargos confiesan que no existe un plan de contingencia para garantizar la liquidez del sistema económico y evitar un corralito (restricción de la libre disposición de dinero para evitar la salida masiva de fondos del sistema bancario y el colapso del sistema).
Entre otras cosas, porque no se han establecido los contactos con instituciones internacionales que propicien ese “colchón” financiero en el supuesto de que el proceso secesionista siga avanzando hacia la ruptura, convulsionando así los mercados financieros. Una Cataluña independiente quedaría fuera del paraguas del Banco de España y del Banco Central Europeo. Es decir, que no tendría acceso a la financiación europea y quedaría fuera del euro.
De Montoro a la nada
“Solo existía un plan A, consistente en las ayudas estatales del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pero si este falla, no hay plan B. Solo hay contactos con fondos cataríes e israelíes, pero nada más”, explican a Crónica Global fuentes conocedoras de la situación financiera de la Generalitat.
La posibilidad de un corralito es improbable, pero los asesores del expresidente Artur Mas advirtieron hace cuatro años de que el procés y la resistencia del Gobierno español podría crear un “una situación de gran inestabilidad financiera, incluida la posibilidad de un corralito”. Así constaba en un informe del Consejo Asesor para la Transición Nacional, en el que se aconsejaba “preparar un plan de contingencia para mantener la liquidez del sistema económico, si es posible con la colaboración de instituciones exteriores”.
En aquellas fechas, Cataluña, como el resto de España, se hallaba inmersa en una crisis económica, lo que obligó a Mas aplicar severos recortes. Fue entonces como, a modo de cortina de humo, se radicalizó el proceso independentista. Sin que se tomaran medidas financieras previsoras de un futuro incierto.