Los ayuntamientos darán los primeros pasos este lunes para activar su maquinaria, cosa que no ocurrirá de verdad hasta pasadas las vacaciones. No solo el calendario propicia esta dilación. Queda poco más de un mes para las elecciones generales y los partidos reman para pasar un nuevo examen en las urnas.

Las votaciones en los plenarios de este sábado han sacado a la luz pactos --incluso el secreto del que habló la ya exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ofrecido por los socialistas-- que ya se han usado y se usarán para pasar cuentas e intentar, incluso a la desesperada, arañar votos.

Lo sucedido ayer en plaza Sant Jaume puede reanimar a parte del electorado independentista que ha visto como un pacto histórico del llamado constitucionalismo apeaba a Xavier Trias de la alcaldía. ERC y Junts se habían tirado los trastos a la cabeza días antes del inicio del plenario en el Parlament. Ambas formaciones han gesticulado por los pactos que su contrario ha alcanzado con un PSC en auge, otro partido traidor a la patria. Eso sí, ninguna de las dos formaciones independentistas duda en recurrir a los socialistas para mantener el poder local según sople el viento.

Las acusaciones mutuas de falta de lealtad no son una estricta novedad. Ambos partidos se odiaban cuando compartían el Palau de la Generalitat incluso en el momento álgido del procés, y el fin del envite independentista ha agudizado el resentimiento. Por eso los elogios que se lanzaron dos enemigos íntimos como Xavier Trias y Ernest Maragall en Saló de Cent son inauditos. Con todo, no se debe olvidar que se produjeron cuando ambos tenían asumida la derrota y la certeza de que su futuro político se acaba. El “que us bombin (que os den)” lanzado por el convergente lo resume a la perfección. 

En Girona, que la CUP esté en el primer sillón del consistorio de la mano de Junts y ERC --en cordón sanitario contra el PSC, que ganó las elecciones-- podría parecer una defensa más granítica de la secesión, pero no ha sido un elemento central del debate de las últimas semanas. Que las tres formaciones son indepes se supone, pero se ha hablado más de frenar a los socialistas en la ciudad (bastión rojo durante años) que de la ruptura con España.

La importancia de todos estos pactos recae en quién tiene el poder y el control de las instituciones y empresas que están en la órbita municipal. Cuánta gente tiene en nómina y qué salida se da a los caídos por voto en las urnas. Solo es necesario echar un ojo a las listas de Sumar en Barcelona pactadas entre Ada Colau y una Yolanda Díaz que ha tenido mucho que ver con que Jaume Collboni sea alcalde. Tras las elecciones locales, llegan las listas de la supervivencia.