Allá por los primeros años del siglo tuve la oportunidad de conocer en Barcelona a dos hermanos que iban a revolucionar todo un sector años más tarde. Fue en el arranque de la actual centuria y los dos creadores de una de las firmas tecnológicas españolas más potentes mantuvieron varias reuniones con la prensa económica catalana para dar a conocer su proyecto, agradecer que Caixa Cataluña fuera uno de sus socios y establecer en la Ciudad Condal una de sus principales sedes. Eran, sobre todo, dos tipos muy vivos y despiertos. Tras acumular experiencias en Silicon Valley uno de ellos regresó a España en los tiempos de la exuberancia de las empresas puntocom. Se sorprendió de que para localizar una vivienda hubiera de emplear métodos propios del siglo anterior.

Me refiero a Jesús Encinar, fundador de Idealista, y su hermano Fernando, que junto con César Oteiza, están con Jesus desde el comienzo de la compañía que en dos décadas puede presumir de darle la vuelta a la comercialización inmobiliaria en España. Jesús ha ejercido como primer ejecutivo de la empresa, mientras que Fernando se ha ocupado de las tareas de márketing y comunicación, que no son menores en una firma con esas características y César como COO lleva las tareas comerciales de toda la compañía. El primero obtuvo múltiples reconocimientos como directivo líder en España, sobre todo en sus mocedades, y el segundo ha transmitido la idea y el concepto de Idealista a toda la audiencia digital con esmero, como si se tratara del libreto de cualquier ópera de las que gusta disfrutar.

El mayor reconocimiento para esta activa familia lo constituye la operación que acaba de conocerse esta misma semana y que ha vuelto a sacudir los cimientos de las empresas tecnológicas en Europa. El 70% de Idealista ha sido adquirido por Cinven Found por un importe de 2.900 millones de euros. ¡Espectacular, la compañía estaría valorada en algo más de 4.000 millones de euros!

Es muy probable que hoy ningún piso pueda venderse en las principales ciudades españolas sin pasar en uno u otro momento por Idealista, el portal inmobiliario que ha batido todos los récords y que cuenta con sedes operativas en Madrid, Barcelona y Milán. 

Los hermanos Encinar han hecho durante estas más de dos décadas una empresa enorme, moderna y generadora de valor. Pero, pese al mérito que significa, no es lo más importante. Jesús y Fernando han transformado de arriba abajo todo el sector de la intermediación en la compra, venta y alquiler de viviendas. En su portal están todos los activos inmobiliarios del país disponibles para su consulta, con informaciones sobre su precio, servicios, antigüedad, comunicaciones, precios estimativos y un largo etcétera de información que hace unos años solo estaba disponible en los paquidérmicos registros de la propiedad o en las oficinas catastrales de Hacienda. El producto ha alcanzado tal grado de sofisticación que hoy es posible realizar una visita virtual de una vivienda en venta sin apearse de la pantalla del ordenador o del smartphone.

Idealista, el gigante español de los anuncios clasificados, ya consiguió que en 2015 Apax y Oakley se fijarán en el grupo. En 2020 el socio de referencia cambió y pasó a ser el fondo EQT. Los Encinar ya no estaban solos en el capital. Desde entonces han seguido con el desarrollo de la compañía y ahora otro gran fondo ha fijado sus intereses en la empresa española. Los tres fundadores conservan todavía un 12% de la propiedad.

Aquellas primeras reuniones de hace casi un cuarto de siglo de los hermanos Encinar iban a ser el preludio de su apuesta por Barcelona como uno de sus principales mercados españoles, como un lugar del que obtener capital para desarrollar el proyecto y, sobre todo, su implicación con un territorio que tiene una importancia de primer nivel en el negocio del grupo empresarial.

Los Encinar podrían ser los socios que todos los catalanes quisieran tener. Respetuosos con la singularidad, amantes de una tierra que les ofreció apoyo y negocio y, sencillamente, excelentes conocedores del eje dual del mercado inmobiliario español. Esa catalanidad empresarial que destilaron desde un primer momento les ha servido de bien poco con la llegada de los populismos.

La toxicidad del gobierno municipal de Ada Colau, que duró ocho años, se cebó con el portal de viviendas de una manera infame. Querían mejorar la situación de la vivienda en Barcelona y lo único que consiguieron para tapar su amateurismo e incapacidad fue liarse a mamporros con cualquiera que tuviera relación con el sector inmobiliario. A Idealista le tocó en suerte lidiar con demandas por los anuncios que sus clientes, particulares o pequeños intermediarios, insertaban en su portal. Pese a los sistemas de control y buenas prácticas del portal se coló alguno improcedente y allí estaban Colau y los suyos para jugar a la propaganda populista anunciando multas y sanciones por doquier.

Idealista y la perseverancia de los Encinar han conseguido vencer esas arremetidas en los tribunales, pero todavía andan preguntándose qué más debían hacer para convencer de su ética empresarial a una administración local que se negó a dialogar con ellos. Explicarle cuál era su plantilla en Barcelona, dar a conocer cuánto facilita el acceso a la vivienda un sistema transparente como el de su herramienta o quizá pasar de la ópera y bailar una sardana en la plaza Sant Jaume. Los mercados han vuelto a reconocer la solvencia y seriedad de esa compañía, pero la capital catalana tiene una deuda de gratitud con una empresa que ha ejercido de barcelonesa más que muchas otras de irreprochable ADN. 

Lo que Colau convirtió en una pifia, Jaume Collboni debería resolver. Y la mejora de la relación de Barcelona con una multinacional moderna, digital, avanzada y exitosa como Idealista es todavía una asignatura pendiente que no conviene suspender.