El debate que se ha generado sobre el escritor Javier Cercas, tras su intervención en el programa FAQS de TV3, y la manipulación de la que ha sido objeto por parte del independentismo, no es una cuestión menor. Es capital, porque pone sobre la mesa un problema político de fondo en Cataluña. No se trata de mostrar que el movimiento independentista se encuentra en una situación complicada y que se lanza en contra de quien le discuta lo que considera su gran aportación –el independentismo es una reivindicación democrática—sino de afirmar de forma clara que el nacionalismo catalán se sigue refugiando en lo peor de su ideario: tachar al que discrepa de nacionalista español recalcitrante, que, de hecho, juega con el falangismo franquista.
Es algo que no puede superar el nacionalismo catalán. Le ha sido imposible –aunque tampoco quiere intentarlo, porque podría suponer su fin como ideología—entender que en España puede haber ciudadanos con derechos y obligaciones que no tienen por qué identificarse con una nacionalidad determinada, que, simplemente, desean que el Estado les garantice unos servicios y que piden desarrollarse a partir de sus propias concepciones del bien. Quien ha vuelto a caer en las acusaciones de siempre es Pilar Rahola, dejando entrever, --eligiendo con precisión a quien le pudiera dar la razón—que Javier Cercas no es otra cosa que un español que ha jugado a “blanquear el fascismo”.
La frase no es de Rahola. La recoge de una crítica del historiador Javier Espinosa al libro de Cercas, El monarca de las sombras. El escritor indagó sobre el pasado de un familiar --fallecido en la Batalla del Ebro-- para trazar una poderosa explicación sobre cómo se produjo la Guerra Civil a partir de la experiencia en su propio pueblo, Ibahernando, en Cáceres. Explicar reclama una aproximación empática a los hechos y a los comportamientos de los hombres y mujeres. Y la lectura, con todos los ojos críticos que se deseen y lápiz en mano para cotejar todo lo que sea necesario, no lleva a esas conclusiones de Espinosa, que hace suyas Rahola. Se debe tener un punto de partida muy determinado para decir que Cercas blanqueó el fascismo con esa novela, o con la que le aportó un primer gran éxito, Soldados de Salamina.
Pero lo suelta Rahola, y sus seguidores ya saben a qué agarrarse. Tampoco señala Rahola que otro historiador, local, de ese mismo pueblo y de esas comarcas, y que conoce al dedillo lo que ocurrió en aquella zona de España, Luciano Fernández, desmintió de forma rotunda e inapelable a Javier Espinosa, que había caído en importantes y numerosos errores, como su propia interpretación sobre la 'maestra' que no había sido, Sara García. No, eso no lo recordó Rahola en su columna en La Vanguardia, titulada Cercas o el fariseísmo. No le interesaba. Tras las verdades de Cercas en TV3 y después de comprobar cómo se las gasta ese independentismo ‘democrático’ en las redes sociales, Rahola necesitaba dejar a Cercas en una zona gris, la de esos españoles que no acaban de distanciarse del franquismo sociológico al que el independentismo no deja de apelar para justificar que España sigue siendo el mismo país inferior de siempre.
Sin embargo, existe un problema. El nacionalismo catalán busca adversarios al identificarlos con una derecha franquista que, a su juicio, no ha querido saber nada de Cataluña ni ha querido aceptar nunca que pudiera ser una nación, o que aspirara a un total autogobierno, al margen del resto de España. Pero ese franquismo es consustancial con el nacionalismo catalán. Hubo una continuidad histórica, aunque con algunas excepciones, claro. Las elites catalanas que vivieron de forma confortable bajo el franquismo, mientras acudían esos españoles ‘franquistas’ del resto del territorio español para ganarse la vida, mutaron en nacionalistas catalanes pactistas –pujolistas—para derivar en los últimos años en independentistas con el único objeto de seguir conservando esos puestos en la elite.
Por eso, Pere Aragonès podría intervenir en ese debate sobre Cercas. ¿Falangista Cercas? ¿Blanqueador del fascismo porque ha plasmado cómo se vivía esa enorme tensión social y política en un pueblo de Cáceres, por defender la Transición del 78? ¿Y los familiares de Pere Aragonès, y los de tantos independentistas con abuelos alcaldes durante el franquismo y padres acomodados durante esa misma transición y bajo el mandato de Pujol? ¿Decimos que Aragonès ha blanqueado el falangismo del régimen franquista?
¿Quiénes blanquearon el franquismo? De los 219 alcaldes franquistas que se presentaron en las primeras elecciones democráticas, el 43% acabó en CiU, por un minúsculo 4,5% que lo hizo en Alianza Popular, el precedente del PP. ¿A qué estamos jugando entonces?
Sólo se podrá respetar al independentismo catalán cuando juegue con honestidad, cuando plantee sus reivindicaciones asumiendo la realidad.