La Casa (y el caso) Asia
Tranquilos, que no me he vuelto loco (del todo) y no pienso ponerme a hablar de los catalanes y las catalanas y las casas y los casos; lo que ocurre es que el lío de Casa Asia --ya saben, la Generalitat no paga su parte de lo que cuesta mantener tan digna institución-- puede ser también el caso Asia y servir de ejemplo para los sarpullidos que les salen a los nacionalistas cada vez que tienen que compartir algo con los malvados españoles. Dada la importancia del continente asiático, tener en Barcelona la sede de una entidad que nos pone en contacto con millones de personas parece más interesante que abrir nuevas embajadas de pegolete en otros países, pero claro, como la Casa Asia no deja de ser una organización española, pues como que no hay prisa por aforar, y si se la quieren llevar para Madrid --como ya se está insinuando--, pues que se la lleven; así nos ahorraremos una pasta --bueno, como no ponemos lo que nos toca, ya nos la ahorramos, ¿no?-- que invertir juiciosamente en el Museu del Càntir o cualquier otro ruralismo que nos parezca imprescindible.
El ministro Cocoliso ha tenido que porfiar con los malvados españoles para que no mezclen a los nuestros con los suyos, que huelen mucho peor
Parece que con España no se puede ir a ninguna parte. Ni a celebrar el centenario de la batalla del Somme, evento en tierras francesas donde el ministro Cocoliso se ha hecho unas fotos muy chulas homenajeando a los legionarios catalanes que participaron en el combate. Ha tenido que porfiar con los malvados españoles para que no mezclen a los nuestros con los suyos, que huelen mucho peor, pero ha acabado por salirse con la suya, para gran alegría de la prensa del Régimen. Más vale que vuelva corriendo, pues queda mucho trabajo por hacer. Sin ir más lejos, hay que cargarse definitivamente el CIDOB, que con su cosmopolitismo de las narices no se preocupa lo suficiente por la cuestión nacional. Chapémoslo, pues, y que los españoles se lleven la Casa Asia a donde les plazca. Si eso, ya abriremos una embajada en Pyongyang encabezada por Alejandro Cao de Benós, si es que no lo han vuelto a meter en el trullo por su amor a las armas (en cuyo caso, enviaremos a Mikimoto, que se ha quedado sin entrar en el senado y algo tendremos que echarle, ¿no?).
Recuerdo perfectamente la época en que el entonces Molt Honorable Pujol respondía con un que s'en vagin a cada fuga a Madrid de una compañía discográfica, de una distribuidora de cine o de una editorial, y todo parece indicar que seguimos en las mismas. Pero a lo grande.