La ardua decisión de Pedro Sánchez
Resultados con sabor agridulce. Entusiasmo por no producirse el ya asimilado sorpasso, pero pesadumbre por los peores resultados de la historia del PSOE en democracia. A Pedro Sánchez no se le ha visto desde su breve discurso la noche del 26J. El líder socialista se mantiene alejado de los focos mediáticos y en el más expectante de los silencios. Ni una palabra acerca de los posibles pactos o sobre la investidura, ninguna autocrítica ni consideración o valoración acerca de la situación de su partido. Completo silencio, probablemente, hasta el próximo 9 de julio, fecha en que se celebrará el Comité Federal.
Pedro Sánchez deberá escoger la opción menos gravosa para sus intereses, pero ¿cuál de ellas sería la más acertada?
Y es que internamente el PSOE está fracturado. De las fisuras socialistas existentes, la principal radica en una clara cuestión del liderazgo. Las aspiraciones de Pedro Sánchez a mantenerse como Secretario General del PSOE son evidentes, necesitando para ello de una legitimación interna de la que ahora carece. Sin embargo, Susana Díaz, aunque algo debilitada por el adelanto del PP en Andalucía, contempla la escena desde un segundo plano, expectante a aquello que pueda suceder para dar o no el paso hacia la Secretaría y dejar su nombramiento en manos de los militantes en el aplazado Congreso Federal.
En segundo lugar, no son unánimes las voces sobre qué debe hacer el PSOE en relación a las posibles negociaciones y a la posición que debe adoptar el partido en relación a la investidura. Las especulaciones sobre las opciones que tiene Pedro Sánchez ya han trascendido y el debate se halla sobre la mesa. Claro está que Pedro Sánchez deberá escoger la menos gravosa para sus intereses, pero ¿cuál de ellas sería la más acertada? El líder socialista no está exento de presiones, pues mientras Rajoy lo empuja para que facilite su investidura, Albert Rivera aguarda impaciente a que se pronuncie e, internamente, la presión tampoco es menor.
Sí a la gran coalición. Esta primera opción es la que parte con menos éxito. Por el momento, ninguno de los líderes del PSOE la secunda y no parece que vaya a triunfar. Para los intereses del PP, está claro que sería la mejor opción. Sin embargo, conviene ya descartarla pues tanto para Pedro Sánchez, como para el PSOE, acceder a ello supondría una pérdida de determinación interna y externa.
No a Rajoy. Algunas voces, como la del Secretario de Organización Óscar López, apuntan a que el PSOE no votará a favor de Rajoy. Al parecer, esta posición coincide con la misma premisa base que defendería Pedro Sánchez. De este modo, se cerraría la puerta a la gran coalición ansiada por Rajoy y sería a éste último a quien le correspondería buscar una mayoría para formar gobierno, probablemente instando a Ciudadanos y a los partidos nacionalistas.
Vistas las opciones, a priori, parecería que la abstención mínima sería la más adecuada, pues el PSOE no se vería abocado a unas nuevas elecciones, que le podrían hacer perder todavía más diputados
Abstención mínima. Otros socialistas, como Josep Borrell y Guillermo Fernández Vara, hablan de la denominada abstención mínima, esto es, facilitar la investidura de Rajoy con el número de diputados que le falten al líder del PP para alcanzar la mayoría, o bien, con algunas ausencias el día de la votación --aunque esta última opción no parece muy factible--. Eso sí, siempre a cambio de algo que todavía estaría por concretar. Esta vía no implicaría entrar a formar parte del gobierno, sino todo lo contrario. El PSOE se mantendría en la oposición, de modo que Rajoy estaría en minoría y debería buscar aliados constantemente.
Vistas las opciones, a priori, parecería que la abstención mínima sería la más adecuada, pues el PSOE no se vería abocado a unas nuevas elecciones, que le podrían hacer perder todavía más diputados, y el gobierno en minoría de Rajoy se vería condicionado a tener que pactar con los socialistas para poder continuar. Ahora bien, la pugna interna en el PSOE no acabaría ahí, pues Susana Díaz ya se ha pronunciado y no es partidaria ni del sí ni de la abstención mínima, y en caso de prosperar esta última, se abriría todavía más la brecha con Pedro Sánchez. Está claro que tanto ella como Pedro Sánchez están llamados al combate para el liderazgo. Y otros apuntan a que terceros, como Patxi López o Eduardo Madina, podrían estar en un futuro también librando la batalla después del verano. Así pues, vistos los escenarios, si algo está claro es que el debate está servido. Veremos cómo continúa.