Me hace gracia oír a algunos conspicuos socialistas defender el acuerdo del PSOE con Junts para ceder a la Generalitat competencias en inmigración.
Se desgañitan en subrayar que el artículo 150.2 de la Constitución permite la delegación de competencias de titularidad estatal (aunque olvidan que sólo aquellas que “por su propia naturaleza” sea posible); aseguran insistentemente que, más que transferir la gestión, ésta se realizará de forma conjunta entre ambas administraciones; e imploran para que los ciudadanos entendamos que esto es bueno para el país.
Pero ya nadie les cree. Ni siquiera la mayoría de los votantes del PSOE y el PSC.
Todos sabemos que este no es más que un plazo más del precio que Sánchez abona a los nacionalistas para mantenerse en el poder. Sin importar las consecuencias.
Resulta asombroso que los secesionistas estén consiguiendo más réditos políticos con el PSOE en el Gobierno y el PSC en el Govern que durante el órdago del procés que puso en jaque al Estado hasta que la policía y los jueces actuaron.
Parece que los independentistas se equivocaron en su estrategia. Lo acertado para lograr sus objetivos no era sacar a Cataluña de España, sino sacar a España de Cataluña. Y, gracias al PSOE, lo están alcanzando paso a paso de forma implacable.
Sin embargo, no deja de sorprender que los votantes socialistas prefieran desmantelar el país con tal de que no gobierne la ultraderecha española, aunque para ello pacten con la ultraderecha catalana.
A mí se me sigue antojando que es un planteamiento poco razonable pues, si gobierna la ultraderecha en España, siempre habrá oportunidad de volver al poder y rehacer lo que ésta haya estropeado, pero si siguen con las cesiones a los nacionalistas, pronto no quedará apenas país que gobernar.
Así las cosas, no me extraña que, cuando les preguntas a los socialistas cómo va lo del bilingüismo en las escuelas, se rían en tu cara. Con un par. Pero, claro, ¿a quién le importa los inmigrantes y los pobres?