Hay que hablar de Reus... y de esa obsesión transversal por crear un conglomerado empresarial con menos de 109.000 habitantes. La décima ciudad de Cataluña en número de ciudadanos reincide en querer engrosar su sector público. El tripartito local desea que la ciudad sea matriz de una gran empresa de servicios funerarios comarcal que dé servicio a buena parte de Tarragona.
Como ya ocurrió con el hospital, la idea tiene todos los visos de terminar mal. Es inexplicable cómo la clase política local reincide y vuelve a echar paladas de dinero público a su sector empresarial cuando su mayor proyecto en años, el conglomerado Innova, naufragó. El paraguas empresarial fue desgarrado por las más abyectas sospechas de corrupción, hasta el punto de que le tuvieron que cambiar el nombre.
Las sombras de mala praxis no se han sustanciado en sede judicial, dirán algunos, y tienen razón --la instrucción ha sido interminable--, pero lo que sí es factual es que el municipio inyectó una aberrante cantidad de fondos del contribuyente en un hospital local... y lo acabó entregando al CatSalut. La despatrimonialización de Innova es enorme, quizá inédita en Cataluña.
Fue una operación vergonzante que debería hacer sonrojar a los gestores que tuvieron responsabilidad en gestionar la caja común aquellos años. Y que fue seguida por la venta, también, del Hospital de Móra d'Ebre.
De forma acertada, la jefa de la oposición en Reus en aquel momento, la socialista Sandra Guaita, criticó "el regalo y no la venta" del hospital al CatSalut. Atinó Guaita en defender los activos municipales, pagados a pulmón por el sufrido contribuyente reusenc.
Por ello, sorprende ahora que el gobierno municipal de Guaita se lance de nuevo a la conquista territorial con otro proyecto que, los que entienden, avisan de que terminará mal. Como se suele decir, el cementerio está lleno de valientes.
En el caso de la capital del Baix Camp, las finanzas públicas están llenas de grandes proyectos que iban a ser rompedores, y que han terminado en un pasivo imposible de enjugar. Como explicó este medio, la urbe está lastrada por más de 85 millones de deuda, siendo el segundo municipio con más obligaciones del territorio, solo por detrás de Igualada y Barcelona. Son 800 euros por vecino.
Pues bien, FuneCamp, la nueva funeraria comarcal, operará a pérdidas desde el primer año, sostiene KPMG. Pero si ello no fuera así, y estuviéramos ante un proyecto que fuera a funcionar, lo veríamos en los libros de cuentas. La diferencia estriba en que el ayuntamiento no las publica: no se desagregan. Nadie sabe cómo de mal está la funeraria actual antes de salir a buscar difuntos por todo el sur de Cataluña.
Son mimbres preocupantes para Reus, la ciudad que quería ser grande, quizá acomplejada por vivir a la sombra de la capital provincial. Trastorno o no, lo mínimo razonable que pide la ciudadanía es una buena gestión del dinero público. Y hay sospechas de que eso podría no estar pasando. Otra vez, y en la misma ciudad.