¿Por qué enfocan a Madrid las empresas catalanas?
Hay un rosario de empresas con sede social en Cataluña que han decidido trasladarla a Madrid. Son muchas, no paran, y son de cierta importancia en su mayoría.
En el marco del debate abierto sobre el proceso soberanista que lidera el gobierno catalán, la deslocalización de sedes es munición para ambos bandos. Quienes señalan que la huida corresponde a una respuesta a la presión independentista desconocen que las empresas sólo responden a los mercados, los suyos para ser exactos, y que la política se la miran con distancia. Salvo, claro está, aquellas cuyo negocio guarda relación estrecha y directa con los boletines oficiales, sean los editados por entes locales, autonómicos o del Estado. A menudo se castiga al Ibex 35 por dependencia del BOE, pero hay muchas vinculaciones administrativas menores que se pasan por alto (pregunten a las constructoras catalanas que están hasta las narices de la parálisis inversora por bloqueo político de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona).
Por parte de los independentistas se tiende a minimizar el fenómeno: unas se van, otras vienen… Es el argumento de los líderes de la cruzada secesionista y, en parte, del Ejecutivo de la Generalitat, que ensalza cualquier inversión que aterrice en Cataluña por menuda o singular que sea. Desde ese lado de la barrera se ignora de forma abierta que no toda la inversión es igual, que no representan idéntica incidencia económica unas empresas que otras. Vamos, que no es lo mismo que un fondo de inversión se compre la Torre Agbar e introduzca una millonada en Cataluña a que 100 empresas de las que facturan 15 millones decidan emigrar socialmente. Una cosa es la medición macroeconómica y otra, muy diferente, el efecto microeconómico.
Realizada esa distinción, permitan otro razonamiento clarificador: en la mente del empresario que emigra hay sólo una cosa, la optimización. Tanto da que la mejora sea fiscal, razón principal de la salida, que de un tenor como la seguridad jurídica. Poner a salvo la sede social en Madrid ante una eventual locura independentista es una garantía mercantil, pero lo que importa realmente es que la carga fiscal soportada es inferior.
Esa es la superficie del debate, pero en el fondo de la cuestión lo que debería debatirse de veras es por qué existen las diferencias tributarias que llevan a muchas compañías a resguardarse de la voracidad recaudatoria de la Generalitat independentista. Esos mismos que se pasean ufanos diciendo que España les roba podrían darse cuenta de que a muchos empresarios, verdaderos motores de actividad económica, les mosquea sobremanera sentirse robados en su propia casa. No entenderlo es no querer habitar en el mundo de las realidades y pasar soberanamente de la razón por la que las empresas catalanas acaban enfocando a Madrid.