Se sabrá todo, como reza el nombre de la novela acuñada por un periodista catalán. Y por se sabrá me refiero a abrir puertas y ventanas del pequeño cuarto estanco que algunos han mantenido en las emergencias catalanas en la última década.
Este medio comenzó a hablar de posible corrupción en las ambulancias de la región en mayo de 2022. Algunos nos tildaron de locos, y resulta que sí, que ahora hay una pieza separada del caso 3% en la Audiencia Nacional dedicada al asunto. Porque los indicios de manipulación del sector al por mayor son abrumadores. Otra cosa es que finalmente se pueda demostrar.
Pero sí, pasó. CDC se lanzó a alterar el sector de las ambulancias, pese a que es esencial para la ciudadanía, y pese a que hay vidas que dependen de este. Y ello lo saben en el Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) y el Sistema de Emergencias Médicas (SEM). Y, como David Madí, desdeñan al mensajero, lo ningunean, pero no llegan al fondo del asunto, algo que sí están tratando de hacer los Mossos d'Esquadra y la Fiscalía Anticorrupción. Y algunos, humildemente, desde nuestra pequeña posición.
Me lo contó una vez un directivo del sector: "En Cataluña hay tres campos sanitarios expuestos a la corrupción: las ambulancias, la oxigenoterapia y la fisioterapia y/o rehabilitación". Están expuestos porque mueven decenas, cuando no centenares de millones de euros, y su licitación es centralizada. El resto de concursos públicos los pilotan gerencias territoriales del ICS o de la sanidad concertada, y acceder a ellas con ánimo corruptor es más complicado.
Por el contrario, los tres grandes concursos citados se adjudican de forma central, y ello hiede como la sangre para los tiburones. Algunos quieren ganar las licitaciones a cualquier precio y no siempre están dispuestos a seguir las normas de contratación pública.
Por lo tanto, tenerlo claro con propósito de enmienda debería ser la baseline para la Administración catalana. Hay sectores sanitarios expuestos a la corrupción y, en algunos de ellos, esta entró como una infección gangrenosa. ¿Por qué el gerente del ICS tenía --lo incautó la Guardia Civil en 2013-- un mapa para repartir las ambulancias año y medio antes de que se fallara el concurso en 2015? ¿Por qué alguien depredó Ambulancias Lafuente y luego la dejó como un cascarón vacío ante un subdirector del CatSalut inoperante? ¿Por qué alguien ganó un jugoso lote con una promesa de renovar una flota que después incumplió?
Solo son tres ejemplos de dudas, cuando no indicios, de que no, no ha habido un reparto cartesiano de las externalizaciones sanitarias en Cataluña en la última década. No. Otros intereses entraron en juego. Y esos intereses hay que explicarlos: el periodismo no tiene plazo de prescripción.
Cierto es que en este campo --en otros lo desconozco-- ERC está atinando: busca higienizar la contratación pública sanitaria, trata de armar un nuevo concurso de ambulancias limpio, explican fuentes bien situadas, y persigue también internalizar parte de la rehabilitación para evitar más repartos vergonzantes o puertas giratorias.
Entre otras medidas que adecentan el sistema asistencial para evitar las tretas de algunos que se sentían muy bien situados. Quizá mejor de lo que realmente están.
Pero gestores públicos: pasó. Ocurrió. Hubo mala praxis, y ustedes lo saben, yo también, y parte de la ciudadanía informada, también. Porque cuando se les plantean preguntas como las tres de arriba, se quedan en silencio. Otra cosa es que después en un complejo procedimiento judicial se pueda demostrar. Hay que respetar el debido proceso y las garantías procesales comprometen la meta de llegar hasta el final.
Pero pasó. Y se sabrá todo.