TV3 se ha convertido en una fábrica de bromistas de muy mal gusto a cargo del contribuyente. Hasta el punto de que este mal llamado humor se le escapa de las manos a la cadena pública desde hace mucho tiempo. Los últimos comentarios de Peyu y Jair Domínguez en Bricoheroes sobre sus fantasías con la reina Letizia y la princesa Leonor son solo la punta del iceberg, pero son las gotas que han colmado el vaso.

Para contextualizar, Peyu acusa a TV3 de haber censurado una de sus bromitas. En concreto, una en la que Domínguez le pregunta qué barbaridad le gustaría hacer si fuera millonario: “Me haría gracia que me la chupase Letizia Ortiz”. “Si me hubieras dicho la hija…”, recibe como respuesta de su compañero (aunque esta parte la esconde en su queja pública; es decir, él también se censura). Como siempre, alude a la libertad de expresión (o a la falta de ella, en sus palabras), y sugiere que su gag es una denuncia de la falta de valores y moralidad de los ricos. ¡Haber empezado por ahí, hombre! Como si no hubiera pobres que abusan de menores.

Por un lado, sorprende esta chulería de Peyu pero, por el otro, se entiende: a él y a Domínguez les han dejado hacer y decir de todo hasta la fecha, desde “puta Espanya” hasta que preferían una esvástica a la bandera española, pasando por ataques a la Guardia Civil y comentarios machistas, por calificarlos de algún modo. Visto así, comparto su asombro con la edición del vídeo en el que se fantasea con la reina y la princesa (menor de edad). Pero ¿acaso no puede TV3, un canal público --al servicio del independentismo, pero público-- que destina 275.000 euros euros a Bricoheroes, decidir qué emite y qué no?

Como sucede en estos casos, el veto ha dado más repercusión al hecho, aunque está bien que se sepa en qué se gasta en Cataluña el dinero público. A ver si este episodio sirve para que TV3 recapacite, al menos, sobre su cantera de bromistas. Porque se han registrado otros igual de sangrantes… aunque Domínguez aparece en casi todos. Por ejemplo, en ese gag del programa Està passant, de Toni Soler, en el que ambos, junto con Magí Modgi, se refirieron a los mossos --sin citarlos-- como gossos (perros).

Sus comentarios faltones también los llevan a las redes sociales y a entrevistas, donde la línea de la libertad de expresión es más ancha. Pero no deja de ser de muy mal gusto leer a Jair Domínguez mandar a ERC “a comer polla española” (parece que nuestro amigo tiene algún tipo de trauma u obsesión con los genitales masculinos), llamar “gusano” al exdelegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo, reconocer que le hubiera gustado lanzar cócteles molotov contra la policía el 1-O y ver que llama “tontitos” o “malas personas” a quienes no hablan el catalán en Cataluña.

De algún modo, sigue los pasos de Toni Albà, el imitador del emérito --el suegro de la reina Letizia; todo está conectado-- que deslizó, sin decirlo explícitamente, que la líder de Cs, Inés Arrimadas, ejercía la profesión más antigua del mundo. Ello fue tan sonado que TV3 no lo pudo maquillar (aunque defendió que no era trabajador de la cadena, sino de una productora externa que sí trabajaba para la casa) y apartó por un tiempo al bufón del independentismo del programa Polònia.