El día internacional del corrupto
La corrupción es como la muerte, ni los enterradores se acostumbran a ella. A los periodistas nos sucede algo semejante, todavía conservamos una mínima capacidad de sorpresa, aunque me temo que puede ser limitada.
Despertarse cada día con un corrupto más o conocer en un mismo día incluso varios casos diferentes empieza a ser una constante en los últimos tiempos. Los hay de todos los colores, condiciones, género y ralea. Con todo, también debe decirse que existe la sensación de que asistimos a un dejà vu permanente, se repiten los nombres y los personajes pueden ser los mismos de otros tiempos con una facilidad asombrosa.
Sea corrupción política, malas prácticas personales o irregularidades varias, lo cierto es que un día se pasea por nuestro lado el nombre de José María Aznar, como antes lo hicieron otros políticos de su partido o de la oposición. Ni presidentes del gobierno, ni presidentes autonómicos, todo queda salpicado por la mala praxis. Podríamos decir que no se escapa ni Dios, o al menos sus representantes en lo terrenal…
España vive sacudida por una especie de perpetuo terremoto de corrupción sistémica. Y eso, mientras los políticos sigan siendo incapaces de resolverlo desde los parlamentos, hay que tomárselo con filosofía. Así que aprovecho para sugerirles que emprendamos una campaña popular para que el país sea capaz de situar en el calendario el Día Mundial del Corrupto. Seguro que habrá comprensión por parte de nuestros vecinos internacionales. Podríamos tener la sede, la oficina general del sector y poner a nuestros corruptos por encima de los de cualquier país africano, que para eso son de casa. Además, aparte de los conocidos, hay días mundiales muy raros: de la voz, del ciclista, de la diversión en el trabajo, del beso, del diseño gráfico, del inventor internacional…
Además, prensa y ciudadanía podríamos descansar, una vez al año, de cualquier información sobre corrupción o malas prácticas en la cosa pública. Ese día podríamos hablar y escribir sobre el cambio climático, la preservación de las especies… Ah, no, claro, eso también está salpicado por la corrupción… ¡Qué mundo!