El consejero de Economía, Jaume Giró, presentará el próximo martes su primer proyecto de presupuestos catalanes en el cargo. El disparo de salida para aprobar las cuentas públicas de la Generalitat de 2022 se iniciará en el Consejo Ejecutivo de ese día con el reto mayúsculo de conseguir luz verde antes de las vacaciones de Navidad.
El periodista ya ha dejado claro por activa y por pasiva que los socios preferentes del Govern para sacar adelante la iniciativa más definitiva de cualquier ejecutivo son la CUP. La evolución de la negociación de los partidos que pactaron la investidura de Pere Aragonès será clave para determinar cuánto durará la legislatura.
Desde el propio Palau de la Generalitat ya se advierte de que nadie espera que dé mucho más de sí. Se inició con una contrarreloj de dos años, el tiempo que los antisistema dieron de crédito a los republicanos para avanzar hacia la independencia. Este era (y es) el objetivo último, pero la realidad era (y es) más pragmática. Tanto ERC como JxCat ganaron tiempo para acabar de definir sus estratégicas para sobrevivir en el posprocés. Y, por ahora, parece que han empleado más esfuerzos en el desgaste mutuo, especialmente por parte de los de Puigdemont, que en plantear una propuesta a largo plazo atractiva para Cataluña más allá de la promesa de que todo será mejor cuando se rompa con España. Lo único a su favor es que el resto de partidos también están inmersos en procesos de reorganización internos.
Quizá la actual atonía política también se explique en parte por esto. Los expertos que hablan este domingo en Crónica Global señalan a los efectos de la pandemia, cuando la gestión se hizo necesaria incluso para aquellos que prometieron que no entraban en el Goven para llevar las riendas de una autonomía. Además del cambio de ciclo y el hecho de que los republicanos se planteen copiar el estilo del PNV en el Congreso. Allí se han convertido en unos socios clave para los socialistas, aunque las desconfianzas entre ERC y PSC aún se mantienen en Cataluña.
Con todo, aún no se ha superado de forma definitiva el procés y los intentos de mantener la tensión en alza entran en terrenos que se deberían evitar por su sensibilidad. El futuro de Mossos d’Esquadra se usa sin rubor como materia de negociación política. Los antisistema han vinculado su apoyo futuro al Govern al desmantelamiento del “modelo policial actual”, que no es otro que el del modelo policial en sí, y el Govern se ha entregado a ello.
La educación es otra de las materias que se ha puesto en el centro del politiqueo. Como advierte la presidenta de la Asociación por una Escuela Bilingüe, Ana Losada, el uso de la lengua catalana tanto en el currículo escolar como en los centros se ha convertido en el nuevo elemento de “tensión nacionalista”. La lengua como bandera de partidos e ideologías para arañarse votos los unos a los otros en lugar de preservarla como elemento cultural. Al final, quien sale perdiendo es la lengua.
Pasar página siempre es difícil. Especialmente cuando lo importante es saber quién saldrá en las fotografías futuras.