Hasta el 50% de las personas que han sufrido una neumonía grave a causa del Covid pueden tener secuelas tres meses después de ser dadas de alta. Sensación de ahogo y de cansancio al desarrollar actividades que antes de la enfermedad eran habituales y livianas.
No hace falta seguir muy de cerca las noticias de la pandemia para saber que las afirmaciones del párrafo anterior son sobrada y desgraciadamente conocidas por la mayor parte de la población. Pues bien, a pesar de eso el Telenotícies de la televisión pública catalana abría su edición de ayer al mediodía con un reportaje sobre esta cuestión.
Aunque parezca un error y alguien pueda pensar que es una noticia traspapelada y repetida seis meses después por simple torpeza, sepan que no lo es. En absoluto. Estaba bien preparada con entrevistas a dos especialistas de los hospitales de Bellvitge y del Clínic, y se mantuvo durante horas en la web de TV3 como la información más importante de la jornada. Aunque es verdad que en el texto se explicaba que, en realidad, esos síntomas aparecían entre el 20% y el 50% de quienes habían sufrido una afección pulmonar, los editores de la apertura del informativo se permitieron la licencia sensacionalista de citar solo el 50% en el titular, algo a lo que nos tienen habituados.
Lo que resulta escandaloso de aquel despropósito es la degradación de un medio público como es TV3, pagado con los impuestos de todos los catalanes, que le lleva a practicar ese gamberrismo informativo que solo puede perseguir un objetivo: incentivar la abstención el 14F.
La base de cualquier democracia es justamente lo contrario, que los Gobiernos y las instituciones públicas fomenten la participación en las elecciones para legitimar el Parlamento que de ellas emana. Pero el aparato de propaganda del régimen nacionalista catalán ha llegado tan lejos que ya no distingue las líneas rojas, desgastadas como están de tanto pisotearlas.
El TSJC ha anulado un decreto mal hecho que refleja la calidad profesional y política de quienes están al frente de la Generalitat, un texto que solo pretendía desplazar una convocatoria electoral hasta que las circunstancias fueran propicias a los partidos en el poder.
Tratan de meter miedo a los votantes para que se queden en su casa. Están convencidos de que la abstención afectará más al electorado constitucionalista –el que podría sentirse atraído por el candidato sorpresa que tanto miedo les da--, y por eso la estimulan.
En paralelo, tratan de confirmar y normalizar la baja participación electoral difundiendo fake news sobre las elecciones presidenciales del domingo en Portugal. Incluso gente seria y respetable se deja arrastrar y sube al carro llamando la atención sobre una abstención del 60%, sin citar que en 2016 fue del 51%; ni que en las legislativas de 2019 fue de casi el 52%. Más aún, en las últimas votaciones al Parlamento Europeo solo el 30% de los portugueses se acercó a las urnas. No es comparable, solo un truco de trileros que se aferran al sillón y al sueldo público.