Montoro y la disciplina
El ministro más orejudo del gabinete Rajoy es también de los más serios y aburridos. Se le acusa de muchas cosas, pero al final será siempre un hombre austero que viene de la función pública universitaria y que luego le cogió el gusto a ejercer el poder en la política y ganar dinero en su gabinete privado de asesoría.
Montoro y un servidor no somos del mismo equipo de fútbol ni tan siquiera votamos el mismo partido político, aunque algunos lectores se empeñen. Hace apenas unos años tuve noticias suyas por medio de un burofax que me envió al medio que entonces dirigía y en el que se quejaba de que le atribuyéramos extrañas maniobras orquestales en la oscuridad de la asesoría privada que montó en sus años de oposición.
No le gustó, a un servidor tampoco, y tras el burofax siguió otra información y un artículo que explicaba con detalle los términos amenazantes de su misiva. Todo quedó en un ridículo empate. Él calló y al medio se le acabó la munición.
Ahora, Montoro, aunque me pese, tiene razón. Hay autonomías españolas que se han tomado el control del déficit a cachondeo. Cataluña es una de ellas. Esa condición de incumplidores, por más que los nacionalistas que mean colonia estelada se empeñen, nos deja ante Europa y ante el resto del mundo como una administración incapaz de ejercer los controles necesarios en el marco de las finanzas públicas.
Podemos decir que si España nos devolviera el déficit fiscal sería otra cosa. Al otro lado del Ebro se podría responder que hablando de agravios históricos debiéramos referirnos también al coste que tuvo para los no catalanes la defensa histórica del textil catalán por medidas proteccionistas durante décadas. Sería una estupidez supina por ambas partes, porque ni una ni otra son razones suficientes para en el siglo XXI ser incapaces de controlar la hemorragia de fondos de una administración relativamente pequeña como la catalana.
Montoro quiere seguir fuerte aunque esté en funciones. Y tiene parte de razón. Que el máximo responsable de la caja pública española la mantenga de manera correcta es una obligación, acabe de ser elegido o permanezca en las funciones del cargo hasta tanto no resulte sustituido. Por tanto, don Cristóbal hace bien en volver a tirar de las orejas a catalanes y valencianos, justo las comunidades con más economía productiva, una buenísima porción de corrupción política y, finalmente, mayor desvío en el déficit público autonómico. Lo que pide Montoro es disciplina, y eso se lo pedimos a muchos ámbitos de la vida. Por tanto, que nadie se haga el moderno en política saltándose las normas, porque demostrará que es incapaz de gobernar de acuerdo a un criterio. Sea de izquierda o de derecha, tanto da.