Ayer publicó El Roto en El País una viñeta que ha sentado muy mal a algunos de nuestros patriotas (retribuidos) más conspicuos. En el chiste se ve a dos tipos con barretina que sostienen un lazo amarillo enorme y dicen que es para cazar a los que no lucen el lacito amarillo en la solapa. A mí me pareció tan brillante y acertado como casi todo lo que suele publicar el señor Rábago, pero a genuinos catalanes como Toni Soler, Antonio Baños y Empar Moliner les indignó sobremanera y, claro está, se lanzaron a dar clases de ética en Twitter. ¡Tres chupópteros del régimen dando lecciones de ética! Realmente, hay que joderse.
Mientras Soler tildaba de miserable al humorista, Baños lo calificaba directamente de hijo de puta. Moliner, más comedida, se limitaba a hacerle ver lo moralmente punible de su chiste. Parece que, a veces, la libertad de expresión tiene sus límites para estos tres arribistas, que se la reconocen a Valtonyc, pero no a El Roto, un hombre que, precisamente, nunca se ha distinguido por practicar el patrioterismo que a ellos les permite ganarse muy dignamente la vida, un hombre que, en uno de sus chistes, sacaba a un personaje diciendo algo con lo que cualquier persona normal --o sea, no nacionalista-- podía suscribir: “A mí me da mucha vergüenza ser de cualquier sitio”.
Analicemos brevemente a los acusadores: Toni Soler fue un humorista prometedor que convivía peligrosamente con un patriota --no olvidemos la célebre proclama anarquista: “Un patriota, un idiota”-- hasta que el patriota (o sea, el idiota) se impuso y convirtió un programa como Polònia, que había empezado bien, en una herramienta más del agit prop nacionalista; Empar Moliner intentó asaltar España desde las páginas de El País y convertirse en la nueva Maruja Torres, pero como las cosas no le salieron muy bien, se refugió en los medios de intoxicación de la tribu, donde se la recibió con loa brazos abiertos (como a Ferreres cuando lo echaron de El Periódico y acabó en el Ara, que llevaba tiempo siendo su hábitat ideal); Antonio Baños ha sido siempre un saltimbanqui del periodismo que pasó de hacerse el moderniqui a ir de economista alternativo con unos libros que fueron la rechifla de todos los que sabían algo de economía: se hizo indepe de la noche a la mañana y por fin ganó el primer euro, pues sus orígenes inmigrantes gustaban mucho en la CUP y, sobre todo, en Súmate, la pandilla de charnegos agradecidos que se inventó y financió ERC para, digo yo, ampliar la base social del separatismo.
Que estos tres seres moralmente discutibles (o directamente reprobables) se atrevan a dar lecciones de ética y de moral a alguien que siempre ha ido por libre y cuya visión del mundo le da cien mil vueltas a la de unos esbirros del separatismo rentable es de traca. Me parece normal que se sigan lucrando a costa de la Secta Amarilla --a su edad no se van a poner a buscar un trabajo honrado--, pero, por favor, que nos ahorren las lecciones morales y, por lo menos, se laven la boca antes de meterse con una persona tan decente como El Roto.