Los vehículos que circulen por vías de alta capacidad deberán pagar a partir de 2024. La Unión Europea ha sido imperativa en este sentido y la posible recuperación de los peajes en todo el país ha irrumpido en el ecuador de la campaña electoral, más como tema de interés general que por la voluntad de los partidos. Arañar votos en este sentido es imposible, pagar es impopular en general y consigue el efecto contrario entre los electores. Por eso se intenta evitar el debate desde hace meses, pero no hay vuelta de hoja. El gobierno que salga de las urnas el 23J tendrá que asumir el mandato comunitario.

Sí tiene libertad para decidir cómo lo hará. Si recupera las barreras en las autopistas y las autovías (sí, también son de alta capacidad) dos años después de que se levantasen, si adopta el modelo europeo de las viñetas o si busca cualquier otra alternativa.

Desde que se anunció el fin de los peajes afirmamos que se trataba de una medida envenenada. Mantener este tipo de carreteras sólo con los presupuestos públicos es lo menos equitativo desde el punto de vista social, ya que implica que incluso los que no tienen un vehículo propio, por voluntad o por necesidad, lo asuman. Y, lo más pernicioso, propicia que los que más dañan las vías por su paso (los camiones de gran tonelaje) ni siquiera tengan que sumar el coste de mantenimiento al planificar el viaje porque los grandes grupos logísticos no están en el país.

En Cataluña, además, se ha demostrado otro efecto negativo. La autopista del Mediterráneo se ha convertido desde hace dos años en una ratonera. Es una vía a evitar por los atascos constantes y las alternativas que se brindan desde las aplicaciones de tráfico colapsan también las rutas que van por la costa y que discurren de forma más o menos paralela a la AP-7. Ocurre incluso en la carretera que cruza el municipio de Tordera (Barcelona), cuya población está agotada por los embotellamientos que se repiten cada fin de semana.

La Generalitat se ha visto superada en la gestión de esta vía y se limita a repetir que la culpa de todo es de Madrid, la señal habitual de incapacidad propia. Vuelven los peajes, pero lo que ni está ni se espera es el gran pacto de Estado que reclamaba el director general de Tráfico, Pere Navarro, para asegurar el futuro de las vías. ¿Se abordará el tema a partir del 24 de julio?