Ojo porque cuando el Hospital Universitari Vall d'Hebron estornuda, Cataluña se resfría. La mayor ciudad asistencial de la región está sufriendo tensión de tesorería al querer implementar los acuerdos de mejoras salariales para los sanitarios. Y no es algo menor: más que un hospital --que también lo es--, Vall d'Hebron es un termómetro.
Allí trabajan 10.000 personas, y su impacto sobre el sistema asistencial nacional y sobre el tejido productivo --el nuevo edificio del Instituto de Investigación está en ciernes-- es colosal. Si el complejo médico sufre un seísmo, las réplicas las notará todo el territorio.
Porque fue en este macroequipamiento donde se libraron algunas de las batallas más duras contra los dramáticos recortes de CiU en sanidad. Los denunció el propio jefe de Cardiología, el doctor Manuel Galiñanes, a quien el Govern del president Artur Mas cesó, y a quien el Colegio de Médicos de Barcelona, a veces actuando de conselleria, condenó a una suerte de muerte civil durante la pandemia en un episodio vergonzoso que jamás se aclaró.
Después y durante años, Vall d'Hebron fue el termómetro del colapso de las urgencias en Cataluña, y también allí estalló una causa judicial centrada en la guardería de los trabajadores que algún abogado trató de presentar como el caso ERE en Cataluña. No lo eran, y van camino del archivo.
Fue también en esos mismos pasillos donde la sanidad catalana entró --o se contaminó-- en la trifulca identitaria. Solo bastó el inocente vídeo de una enfermera en TikTok.
El antiguo hospital del Insalud --aún propietario del ladrillo-- bascula siempre entre el orgullo de ciudad y el descenso a los infiernos. Vive en una dicotomía permanente que jamás ha terminado de superar. Y muy a menudo sobrevive tapado por otros centros sanitarios que comunican mejor lo que hacen, que en todos los casos es loable.
Así las cosas, unas meras décimas en Vall d'Hebron pueden ser indicativas de enfermedad generalizada en todo el sistema. Si El Valle de Barcelona enferma, el cuadro puede ser mucho peor. Así que ojo con el hospital, porque más que curar e investigar --que lo hace, y bien-- señala los vicios de toda la red. Atentos, porque todo empieza en Vall d'Hebron.