La detención de Carles Puigdemont se ha convertido en un nuevo capítulo de la guerra de desgaste declarada por JxCat a ERC, su socio de Govern y adversario en el mundo independentista. Los neoconvergentes no aceptan la preeminencia que el 14F otorgó a los republicanos y de la misma manera que montaron una batalla a propósito de la composición de la mesa de diálogo con el Gobierno ahora han lanzado otra a propósito del suceso de L’Alguer.
Pese a que todo el mundo sabe que al Gobierno español no le conviene abrir el melón Puigdemont en este momento, su arresto ha sido utilizado por JxCat para tirarse en plancha contra el Estado; o sea, el enemigo. ERC, que se habla con el Gobierno y apoya sus presupuestos, forma parte de ese Estado-enemigo al que hay que combatir.
Lejos de las teorías conspiratorias que circularon en las primeras horas, parece que el incidente de Cerdeña solo obedece a que el prófugo de la justicia española se desplazó en avión, lo que motivó que saltaran las alertas de los sistemas de seguridad aérea. Por eso no ha sido detenido en ninguno de sus viajes a la “Catalunya nord”, ni cuando acude al Europarlamento. Porque va en coche.
Pero, por encima de todo, para JxCat la detención es un pretexto estupendo para soltar una nueva andanada contra la mesa de diálogo, para proseguir la descalificación y el desgaste de su socio de gobierno.
La reacción de los republicanos, por más promesas de “a tu lado” de Pere Aragonès o de cabalísticos tuits de Gabriel Rufián, se ha quedado muy atrás de la respuesta de los partidarios de la confrontación, que van desde sus compañeros de gabinete hasta Òmniun Cultural, la ANC y la constelación de organizaciones independentistas que llenan los Telenotícies. Una vez más, ERC ha ido a rueda de la rechazo popular.
La forma en que el partido de Puigdemont tensa la cuerda en la calle con las manifestaciones y en las instituciones con pronunciamientos de la Cámara de Comercio de Barcelona o reuniones de consejeros de JxCat por separado es ingobernable.
Por eso Oriol Junqueras ha abandonado su papel de segundo plano y ha salido a la palestra. Ha enviado dos mensajes muy claros. La DUI se ha demostrado imposible; solo hay una salida, y es la del diálogo. Si JxCat tiene una alternativa debería explicarla para que todas las fuerzas soberanistas puedan discutirla. Tanto la mesa del diálogo como cualquier otro camino alternativo deben abordarse desde la unidad, no poniendo palos en las ruedas como hacen los neoconvergentes día sí y día también, ha venido a decir el presidente de ERC.
Como el propio Junqueras ha manifestado, el diálogo es muy frágil. Pero los hechos demuestran que hay más riesgo en los enemigos de la mesa que en su agenda y en los debates que se aborden en ella. Aunque la memoria es débil, aún son demasiado recientes las escenas del mundo convergente negociando con el Gobierno español como para olvidarlas. ¿Qué ha cambiado e entonces a ahora? Que a este lado de la mesa no mandan ellos, sino ERC. Eso es lo que ha cambiado, el protagonismo.
En paralelo, los republicanos demuestran una vez y otra su incapacidad para hacer frente a las acometidas de sus socios. Para muestra, un botón. TV3 ofreció ayer al mediodía un vídeo horrible en el que un Junqueras mal iluminado y malencarado intentaba explicar las dos ideas apuntadas más arriba: la televisión pública catalana le trataba mucho mejor cuando estaba preso en Lledoners que ahora que está libre y en su casa.
Al enemigo, ni agua.