El test de la Copa América de Vela ha arrancado este fin de semana con un tropiezo. La primera miniregata de Vilanova i la Geltrú se canceló el viernes por mal tiempo. El anuncio de que los barcos esperarían un día para salir a la mar llegaba casi de forma paralela a la nota de GSMA en que cifraba en 461 millones de euros el impacto para la economía local del último congreso del móvil en Barcelona.

Ambos eventos han sido blanco de críticas al ser considerados burbujas elitistas. La cancelación del Mobile llegó a ser una de las banderas de la primera campaña electoral de Ada Colau, promesa que los comunes enmendaron al tomar la vara de mando local y darse de bruces con la realidad. Que el Mobile World Congress es una de las principales regaderas de la economía local nadie lo discute. Es el mayor aportador a las finanzas de Fira de Barcelona, mantiene a la hostelería y la restauración local en temporada baja y engrasa el resto de la maquinaria de la ciudad, además de convertirla en un escaparate mundial para hablar de algo capital como la innovación.

Pero, lo más importante, sus promotores han entendido la necesidad de ir un paso más allá. De que Barcelona no puede ser un simple escaparate para una macroferia y que se deben implicar en que su huella vaya mucho más allá del evento. Esto es el trabajo que se hace desde la  Mobile World Capital, un ente público-privado poco conocido por el gran público y que vive crisis de gobernabilidad cíclicas. Pero ha conseguido promover y mantener en el tiempo iniciativas tan interesantes como llevar la programación y las experiencias tecnológicas en los colegios de toda Cataluña o de buscar a gestores que se encarguen de que las empresas de nuevo cuño con una pátina tecnológica no acaben en un proceso de liquidación.

El congreso del móvil se quedará en Barcelona. Ahora, existe una operación empresarial en marcha para que la Copa América de Vela como mínimo repita otro año en la ciudad. Los ejecutivos intentan convencer a los equipos con posibilidades de victoria de que no hay otro lugar mejor para sus metas deportivas que el puerto de Barcelona y que allí hay infraestructuras que cubren todas las necesidades que les surjan a lo largo de la competición.

La capital catalana ya es de nuevo un escaparate mundial. Y es que aunque una competición de vela pueda parecer elitista, es uno de los eventos deportivos más seguidos de todo el planeta.

Barcelona tiene cubierto el expediente de márketing con la Copa América de Vela. Le queda cubrir el apartado más complejo. El de que la competición deje su impronta en la ciudad con cuestiones como, por ejemplo, conseguir que los barceloneses acudan a esa parte del puerto de forma habitual. La propuesta impulsada a la par que los Juegos Olímpicos no convenció, ¿lo conseguirán las regatas?