ERC sigue nadando en la indefinición y en la cobardía. No se atreve a romper con el independentismo duro, pero tampoco da el paso para trabajar con el PSC. Por ello, el presidente autonómico de Cataluña, Pere Aragonès, volvió a hablar de un referéndum pactado con el Estado durante el debate de política general que ayer se inauguró en el Parlament. Un referéndum pactado, sugiere, que es como no decir nada; solo sirve para seguir mareando la perdiz, confrontando. Por lo tanto, no merece la pena utilizar más palabras para tratar este absurdo y aburrido asunto. 

Sin embargo, Aragonès puso al PSC –otro que nada en la indefinición– ante el espejo. El líder del partido, Salvador Illa, respondió ante la disparatada propuesta del republicano que “no resuelve nada” y que se centre en el diálogo, pero no solo en Madrid, también en Cataluña, a lo que el avispado president le recordó los tumbos que han dado los socialistas en esta materia –y en otras que no mencionó–. De hecho, en 2016, Miquel Iceta agitó el avispero de su formación al mostrarse a favor de hallar vías para que el poble pudiera decidir su futuro. También Iceta es el que se refirió a las “ocho naciones” que hay en España y el que puso un porcentaje con el que un supuesto referéndum de secesión debería ser vinculante. Sobran las palabras.

Otro asunto de calado sobre el que el PSC se mantiene al margen es el lingüístico. Sorprendió Illa en la Fiesta de la rosa socialista al referirse al castellano como una “lengua muy querida” en Cataluña y que cuenta con “muchos hablantes” en la comunidad. Bueno, tampoco sorprendió tanto. En el fondo, es la actitud que tienen en esta formación con el español, incapaces de plantar cara y revertir una situación tan anómala como es que en una zona del mundo, en este caso de España, pero la que sea, se prive a los alumnos de aprender en una de sus lenguas oficiales. Y todo por un puñado de votos. Parecía en los últimos tiempos que el PSC iba a cambiar su postura, que iba a presionar para que se cumpliera la enseñanza en la lengua de Cervantes del mismo modo que se imparte en la de Pompeu Fabra, pero se ha puesto de perfil ante las tretas de Cambray para burlar las resoluciones judiciales que fijan el bilingüismo como obligatorio, y que la Generalitat no cumplirá. Eso sí, el líder socialista aclaró que su defensa del catalán no incluye “atacar el castellano”. Pero tampoco protegerlo.